artesanía

La taracea, un arte en peligro de extinción

  • Desde su taller de Mijas Pueblo, Manuel Morillo mantiene vivo uno de los oficios más antiguos basado en la creación de diseños de estilo árabe

Manuel Morillo realiza una de sus piezas en su taller de Mijas Pueblo.

Manuel Morillo realiza una de sus piezas en su taller de Mijas Pueblo. / e. m.

Manuel Morillo aprendió de su padre el oficio de la taracea, una de las técnicas artesanales nazaríes más minuciosas consistente en la creación de dibujos geométricos de estilo árabe en diferentes maderas que van superponiéndose hasta crear un diseño único. Natural de Granada, cuna de este arte que se inspira en los diseños de la Alhambra, Morillo aterrizó en Mijas en el año 1978, recién cumplida su mayoría de edad, donde decidió continuar con el negocio familiar. Aunque asegura que es un oficio destinado a desaparecer, trabaja cada día en su taller de Mijas Pueblo por mantener viva esta tradición. "No me gustaría que esto desapareciera y me gustaría que mi hijo lo heredara. Sería una pena que se perdiera porque es un legado que nos dejaron los árabes", comenta este artesano, el único de la provincia de Málaga dedicado al arte de la taracea.

Realizar cada una de estas piezas, desde tablas, cajas de diferentes tamaños, tableros de ajedrez o mesas, puede llevarle entre cuatro días y más de una semana. "Disfruto mucho haciéndolas, sobre todo disfruto más haciendo tablas o mesas, cuanto más grandes mejor, porque es en estas piezas donde me recreo y tengo más libertad para desarrollar mi creatividad",afirma.

Sería una pena que esto desapareciera porque es un legado que nos dejaron los árabes"Manuel MorilloArtesano

La primera pieza que creó fue una cerillera siendo apenas un adolescente cuando aún vivía en su ciudad natal. "Mi madre la puso en la calle y yo me subí al balcón para ver si alguien la compraba. Se vendió ese mismo día", señala. A partir de ahí empezó a aprender el oficio hasta ayudar a su padre en la tienda. "Mi padre montó su primer taller en Granada con 17 años. Siempre me decía que la primera máquina para cortar las maderas se la hizo él mismo con un eje de bicicleta", relata. "Ahora me toca a mí enseñarle a mi hijo para que siga el oficio, pero es muy difícil, es un trabajo muy laborioso en el que se tarda mucho en hacer las cosas y no a todo el mundo le gusta", agrega.

Por su tienda han pasado todo tipo de clientes, pero los que más demandan este tipo de productos son el turista extranjero, sobre todo el inglés, y el del norte de España. Pero asegura que cada vez son más los clientes de la provincia de Málaga que solicitan muchas de sus piezas previo encargo. Pero entre todos ellos, si alguien ha marcado un antes y un después fue la visita de una princesa de Arabia Saudí en el año 2007. "Entró con todo su séquito. Ella se puso al lado del mostrador sin decir nada y con ella había otras ocho mujeres todas vestidas de negro. En cada puerta un guardaespaldas y dos más en la acera de enfrente. Ella solo señalaba con la mano lo que quería y tal como entró se fue. Una vez ya estaba todo hecho fue otra persona la que me preguntó cuánto era. Se dejaron unos 800 euros. Nunca había visto eso hasta entonces", recuerda.

Su sorpresa fue a más cuando en octubre del año pasado revivió aquella misma escena. Vendió una cifra todavía mayor y prácticamente más de la mitad de los productos que tenía en tienda. Le ha llevado más de seis meses trabajando a destajo reponer todas esas piezas.

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