Pakkito Ortiz, el DJ que comenzó pinchando discos en un kiosco de helados de Marbella

Disc jockey de fiestas privadas, de la jet, de jueces, discotecas, hoteles o bodas. Coincidió con José María Aznar o Mario Conde

Equipo de Disco 2000
Equipo de Disco 2000 / Archivo Personal Pakkito Ortiz

En la tienda nunca hubo un ordenador. Lo sabía todo de cabeza. Conocía cada disco con solo ojear los filos de la funda exterior. Excepto los de los muertos, así llama Pakkito Ortiz a los discos de música clásica. A finales de la década de los setenta contaba con trece años y vendía helados en el kiosco que tenía su madre frente al hotel Lima. Armado con un amplificador y dos tocadiscos, sin necesidad de un mezclador, aprendió a animar a los clientes. Se sentía tan disc jockey en el kiosco, sirviendo polos y granizados, como en las fiestas que organizaban sus amigos.

–Venían los clientes y yo les ponía música con discos de vinilo en el tocadiscos. Desde los nueve años el dinero que conseguía lo gastaba en música. Los compraba en Discos 2000 y le decía a María Castro, la encargada de la tienda, que yo lo que quería era trabajar allí.

No olvido el 13 de septiembre de 1984, cuando fui a la tienda a comprar el disco The street life de la banda The Crusader, y María me preguntó si quería empezar a trabajar. Le había comentado de mí interés a la dueña. Claro que quería trabajar, tenía diecisiete años, pero solo pensarlo no me salían las palabras.

Cuando estaba en la mili en Málaga, mi padre enfermó gravemente y pude conseguir el traslado a la ayudantía de Marbella. La mañana o la tarde que libraba en la mili, trabajaba en la tienda.

La dueña era Kristen Müller, una alemana de Colonia que en 1979 había abierto la tienda de discos en los bajos del hotel San Cristóbal, en la calle principal de Marbella.

–Yo no conocía Londres y mi jefa me mandaba allí para traer música de importación de los ochenta y los noventa, que llegaba a Inglaterra vía Estados Unidos. Fui al menos cinco veces. Los maxi singles para las discotecas los compraba en Barcelona por teléfono. Con solo escuchar unos segundos me bastaba para elegir los discos. Entonces venían de todas las discotecas a comprarnos, desde Gibraltar a Málaga. Desde Waves de Tarifa, que también eran distribuidores de música, a Oh Marbella o Pippers de Torremolinos. Nos abrimos al mundo DJ para ampliar más el terreno. Vendíamos música pop, jazz, de todo. Vender es que el cliente se lleve un disco que no pensaba comprar, lo otro es despachar.

Uno de nuestros mejores clientes era el señor Vázquez. Un ex militar de Franco, al que le faltaba un pierna, y que venía a la tienda todos los sábados. Félix Romero tiraba del carro de Vázquez, que se pasaba toda la mañana con los discos de música clásica. Venía a buscar nuevas versiones y yo no podía tener todas las versiones de cada autor. Era un cliente de muertos y uno de los únicos dos a los que la dueña le permitía devolver los discos. El otro era Marcos Sáinz, uno de los arquitectos que hizo Puerto Banús y uno de mis mejores clientes.

–Iba los sábados, era mi deber semanal, compraba cinco o seis discos de jazz o de música contemporánea. Me llevaba una buena selección de música que me recomendaba Pakkito, recuerda Sáinz.

–Teníamos público local y extranjero. Cuando estaba en la tienda iban padres con sus hijos para inculcarle el gusto por la música, alguno de ellos, me consta, se hizo un gran seguidor de los Beatles. Los 31 de diciembre vendíamos muchísmo.

Un día entró a la tienda Claude Challe, el DJ de música chill out, que había hecho mezclas para el Buddha Bar de Paris. Cuando lo vi empecé a mirar los discos porque su cara me resultaba conocida, la había visto en alguna portada. Entonces se acercó y me dijo: "Sí, soy yo".

Challe, de origen tunecino, había empezado como peluquero en París para luego viajar por distinto lugares de las migraciones hippies. De vuelta en París dirigió varios clubes como Le Privé, Le Centre Ville en Les Halles, Les Bains Douches, El Divino en Ibiza o el Buddha Bar.

Pakkito con Claude Challe
Pakkito con Claude Challe / Archivo Personal Pakkito Ortiz

El restaurante club francés se convirtió en un destino popular y dio nombre a las recopilaciones y mezclas que hizo Challe para el Buddha Bar.

–Muchos restaurantes hicieron sus propias recopilaciones de discos como el Oh Marbella. Challe me pareció un tío muy simpático que con sus ochenta años ahí sigue, produce su música y la de otros en su sello musical. Rosario Flores fue otra de las artistas que pasó por la tienda y nos dejó un disco dedicado.

En la tienda vendíamos las entradas de los conciertos a cambio de una comisión. Entre mediados de los ochenta y los noventa pasaron por Marbella: Prince, que actuó dos veces, Michael Jackson, Elton John, Dire Straits, Tina Turner, Sade, Rod Stewart, Queen, o George Benson, que estuvo en cinco ocasiones.

Se formaban colas larguísimas para comprar las entradas, se vendían tantas que no daba tiempo a cobrar y guardar el dinero en la caja. Entonces el dinero se metía en unas bolsas de basura. Cuando vino Michael Jackson pusimos un televisor con el vídeo de Thriller en el escaparate del local. Se juntó tanta gente que la galería se colapsó y el relojero de al lado se quejaba porque su tienda no se veía.

Pakkito Ortiz ha sido DJ de fiestas privadas en la casa de Gunilla von Bismarck o en la urbanización La Zagaleta, donde se montaron casetas para recrear un simulacro de la feria de Sevilla, como en sus comienzos lo hizo el Marbella Club de Alfonso Hohenlohe.

Luis Ortiz me llamaba primo porque teníamos el mismo apellido.

–Me tienes que preparar un pendrive con musiquita, me decía.

–Antes iba con una montaña de discos para pinchar en una fiesta, ahora lo llevo todo en un pendrive.

Es el disc jockey oficial de José Godino, el juez instructor de Malaya, el mayor caso de corrupción urbanística que durante quince años se enquistó en el Ayuntamiento de Marbella. En estas fiestas solían actuar María José Santiago, el cantante de los Cantores de Híspalis o una voz que recuerda a Rocío Jurado. En alguna de estas reuniones Pakkito conoció al exbanquero Mario Conde.

Pakkito con Mario Conde.
Pakkito con Mario Conde. / Archivo Personal Pakkito Ortiz

–Me dijo que de joven él también era DJ. Me pidió algún tema y se mostró muy agradable.

En una fiesta privada en Guadalmina, que organizó un vecino de José María Aznar, el expresidente se trepó a la cabina del disc jockey.

Me felicitó porque le parecía que pinchaba muy buena música y le recordaba sus viejos tiempos. Había una mujer que se puso muy pesada con un tema de los años ochenta que quería escuchar, su cara me sonaba hasta que caí que era María Dolores de Cospedal.

En otras fiestas coincidí con Michael Robinson, Álvaro Escassi o la hermana de Jesulín.

Es una pena que el CD se haya perdido . El vinilo, en cambio, ha vuelto. Para mí, escuchar música en un vinilo es un rito, es tocar el disco, limpiarlo, ver las fotos o leer las letras. Durante un año y medio me fui a trabajar al Corte Inglés, yo sabia más de música que el encargado y eso no le gustaba, en 1997 volví a Discos 2000. El trato con el público es mi pasión.

–Un día me encontré en Marbella con Rafa Gas, de Wave Tarifa, (DJ y también productor de Tarifa Records, un sello discográfico independiente que creó en 2003 y se convirtió en referente internacional en la promoción de nuevos artistas de música electrónica). Con Rafa había hablado por teléfono pero no nos conocíamos. Me dijo que habíamos sido la tienda que había vendido más discos de su sello.

Pude conocer a Soledad Jiménez de Presuntos Implicados, que para mi es la mejor voz de la música española. También a Alan Parsons, con el que pude hablar después de un concierto que dio en La Malagueta. No tuve esa suerte con George Benson, que en una ocasión aporté un disco suyo para hacer el cartel de su actuación en Marbella. Después del concierto fui a la discoteca Pantiles, estaban sus músicos pero él no fue porque estaba cansado. Aunque los organizadores a los que le dejé el disco consiguieron que me lo firmara.

Pincha discos para fiestas que reúnen a más de un millar de personas, como una celebrada recientemente en la finca La Concepción de Marbella

–En estos casos pido poder estar en el cóctel para ver la gente que asiste y en las bodas pido un play list para conocer el gusto de quince o treinta personas. Con ello puedo saber la música que voy a pinchar, lo hago con Tidal, una plataforma de streaming de música que tiene una calidad de sonido HiFi superior a Spotify. En las bodas nunca recomiendo poner más de tres horas de música, después de ese tiempo hay mucha gente borracha y no suele acabar bien.

Con miembros de La Unión.
Con miembros de La Unión. / Archivo Personal Pakkito Ortiz

Cuando limpio escucho rock andaluz, Mezquita, Imán o Triana. Recuerdo que era pequeño y no podía ir cuando Pirri organizaba conciertos con estos grupos en la plaza de toros. La actuación de Prince en esa plaza fue uno de los grandes conciertos que se hicieron en Marbella, estuvo cuatro horas muy a gusto sobre el escenario. Y el punto de venta de las entradas era mi tienda de discos.

Durante veinte años he estado vendiendo música clásica, pop, jazz o flamenco en la tienda. De ahí que la música de los ochenta o de los noventa la puedo pinchar sin auriculares porque la conozco toda, todo de memoria y con un buen oído. Hago bodas y todo lo que me pidan, el reguetón no lo paso porque no es música. Con la música house no trabajo porque hay que estar muy al día. Entre los jóvenes hoy no hay una cultura musical, para muchos todo es reguetón.

No tengo más de doscientos discos de vinilo. Una vez fui a pinchar a un bar del puerto deportivo y dejé allí veinte cajas con unos 3.500 discos. Tuve la mala suerte de que robaran en el local y los he perdido, tenía discos importados hasta de Japón. Ahora sigo comprando discos, he comprado los primeros de Pink Floyd. Así mirando discos en el rastro de Fuengirola, oí que alguién me dice: "No saques el vinilo del sobre que se va a estropear el disco". Miro y era el fotógrafo Pedro Jaén, que ahora se dedica a comprar y vender vinilos.

También soy un cinéfilo, tengo más de quinientas películas en DVD para regalarlas. Tengo un Blu-ray para vídeos HD, me gusta el cine antiguo en blanco y negro.

La llegada de El Corte Inglés y luego Fnac nos afectó las ventas. Veía en la tienda como cada vez teníamos menos discos, era una pena. Un amigo, que vendió un edificio de su propiedad seis meses después que cerrara Discos 2000, estaba interesado en comprar la tienda y que yo siguiera para que no se perdiera. Pero no se dieron los tiempos.

Recuerda que en la discoteca Old Vic había cinco suecas por cada hombre de Marbella, o que en la discoteca Láser la cabina del DJ, incomprensiblemente, estaba de espaldas a la gente, “una locura”. Mientras, Pakkito pinchaba en su primera discoteca, Le Tubo; en Willy Salsa o en Zimbawe. Luego lo hizo en el Ocean Club o el hotel Hard Rock. Ahora, durante los inviernos pincha discos en el Lodge de Sierra Nevada y en el verano en hoteles “más elegantes”, como Amare o El Fuerte. Y también en el remodelado hotel Lima, frente donde estaba su antiguo kiosco de helados, en el que empezó su camino de disc jockey.

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