Cultura

Antonio Orozco: "No le daría ningún consejo a nadie"

  • El artista actúa este domingo 4 de diciembre en el Palacio Municipal de Deportes San Pablo

Antonio Orozco, en la última gala de los Premios Dial.

Antonio Orozco, en la última gala de los Premios Dial. / Efe

Lleva despertando los sentimientos más escondidos con sus canciones desde hace más de 20 años y ahora comparte parte de ese don con sus alumnos en La Voz. Aunque a Antonio Orozco no le gusta dar consejos, él prefiere ser honesto e ir siempre con la verdad por delante. "Siempre me gusta contar las realidades como son, nunca jamás he mentido porque creo que en esta profesión hay que ser muy honesto", asegura el artista. Inmerso en una de las giras "más importantes de su carrera", el autor de Entre sobras y sobras me faltas actúa este domingo 4 de diciembre en el Palacio Municipal de Deportes en un concierto que para él será muy especial.

Para los andaluces, el 4 de diciembre es más que una simple fecha en el calendario, quizás para Antonio Orozco, también. El artista, que no para de cosechar éxitos con su último trabajo, Aviónica, tenía previsto actuar en Sevilla el pasado 14 de octubre en el Auditorio Rocío Jurado. Por cuestiones ajenas a su voluntad y ya conocidas por todos, el cantante se vio obligado a dar un giro de guión al que iba a ser uno de sus conciertos más esperados. "Venir a cantar a Sevilla siempre es especial y hacerlo es un orgullo máximo para mí, sobre todo con esta gira tan importante. Por eso estamos más ilusionados con esta nueva fecha y afrontamos el concierto con mucha más ilusión que antes. Es un día importante para la ciudad y hay mil actividades y eventos, intentaremos que el concierto sea más especial todavía", explica Antonio Orozco.

El artista tiene todos los avales necesarios para lograr lo que promete y hacer que su concierto de Sevilla sea inolvidable. Nueve discos, al que se suma su último trabajo (Aviónica), más de 1.500.000 discos vendidos, 1 disco de diamante, 10 discos de platino y numerosos de oro son las credenciales con los que Orozco llega al Palacio de Deportes, aunque el artista es mucho más que simples números. Empezó cantando en bares, como la mayoría de artistas de su generación, y tiene a sus espaldas muchos kilómetros de carretera y manta que parecen no pesarle.

"Ahora estamos acostumbrados a acabar con un artista a la semana, a consumir canciones que a los cinco minutos han muerto"

"Llevo 22 años con una guitarra colgada, he tocado en bares que no te puedes ni imaginar, he dormido menos de lo que debería y al final ¿cuántas horas llevo subido a un escenario? Eso es lo que importa", reconoce el artista, para el que la profesión es una carrera de fondo. "Ahora estamos acostumbrados a acabar con un artista a la semana, a consumir canciones que a los cinco minutos han muerto, y yo no quiero hacer eso", cuenta el coach de La Voz, programa en el que tiene la enorme responsabilidad de ser los ojos a través de los que sus pupilos observen el mundo de la industria musical.

Aunque Orozco lo tiene claro y, a pesar de no dar consejos, más bien contar las verdades, recomienda "ser tú el que elijas cuando te toque elegir". "Siempre he elegido lo que quería hacer y creo que eso me ha diferenciado. Me gusta contar una anécdota de Björk, que cuando todo el mundo quería vender millones de discos ella decidió vender sólo 1.000. Eso quiere decir que hacer lo que hacen los demás no es lo correcto", cuenta el autor de Devuélveme la vida.

"Las canciones son las únicas que tienen la poca vergüenza de entrar en el oído y en el corazón del que las escucha sin pedir permiso a nadie"

De desviarse del camino del resto el coach de La Voz sabe bastante. En tiempos de consumo acelerado en los que un artista lanza un promedio de dos canciones al mes, el catalán se ha tomado cinco años para preparar su décimo trabajo. "Hacer una canción y buscar una historia que contar es de las cosas más difíciles del mundo, porque las canciones son las únicas que tienen la poca vergüenza de entrar en el oído y en el corazón del que las escucha sin pedir permiso a nadie. Eso es algo muy difícil", cuenta emocionado. Esta emocional forma de entender la manera de hacer música es la perfecta explicación al tiempo que Orozco se toma en preparar sus trabajos. "Tengo diez minutos para coger un barco, salir al mar, bañarme y volverme porque tengo una reunión. La prisa e ir al mar son incompatibles, con la música pasa igual", expone el artista.

En esa pausa escogida, la vida de Orozco parece haber cambiado bastante. Asegura haber dejado de ser ese chaval que hacía canciones para convertirse en algo cotidiano, en el mejor de los sentidos. "Llevo nueve años metiéndome en las casas de la gente sin pedir permiso, me siento parte de su cotidianidad y eso me parece algo muy bonito. Cuando me preguntan si me molesta que la gente me pare por la calle siempre hago la misma reflexión: ¿Le molestará a la gente que yo me meta en sus casas", expone. La respuesta, de materializarse la pregunta, debe ser negativa, porque Orozco es uno de los coaches más queridos del programa y eso es algo que se ha ganado con su naturalidad, su humildad y su forma de trabajar. "Estar en La Voz es una de las experiencias más bonitas que he vivido. Ver a los concursantes con la ilusión con la que participan, conocer sus historias, acercarse a sus familias... Me siento como una especie de pequeño gurú, con una responsabilidad enorme, por eso tengo que ser siempre sincero y contarles las verdades del barquero", comenta. 

Su sinceridad, dentro y fuera del escenario, con los concursantes de La Voz o en una pequeña entrevista en la que se ofrece a sujetar la grabadora, es la responsable de que Antonio Orozco, al margen de la sociedad de consumo, siga siendo uno de los artistas españoles con mayores éxitos y satisfacciones. Aunque ambos, los éxitos y las satisfacciones, trasciendan los números y las cifras y se transformen en la capacidad de erizar una piel con un tema actual, de la misma forma en la que conseguía pellizcar el alma con Devuélveme la vida hace ahora 20 años. Orozco cambia de fecha y de recinto, sí, pero su don para seguir transmitiendo bonito no entiende ni de días en el calendario ni de geografías en el mapa.

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