Josefina Arias: la yaya influencer de Marbella

La maestra feminista octogenaria publica relatos para ayudar a asociaciones benéficas, divulga la obra de artistas olvidadas, poetas, escritores y científicos en charlas y redes sociales

Josefina Arias, maestra.
Josefina Arias, maestra. / Miguelón

"Sigue adelante, no te dejes atrofiar intelectualmente; hay pocas personas como tú, que con más de setenta años sientan interés por la cultura”, le aconsejó el escritor José Manuel Caballero Bonald, hace más de una década. A sus 83 años, Josefina Arias sigue a rajatabla las palabras del Premio Cervantes. Se dedica a reivindicar la poesía de Rafael de León, el profeta del amor en las penas y alegrías, para unos, o de las pasiones maricas ocultas en la copla, para otros. Y a escribir relatos para arrimar fondos a las causas benéficas.

Este fin de semana le toca participar en la XIII Marea Rosa. La marcha que la Asociación Española contra el Cáncer celebra este domingo en Marbella, en apoyo a las personas que padecen tumor de mama. Josefina se reunió con la organización para seguir las pautas de esta jornada.

–Estaré vendiendo tiques, calendarios y camisetas en esta carrera solidaria, que tiene como objetivo concienciar sobre la importancia de la prevención y detección temprana del cáncer de mama. Siempre he participado en esta jornada, incluso en la carrera. Es una forma de mostrar la solidaridad y el apoyo a las personas que luchan contra el cáncer.

Junto a Mario Vargas Llosa.
Junto a Mario Vargas Llosa. / Miguelón

Desde siempre tengo presente la solidaridad. Lo he vivido en casa, mi padre tenía una fábrica de cerámicas en Canarias y ayudaba a todo el que podía. Le decíamos que tenía un agujero en la mano. De él aprendí que siempre habrá personas que están peor que tú; y en la medida de lo posible debes ayudarlas. En una ocasión, hablando con Ana Garrido, la presidenta de la asociación Ser Humano, le comenté sobre los cuentos que yo escribía. Al poco tiempo me llamó para pedirme que hiciera un relato, que sirviera de mensaje para que la gente conociera la existencia de su colectivo. Ser Humano Marbella, que ya no existe, hizo una tremenda labor con las personas sin hogar, a quienes les daba comida y ropa limpia. Ofrecía noventa menús diarios y atendía a más de 200 personas mayores de escasos recursos, y a familias con niños a su cargo.

Entonces escribí Mariposas de colores, inspirada en la energía de los colores y mi fascinación por las mariposas, para transmitir en un cuento la labor de esa asociación. En una primera edición se hicieron 2.500 ejemplares y luego la imprenta municipal editó otros 3.000, con ilustraciones de Alba Mateo. Fue traducido al inglés, varias profesoras de Lengua lo leyeron y les ha gustado, se distribuyeron en los colegios, como una herramienta didáctica. Se vendían a tres euros. Otro relato, Las castañuelas mágicas, que hice para la asociación Diabetes Cero, ha tenido aún más recorrido, se editó en una imprenta de Écija (Sevilla) y se distribuyó por toda Andalucía.

–Esa no era la primera vez que Josefina recurría al invento en su modélica campaña: ya había apostado antes por los enfermos de cáncer y de Alzheimer o por los animales abandonados de la Triple A, recuerda Francisco de Asís López Serrano, exarchivero municipal, que hace ocho años presentó los relatos de Arias. Lo que se obtuviera en este negocio, de esta meritoria iniciativa, probablemente no alcanzaría ni para diez minutos de investigación, pero, como apostillaba Cyrano a su amigo: ¿Y el gesto?. El gesto es la sutileza, que la mayoría de las veces revela lo que somos. Esa es la clave de todo cuanto escribe Josefina, el gesto universal de la solidaridad. Porque hay quien agarra sus ánimos, sus ideas y sus ahorros y los pone al servicio de la comunidad, de gente que no conoce. Son personas con rostros, y con las mismas zozobras que los demás, a quienes las vidas ajenas les importan. Miren a Josefina.

Con María Victoria Atencia.
Con María Victoria Atencia. / Miguelón

Se presenta como una activista de las letras. Lleva más de dos décadas dedicada a colaborar con la asociaciones benéficas, a recitar poemas, y a celebrar los aniversarios de cada autor, con charlas dedicadas a poetas y escritores españoles. Ha publicado una docena de cuentos infantiles y un libro de relatos y poemas, pagados de su bolsillo, para destinar los modestos beneficios de su venta a acciones solidarias. Es la forma que ha encontrado de colaborar desde Cáritas o Marbella Solidaria hasta la asociación de lucha contra la esclerosis múltiple, el alzheimer, el cáncer, la defensa de los Animales Abandonados o Las Hermanitas de los Pobres de Ronda. Les ha dedicado sus cuentos y relatos. Suma más de 16 publicaciones.

–En una de las primeras asociaciones que participé fue la de Amas de Casa, donde había clases de corte y confección, se jugaba al bingo, se hacían meriendas y viajes. Les di una charla sobre la videncia, fue muy entretenida.

Esta maestra jubilada, que en Instagran responde a la @yayainfluencermarbella, consigue llenar las salas de las dependencias municipales, el casino local o de las diferentes asociaciones, donde divulga biografías de poetas y artistas mujeres olvidadas. Algunas de sus seguidoras le aseguran que no han dejado de asistir a ninguna de sus conferencias. A Josefina también le gusta cantar coplas.

En una jornada de la Marcha Rosa.
En una jornada de la Marcha Rosa. / Miguelón

–De memoria estoy muy bien. Estudio antes el tema del que voy a hablar. Ahora le dedico tres o cuatro horas, antes lo hacía en una hora y media. Nunca cojo un papel. Doy conferencias sobre Antonio Machado, Miguel Hernández o Francisco Ayala, que es un ejemplo a seguir, Mario Vargas Llosa o Santa Teresa de Jesús. A Rafael de León no se lo ha valorado como poeta, de él se habla muy poco, siendo uno de los más grandes del siglo XX. En el colegio no saben quién es porque no se lo tiene en cuenta. Ahora hay escritoras que lo dan a conocer.

En su cuenta de Faceboook, donde tiene centenares de seguidores, anuncia: "Hoy no canto, recito. Me he atrevido con Tatuaje, de Quintero, León y Quiroga. Las palabras de esta copla tienen tanta fuerza, que basta con decirlas en voz alta para que vuelvan a cobrar vida". Y entonces recita: Él vino en un barco, de nombre extranjero./ Lo encontré en el puerto un anochecer.... La copla que Lola Flores, que recitaba como nadie, la Anna Magnani española, no la llegó a hacer.

Jesús Pascual, autor del libro Querer como las locas; pasiones maricas ocultas en la copla de Rafael de León, y director del documental ¡Dolores, guapa!, no tiene dudas, de que fue De León quien puso música a la España de posguerra. Lo considera un poeta de canciones de amor, de deseos al borde del abismo en la etapa franquista, canciones de masas, de carga moral castigadas, de penas que se cantan.

En una campaña de recogida de alimentos.
En una campaña de recogida de alimentos. / Miguelón

–Rafael de León es parte de la Generación del 27, permaneció fiel al mensaje lírico andaluz de García Lorca. No fue un imitador; fue su seguidor. Escribió para el libro Federico García Lorca: Cartas a sus amigos y formó, con Quintero y Quiroga, parte del trío de la canción andaluza. La crearon, la dignificaron, la sublimaron, amparándose en la copla flamenca y en la tradición lírica andaluza. Fue el mayor autor de coplas de la historia del país, con más de ocho mil canciones, y de flamenco, pop y otros géneros, que interpretaron desde Lola Flores a Manolo Escobar. Compuso para Charles Aznavour, Salvatore Adamo, Raphael, o Nino Bravo, que consiguió el disco de oro en el Festival de Benidorm por Te quiero, te quiero.

Siempre ayudo a las mujeres, no quiero que haya supremacía de los hombres sobre las mujeres. Soy feminista, apoyo a la mujer, he dado charlas de Clara Campoamor, Victoria Kent o de Maruja Mallo, esa mujer que tuvo que cambiar su nombre, al igual que Josefina de la Torre; de todas ellas yo aprendo.

Maruja Mallo, la pintora que adoptó el seudónimo de Ana María Gómez González, fue una de las principales figuras de la generación del 27, de la que formaron parte Rafael Alberti, Salvador Dalí, Federico García Lorca, María Zambrano, Luis Buñuel o Rosa Chacel. Fue quien presentó a la mujer desde una perspectiva moderna. Un día, en el Madrid de los años veinte, Federico García Lorca, Salvador Dalí, Margarita Manso y Maruja Mallo pasearon por la Puerta del Sol quitándose el sombrero. Fue una actitud transgresora, que pretendía romper la norma y, metafóricamente, liberar las ideas y las inquietudes.

Asociación familiares de Alzheimer.
Asociación familiares de Alzheimer. / Miguelón

Maruja Mallo, recordaría que se les ocurrió quitarse el sombrero para descongestionar las ideas. Por ese acto fueron apedreados e insultados. Jorge Luis Borges se hizo eco de ello con un artículo: “Los intelectuales son contrarios a la costumbre de usar sombrero”.

–A ese grupo de mujeres, formado por María Zambrano, Rosa Chacel, Margarita Manso y Maruja Mallo, también perteneció Josefina de la Torre, incomprendidas todas por la sociedad. De la Torre, la escritora grancanaria, que bajo el seudónimo de Laura de Comminges escribió una serie de novelas amorosas. Proveniente de la burguesía culta y liberal de las Islas Canarias, además de componer, tocaba el piano, la guitarra y el violín. Fue cantante y actriz, y realizó otras actividades relacionadas con el cine, una voz maravillosa de doblaje en RNE.

Zenobia Camprubí, la mujer de Juan Ramón Jiménez, traductora de Rabindranath Tagore, sufrió las consecuencias de la neurosis depresiva, que padecía su marido. Fue una de las pioneras del feminismo en España, miembro del club femenino Lyceum con Victoria Kent, una asociación de mujeres que funcionó en Madrid en los años veinte y treinta. Carmen de Burgos fue la primera corresponsal de guerra de España. Se inició con los hechos del desastre del Barranco del Lobo en el Rif, (Marruecos) en 1909, adonde se desplazó para contarlo en sus crónicas en El Heraldo de Málaga. La convivencia con los soldados durante ese conflicto, en los alrededores de Melilla, la llevó a defender la objeción de conciencia. Al regresar de un viaje a los países nórdicos, el estallido de la Primera Guerra Mundial la cogió en Alemania, y desde allí envió sus crónicas. Después publicó La mujer moderna y sus derechos, una síntesis del pensamiento feminista que defendió durante toda su vida.

–A María Victoria Atencia la conocí en Málaga, en un stand en la feria del libro, ya había leído El Oro de los Tigres, me recomendó más de su biografía, luego la vi en Marbella cuando vino a visitar un instituto. Recientemente ha sido galardonada con el Premio Nacional de las Letras Españolas.

En una mesa de la Asociación contra el Cáncer.
En una mesa de la Asociación contra el Cáncer. / Miguelón

María Zambrano, que no es solo el nombre de una estación de trenes, sino una filósofa y escritora conocida por su amor por los gatos. En su tumba, en el cementerio de Vélez Málaga, siempre tiene una colonia de gatos. Muchos se acercaban al cementerio a visitar su tumba por ese simbolismo especial, por el amor que ella demostró por esos animales.

Ana María Matute, fue una mujer subyugada por su marido, un adicto al juego que le vendió las joyas y los abrigos. La obligaba a escribir un cuento todos los días.

Josefina con familia en Sevilla y Córdoba, pasó buena parte de su vida en Canarias y Madrid.

–Muchos de los azulejos de los bancos y murales, que representan a las provincias en la Plaza España de Sevilla, fueron hechos por mi abuelo. Manuel Arias Rodríguez, fue uno de los grandes ceramistas de la fábrica La Cartuja, que dejaron huella en la obra monumental del arquitecto Aníbal Rodríguez. Mi padre siguió la tradición y fue ceramista y alfarero, un referente.

Desde 1963, fue maestra de cursos infantil, primaria y adultos, tutora de alumnos de Magisterio y encargada de las prácticas de alumnos de las Escuelas de Universitarias de formación del Profesorado de la Universidad Complutense de Madrid, donde también estudió logopedia.

–En Instagram cuelgo las conferencias sobre literatura y científicos, estudio sobre ellos. Ahora estoy preparando un libro de cinco o seis cuentos para Cáritas. Trato de pasar desapercibida y estar con la gente sencilla de la calle.

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