Atrapada en un ascensor por el apagón en Marbella: “Ha sido el momento de ansiedad más grave de mi vida”

La joven piensa que tardará tiempo en volver a coger un elevador

El día que Málaga retrocedió más de un siglo por el apagón: crónica de un lunes negro

Denisa Kekacova junto al ascensor en el que se quedó encerrada.
Denisa Kekacova junto al ascensor en el que se quedó encerrada. / M. H.

Denisa Kekacova es una joven que ayer quedó atrapada en el ascensor del edificio en el que reside en Marbella cuando se produjo el apagón energético masivo, una experiencia que ha vivido como “el momento de ansiedad más grave de mi vida” y que piensa que tardará tiempo en volver a coger un elevador, al menos sin compañía.

Kekacova trabaja con su compañero en una heladería de la avenida General López Domínguez de Marbella, adonde se disponía ayer a ir momentos antes de que se produjera la falta generalizada de suministro: “Entré al ascensor, y después de 3 o 4 segundos se apagó, me quedé encerrada. La verdad es que me agobié muchísimo, porque se quedó sin luz, empecé a gritar y a tocar, y estuve 10 minutos gritando para que alguien me oyese porque no respondía nadie”, ha relatado.

Intentó llamar a su compañero por teléfono, pero no tenía cobertura: “Pensaba que era por el ascensor, que no llegaba la señal, y al final me escucho una mujer y después de un tiempo llegó un chico y me abrió”, ha destacado. “En cuanto vino y escuché a alguien ya me tranquilicé, porque decía que ya está viniendo un chico. La ansiedad vino después cuando salí, que me puse a llorar porque ha sido un momento de estrés”.

Denisa Kekacova y Julián González en su heladería.
Denisa Kekacova y Julián González en su heladería. / M. J. S.

Ya en su casa, “pensaba que se había ido la luz en el edificio y que por eso me quedé encerrada” y al no tener cobertura “no sabía que estaba pasando”, valorando que ha tenido “suerte” de haber quedado “encerrada en la misma planta, y nada más tuve que saltar un pelín para salir del ascensor”.

La experiencia la ha vivido con “mucho agobio, fue el momento de ansiedad más grave de mi vida, porque era un poco complicado. Lo peor es cuando vi que el móvil no respondía y que nadie me escuchaba, ha sido muy agobiante”. A ello ha sumado las dimensiones del ascensor, que es “pequeño” y “tampoco había luz de emergencia, estaba a oscuras por completo”.

“Me da miedo coger el ascensor y yo creo que voy a tardar tiempo para cogerlo de vuelta, sola sobre todo, porque si nadie me hubiera escuchado, habrían tardado tiempo en sacarme”, relata la joven 24 horas después del suceso, con el que “pensé que si me quedaba en el ascensor podía quedarme sin oxígeno, que nadie me va a escuchar. Ha sido suerte que no quedé entreplantas, porque ahí sí que tardarían más en sacarme”.

Cierre de comercios

Tras el encierro, rescatar el género de la heladería era la prioridad de Kekacova y Julián González, que se encontraba en el establecimiento “fabricando” helados artesanales cuando se produjo el apagón. Una vez superado el susto del ascensor, el joven se fue a San Pedro a buscar un generador de energía, mientras ella se fue al polígono a por gasolina.

“Yo pensaba que era un ciberataque, pero tampoco sabíamos mucho”, ha relatado el joven, quien ha destacado que sobre las 14:00 horas volvió la luz unos 20 minutos, lo que permitió que “los congeladores volvieran a levantar temperatura y se mantuvieron bien” los helados. “Sobre las 16:00 volvió la luz solo en esta calle, hemos tenido suerte porque no hemos perdido nada de género, solo el día de ventas”, ha señalado.

La carnicera Rosario López.
La carnicera Rosario López. / M. J. S.

A pesar de ello, decidieron no abrir: “El problema era que si sacábamos todo de los congeladores, lo poníamos en la vitrina y se volvía a cortar la luz, ya lo tenemos que guardar otra vez”. Ello supondría una “más gasto de dinero y de trabajo”, por lo que “decidimos dejarlo todo en el congelador y lo subimos más fuerte por si se cortaba la luz, que los helados estuvieran duros y aguantaran más”, ha apuntado.

A Rosario López le pilló el apagón trabajando en su carnicería, localizada en la calle José María Torres Murciano. “Estaba trabajando y fui al vecino a ver si tenía luz, había sido muy raro porque no se habían bajado los plomillos”, ha comentado de una jornada en la que hubo una segunda interrupción del suministro pero se mantuvo por la tarde. “Ya no se abrió la carnicería porque había mucho miedo, lo que hicimos fue cerrar la persiana e irnos para la casa”, ha señalado de un día en el que “no he notado pérdidas porque han sido horas y la cámara está bien, no se ha puesto nada malo”. “La reacción de los clientes es pan, agua y fiambre, porque era lo único que podían hacer, un bollo”, ha agregado.

Juan Carlos Sierra en el mostrador de la tienda.
Juan Carlos Sierra en el mostrador de la tienda. / M. J. S.

Juan Carlos Sierra es empleado de una tienda de electricidad que ayer se vio obligada a cerrar por el apagón energético, aludiendo a pérdidas por “tener el comercio cerrado”. La falta de luz generó en el establecimiento no poder atender a los clientes, solo a aquellos que cuentan con “crédito” mensual al “no saber los precios” y “no podemos conectarnos al ordenador”. “Los españoles somos las únicas personas que tropezamos dos veces con la misma piedra, no vamos a ser precavidos nunca”, ha lamentado.

“El apagón nos pilló con clientes en la tienda. De repente se apagó todo, nos quedamos sin internet y sin luz. Tuvimos que buscarnos la vida para poder cobrar a los clientes y buscar los códigos de los productos” que no tenían precio para cuadrar la caja una vez que volviera la conexión, ha apuntado Inmaculada Torres, que trabaja en una tienda de mascotas. Según ha indicado, “no hemos perdido nada”, pero ha destacado que “había cosas que no podíamos vender”. En un principio, pensó que “era una avería general, porque mire el semáforo y también estaba sin luz” y una vez sabido que se trataba de un apagón general que “esto es la guerra de este siglo. La manera que tienen de manipularnos es así, dejarnos sin internet, sin luz o no puedes sacar dinero del banco”, ha valorado.

Inmaculada Torres atendiendo al público.
Inmaculada Torres atendiendo al público. / M. J. S.

Natalia Tárraga trabaja en una gasolinera en la que ayer se vio interrumpido el suministro de combustible a causa del apagón masivo. “Estábamos aquí, y de repente se apagó la luz y se fue todo. Tuvimos que parar porque no se podía echar gasolina ni lavar los coches, no se podía hacer nada” porque los surtidores no funcionan sin electricidad, ha señalado.

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