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Brown: "Invadir Iraq fue la decisión correcta"

  • El primer ministro británico insiste ante la comisión que investiga la participación del Reino Unido en el conflicto en que el país asiático "violaba gravemente la legalidad internacional".

El primer ministro británico, Gordon Brown, asumió su parte de responsabilidad en la decisión de embarcar al Reino Unido en la invasión de Iraq en 2003, al recordar que el país árabe suponía una "amenaza". Durante su intervención ante la comisión de investigación sobre la guerra de Iraq, Brown -entonces ministro de Finanzas- también negó categóricamente que escatimara gastos para cubrir las necesidades del Ejército.

Tal y como ocurriera con Tony Blair el pasado enero, tampoco hubo lugar para el arrepentimiento durante las más de cuatro horas de intervención del jefe del Ejecutivo ante la llamada comisión Chilcot. Como responsable de las arcas británicas durante una invasión cuyo pretexto fue hallar unas armas de destrucción masiva que nunca aparecieron, Brown tuvo que dar cuentas de manera exhaustiva sobre dos asuntos que aún suscitan numerosos interrogantes. El primero, las supuestas restricciones que impuso a las partidas presupuestarias destinadas a las fuerzas militares británicas y el segundo, su grado de implicación en la decisión política de involucrar a este país en una guerra para derrocar por la fuerza el régimen de Sadam Husein.

Brown, quien siempre ha querido distanciarse del llamado "núcleo duro" del Gobierno de Blair, el que apoyó a EEUU para atacar Iraq, no pestañeó al tildar de "correcta" dicha decisión y afirmar que se tomó por "razones adecuadas". Si bien reiteró que él siempre contempló la intervención militar como un "último recurso" una vez agotadas las vías diplomáticas, en ningún momento eludió su responsabilidad en la gestación del conflicto.

Defendió la gestión hecha por su antecesor Blair y aseguró que el gabinete de ministros fue "bien informado" de los pasos previos a la guerra, aunque dejó claro que no estuvo presente "en todas las reuniones" y que su papel se ciñó esencialmente a mediar en los asuntos económicos. "Todo lo que hizo Tony Blair durante ese periodo lo hizo de la manera adecuada, y a mí se me proporcionó toda la información que necesitaba para tomar mis decisiones", subrayó. Tras ser asesorado por el entonces fiscal general del Estado lord Goldsmith, quedó convencido de que Iraq suponía una "amenaza", así como de la "legalidad" de la guerra, explicó Brown, quien también se apoyó en informes de los servicios de inteligencia.

En cuanto al otro gran tema de su comparecencia, los supuestos recortes económicos al equipamiento militar, Brown negó rotundamente que su cartera escatimara en gastos para afrontar un conflicto bélico. A este respecto, aludió a las reuniones que mantuvo en junio de 2002 para hablar de los preparativos de una posible operación militar con el entonces ministro de Defensa, Geoff Hoon, enemigo político de Brown dentro del laborismo. Se refería así Brown a los documentos publicados por diversos medios que señalan que bloqueó varias partidas para el envío adicional de helicópteros a Iraq y Afganistán, lo que supuestamente expuso a una situación de mayor riesgo a las tropas británicas. "Respondimos a cada petición de equipamiento militar hecha por los responsables militares. No se les negó ninguna de ellas", aseveró el primer ministro, que fue muy rotundo en este tema. Sin embargo, aclaró que no dependió de él "tomar las decisiones militares sobre el terreno acerca del empleo de un tipo particular de vehículos", en respuesta a los que criticaron la utilización de Snatch Land Rovers por considerarlos poco seguros.

No obstante, Menzies Campbell -líder de los Liberales Demócratas, tercera formación del país- afirmó que su "elocuente actuación" no puede "ocultar el hecho de que el gasto militar fue inadecuado, los informes de los servicios de inteligencia defectuosos y que no había armas de destrucción masiva".

En cuanto a la reconstrucción del país árabe, Brown admitió que siempre creyó en el "esfuerzo internacional" para lograr este objetivo. Admitió que uno de sus "pesares" fue no haber "insistido" más a EEUU en que la planificación de la reconstrucción era tan "esencial" como los preparativos para la guerra.

En un principio, los responsables de la comisión decidieron que Brown testificara después de los comicios generales, que se celebrarán no más tarde del 3 de junio, para no interferir en la campaña, pero las fuertes presiones mediáticas y políticas motivaron que él mismo pidiera comparecer antes de las elecciones. La comparecencia de Brown puede resultar clave en la campaña electoral, ya que la sociedad británica se opuso de forma abrumadora a la invasión de Iraq y se sigue cuestionando la calidad del equipamiento militar del Reino Unido a raíz de la muerte de más de un centenar de soldados en Afganistán en el último año.

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