Sergio Pellicer, demasiado tiempo en la sartén

Se cuestiona al técnico, que tiene previsto entrenar esta tarde, pero también hay errores groseros de jugadores que deben asumir que distan de su mejor nivel

Presentes en la Ciudad Deportiva

Sergio Pellicer, en el vestuario. / Carlos Guerrero

El empate en el minuto 100 de partido de un Córdoba con 10 jugadors sentó a cuerno quemado en La Rosaleda. La historia se repitió, han volado seis puntos en el tiempo extra, la diferencia de estar cerca de la zona roja o frisar con el play off de ascenso. Y de manera recurrente se mira al banquillo, a Sergio Pellicer. La afición por primera vez cantó esta temporada contra él. También se hizo en su día contra Peiró o Pellegrini. A su manera, también Pellicer es historia del club. En unos niveles competitivos más bajos, pero su nombre está ahí, es leyenda, aunque en el fútbol nadie es intocable y es el eslabón más débil el técnico, que en su discurso que brota desde las entrañas a veces se contradice entre el dar el paso al lado y que él no va a ser un problemas y el que antes que él tiene que dimitir media España.

Para este lunes por la tarde está prevista la vuelta al tajo del equipo después del descanso dominical, en una semana bastante larga, el siguiente partido es en León el lunes. Hay conversación pendiente entre Pellicer y el club. Existe un evidente desgaste en la relación, se palpa desde fuera y también se percibe dentro. En la época de la fugacidad se devoran proyectos. Y Sergio Pellicer pilota uno en el que los mejores jugadores, los que dan un rendimiento más notable, son ellos, los chavales, un equipo sub 23 prácticamente. Es la idea de club, potenciar el producto propio, pero hay que rodearlos bien. Los que deben dar el salto de calidad no están y a algunos no se le espera. Y hay casi medio equipo titular fuera. El entrenador yerra seguramente en cambios o planteamiento, pero un visionado de los goles recibidos en los descuentos en Castellón y el Córdoba delata una falta de pericia de jugadores de distintas posiciones, con errores groseros. Y cinco puntos más o menos es un mundo y 10 o 12 posiciones en la tabla en Segunda División, la frontera es finísima. Es cumplir el objetivo de dar un paso más o estar en zona baja.

Estar constantemente metido en la sartén, no obstante, no es cómodo para Pellicer ni para nadie. Es un runrún constante. Pero encontrar a un entrenador que comprenda las particularidades de este club, su situación extraña, no es tan sencillo.

De fondo hay decisiones de proyecto que deben abordarse más pronto que tarde desde esferas más altas. No sólo acaba contrato Pellicer en junio, también lo hace Loren Juarros, los dos máximos responsables deportivos. Y si hay que tomar decisiones estratégicas y estructurales siempre conviene tener las luces largas. El director deportivo contemplaba con tranquilidad en las gradas de la Ciudad Deportiva la primera victoria del filial. Pellicer está cuestionado, pero su trabajo está ahí y ya sorteó situaciones límites y muy complicadas en su lustro en el banquillo.

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