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x aniversario del 11-s El atentado marcó el inicio de la cruzada contra Al Qaeda

Pakistán, el frente más caliente

  • La lucha internacional contra el terrorismo que se libra en el país desde hace una década y el enfrentamiento entre el Gobierno y los insurgentes pasan factura a los ciudadanos

Miles de familias se vieron afectadas por el conflicto entre los insurgentes islamistas y las fuerzas del gobierno desde que Pakistán se unió a regañadientes a la alianza internacional contra el terrorismo tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 perpetrados en Estados Unidos por miembros de Al Qaeda. Según el Instituto Pakistaní de Estudios para la Paz, los ataques terroristas mataron a 11.830 civiles e hirieron a 23.300 desde 2007, cuando se intensificó el conflicto entre el Gobierno y los talibanes tras el asedio militar a la Mezquita Roja en Islamabad.

"Pakistán sufrió duramente en la lucha contra el terrorismo durante los últimos diez años", comentó Rasool Bux Raees, investigador de la prestigiosa Universidad de Lahore de Ciencias de la Administración. "Sufrimos muchas pérdidas de vidas, pérdidas económicas y nuestra sociedad vio cómo se expandió el extremismo y la talibanización en el país".

La radicalización de la sociedad se extendió tan rápido que los talibanes lograron tomar bajo control gran parte de la región tribal y numerosos distritos en la provincia de Khyber-Pakhtunkhwa, en el noroeste.

"Los talibanes fueron capaces de promocionar su agenda en un ambiente creado por la presencia de Estados Unidos y las fuerzas aliadas en la región", dice la analista de defensa Ayesha Siddiqua.

"Pero el extremismo no es un subproducto del 11-S. Fue apoyado por ciertos segmentos del estado antes del 11-S. Después del 11-S, estalló en nuestras narices", añade, en referencia al apoyo conjunto de Estados Unidos y Pakistán a la Yihad en Afganistán que derrotó a la Unión Soviética en los 80.

La Yihad de los 80 llevó la cultura de las drogas y las armas a Pakistán. Al Qaeda emergió como subproducto del conflicto mientras miles de veteranos combatientes guerrilleros y estudiantes de escuelas religiosas financiados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos y Arabia Saudí promocionaron el extremismo en los años siguientes.

El Ejército de Pakistán peleó "con menos que poco entusiasmo" contra los militantes islamistas incluso después del 11-S, porque la filosofía de la Yihad quedó muy arraigada en los militares también, explicó Siddiqua.

Los militares lucharon sólo contra los llamados "talibanes malos", que llevaron adelante ataques dentro de Pakistán y evitaron a los "talibanes buenos", que sólo utilizaban el suelo paquistaní para atacar a las fuerzas de la OTAN.

Las sospechas de los funcionarios en Washington de que Al Qaeda tenía el cuartel central en Pakistán se vieron reforzadas cuando Osama Ben Laden fue asesinado el 2 de mayo en un ataque de EEUU en la ciudad de Abbottabad, en el noroeste. La confusa política paquistaní hizo que la economía nacional tuviera que pagar un precio muy alto. Los talibanes continuaron esparciendo destrucción y los inestables aliados del país se mostraron reticentes a ayudar.

"Sufrimos una pérdida de entre 34.000 y 67.000 millones de dólares", dijo Said Ishfaq Hassan Khan, titular del departamento de economía de la Universidad Nacional de Ciencia y Tecnología, administrada por militares. Khan fue uno de los principales asesores económicos en el régimen del ex presidente Pervez Musharraf.

"El 11-S contribuyó ampliamente a profundizar los males de la economía", dijo. "Los inversiones extranjeras se redujeron drásticamente. Y tuvieron que desviarse recursos masivamente para luchar contra la insurgencia. La insurgencia causó enormes destrucciones a la infraestructura".

Los indicadores macroeconómicos claves se deterioraron a un ritmo nunca visto antes en los 64 años de historia del país. El crecimiento bajó del 7 al 3%, lo que derivó en más pobreza y desempleo. El déficit del presupuesto es del 6 por ciento, y la deuda se duplicó .

Estados Unidos ayudó a Pakistán entre 2001 y 2009 con unos 10.000 millones de dólares, pero la mayor parte del dinero fue para apuntalar operaciones militares.

La inflación mensual se mantuvo en los dos dígitos por casi cuatro años, haciendo la vida más complicada no sólo a la gente común, sino también a las víctimas de la guerra de Pakistán contra el extremismo, que el país está librando en nombre de la comunidad internacional.

"Comemos carne sólo una vez por semana. No puedo comprar futa ni ropa nueva para los chicos", contó un paquistaní. "¿Por qué estamos librando esta guerra?", se preguntó. "Los estadounidenses quizá tengan vidas más seguras ahora, pero nosotros, los paquistaníes, estamos sufriendo. Dígale a los estadounidenses, por favor, que nos maten a todos o luchen su guerra por sí mismos".

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