Festival Interestelar

La ola que todo lo arrasa

  • El sábado tuvo lugar la segunda jornada del Festival Interestelar en las praderas del CAAC dejando patente que en el cartel no había otra banda que concitase un interés como el de Vetusta Morla

Vetusta Morla y Arcángel

Vetusta Morla y Arcángel / Juan Carlos Vázquez

En la segunda jornada del Festival Interestelar, celebrada el sábado, cuando apenas pasaban quince minutos de las diez de la noche se sintió el pulso de una ola que arrasó con todo lo que tenía delante; Vetusta Morla habían tomado el escenario Cruzcampo y Pucho, Indio, Guillermo, Álvaro, Jorge y Juanma se convirtieron en el viento que arrolló cualquier tópico sobre el desarrollo y significado de un festival como este; en el torrente de agua que inundó filas y más filas de incondicionales a los que les limpió del pensamiento cualquier molestia sufrida anteriormente por el afán recaudatorio de la organización de The Music Republic, que FACUA está denunciando. La música fluyó para traspasarnos el sentimiento de que dejásemos atrás los malos rollos, las frustraciones, las incomodidades, convertidas en pura energía liberada a través de las canciones que estábamos escuchando.

A partir de las diez y cuarto de la noche toda la vida que había por detrás de la última fila de espectadores atentos a ellos quedó paralizada. La gente en la zona de restauración era escasa y se apuraba para unirse a la fiesta de allí delante; eran las únicas personas que cruzaban una pradera totalmente vacía, como lo estaban también las barras más apartadas del escenario; en el de Astro Club apenas llevaba cinco minutos Rorro lanzando sus ritmos electrónicos para la veintena escasa de espectadores que negaban sus aplausos a la banda estrella de la noche.

Con Vetusta Morla, además, escuchamos el primer riff de guitarra que podíamos calificar de killer, y no se hizo esperar porque estuvo incluido en la primera de sus canciones, No seré yo. Desde el inicio la banda desplegó toda la policromía de su abanico sonoro, mostrándonos el bello contraste de texturas y colores de sus canciones siguiendo con otra totalmente diferente, con la instrumentación electrónica como una hermosa peana sobre la que lucía, majestuosa, La Virgen de la Humanidad. Esta canción habla de cómo nos siguen pegando arriba y abajo, a un costado y a otro, pero Pucho, que siempre ha abogado por que no se pierda la magia de los conciertos, incidió en que debíamos ser muy conscientes del privilegio que teníamos por estar esta noche disfrutando de música en vivo. Yo mismo fui ayer muy crítico en estas páginas con este festival, que tantísimas cosas tiene que enderezar y mejorar, pero que cuenta en su haber con otras muchas que tenemos que reconocerle, como hizo aquí el cantante desde el escenario, agradeciendo la oportunidad de volver a este Interestelar que tanto nos ha dado en nuestra carrera.

Vetusta Morla Vetusta Morla

Vetusta Morla / Juan Carlos Vázquez

Uno de los momentos más especiales del concierto llegó cuando Pucho anunció que les acompañaba esta noche un amigo al que desde la raíz le gusta hacer herejías; esa alusión al título de un disco en el que el cantante y el batería habían colaborado brindando una canción para Arcángel, no dejó dudas sobre a quién se referían antes incluso de pronunciar el nombre de este artista. Con él a su lado comenzó Pucho a entonar ese fandango con actitud electrónica que es Puñalada trapera, y en cuanto en su letra hizo mención de soy arcángel, entró este para hacernos saber que mi canto es imborrable y yo soy el viento en tu tejado. Un viento flamenco que trae ecos de otros estilos.

El sur se unió con el norte cuando la banda siguió con Finisterre, en una versión igual de fascinante que la que le escuchamos en directo en la Cartuja, aunque aquí estuviese desprovista de la percusión arcaica de El Naán y Aliboria, que allí le dieron tan bello contrapunto. Deslumbrante fue también La vieja escuela, introducida por las áridas notas del piano, que de vibrante mutó en avasalladora en cuanto restalló la batería y se le unieron todos los demás instrumentos. Quedaba poco para llegar al final y todavía no había sonado el gran éxito que siempre espera el público, Los días raros. Esa canción marcó la despedida de Vetusta Morla, con un espectacular desenlace que nos dejó subyugados.

Vetusta Morla Vetusta Morla

Vetusta Morla / Juan Carlos Vázquez

Después de este concierto hubiese sido perfecto hacernos bajar de la nube despacito y sin perder la sonrisa que iluminaba nuestras caras con Sidonie, que, a pesar de su espartana puesta en escena, ofrecieron un concierto muy directo, con el punto focal en las canciones y no en los recursos técnicos que hubiesen podido aprovechar de ese escenario principal. El público respondió perfectamente a la cercanía de la banda que incluso la premió paseando a Marc Ros a hombros entre la apretada masa de público durante Un día de mierda. Tuvieron también un convidado especial, invitando a subirse al escenario con ellos a Álvaro Surma, el cantante de Niña Polaca, la banda que había abierto las puertas de esta segunda jornada del festival, de la que Marc, de manera muy emotiva, confesó que los componentes de Sidonie eran fervientes seguidores. En lugar de esta transición caímos de golpe al vacío de Ladilla Rusa, que si bien al principio resultaban divertidos con el guiño a Me gusta ser una zorra que enlazaron con Macaulay Culkin por el palo de Los Chichos, cuando ya llevaban un rato se habían convertido en lo que denunciaban en su canción Todos los días lo mismo, una repetición de conceptos con la que pasaron a ser en un chiste malo. Esa fue precisamente la canción que me animó a buscar prados más verdes en el tercer escenario, en el que Mario Beni extraía de su consola unos ritmos electrónicos mucho más interesantes y mucho más atronadores.

Hasta llegar a todo lo que he relatado, atrás fueron quedando conciertos de interés creciente de La Habitación Roja, Dani Fernández y Second. Entre estos últimos me di también la oportunidad de conocer a Bely Basarte y descubrir las razones por las que tuvo el privilegio de ser invitada a cantar en nuestra ciudad unos meses antes en la gala de los Goya, que no vi. Su policromo pop me endulzó el sabor dejado por Dani y me preparó para el asalto del grupo liderado por Sean Frutos, que dejará de existir tras esta gira, después de 25 años recorriendo escenarios.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios