Los conservadores del presidente francés, Nicolas Sarkozy, parten como perdedores en unos comicios regionales que se celebran el domingo amenazados por una fuerte abstención y donde la izquierda cuenta con confirmar su dominio.
Aunque el inquilino del Palacio del Elíseo no se presenta a estas elecciones regionales a dos vueltas (14 y 21 de marzo) y a pesar de que prometió no intervenir en la campaña, las malas perspectivas para su conservadora UMP (Unión por un Movimiento Popular) han obligado a Sarkozy a salir a escena.
Los sondeos sobre intención de voto publicados el fin de semana indican que los partidos de izquierda obtendrían cerca del 50% de los votos para las elecciones a los Consejos Regionales, organismos territoriales que se renuevan para cuatro años.
Los conservadores, por el contrario, se quedan a casi 15 puntos por detrás de la intención de voto de las formaciones que, en torno al Partido Socialista (PS), pretenden revalidar el dominio rosa de esas instancias regionales.
En los últimos comicios, en 2004, la izquierda se hizo con 20 de las 22 regiones metropolitanas (hay dos más para los territorios de ultramar) y ahora pretenden, como declaró hace unos meses la primera secretaria del PS, Martine Aubry, extender el color rosa (por el que se identifica a su partido) a todo el mapa.
Los Consejos Regionales están formados por asambleas en las que se adoptan decisiones que afectan fundamentalmente al desarrollo económico de los territorios y tienen una intervención fundamental en la planificación y financiación de los transportes públicos.
La mayor parte de su presupuesto se destina a gastos de personal e infraestructuras educativas, a los transportes y a la formación profesional y, aunque sin competencias tan amplias como las Comunidades Autónomas españolas o los länder alemanes, pueden ser decisivos para el Gobierno central.
El primer ministro, François Fillon, anunció a principios de año un plan para contener los gastos de las regiones, precisamente tras el fracaso de una reunión entre Sarkozy y las autoridades regionales de izquierda que tenía como objetivo concordar con las regiones los planes de lucha contra la crisis económica.
La intervención de Sarkozy en la campaña, en principio excluida, se confirmó en los últimos días con una llamada al orden del Elíseo a los máximos responsables de la UMP en Île de France, la región de París, lo que confirmó el interés de la Presidencia en evitar la catástrofe. El presidente, además, tiene previsto conceder una entrevista a Le Figaro Magazine que se difundirá justo antes de la primera vuelta de los comicios y acaba de hacer una entrada, tardía pero mediáticamente multiplicada, en el Salón de la Agricultura de la capital francesa.
Esta aparición entre los agricultores y ganaderos, de quienes se dice que el urbanita Sarkozy está más alejado que sus predecesores, pareció si cabe más necesaria apenas cinco días después de la catástrofe causada en el oeste del país por el temporal Xynthia, que provocó la muerte de 53 personas y daños multimillonarios.
El presidente se apresuró a anunciar ayudas de emergencia a las regiones devastadas por un temporal que evidenció fallos del mantenimiento de infraestructuras esenciales, como los diques que protegen zonas inundables junto al mar o irregularidades patentes en los permisos de construcción de viviendas en áreas litorales.
Además del riesgo de que los conservadores "desaparezcan" del mapa regional, estos comicios se presentan en los sondeos amenazados por niveles de abstención que podrían situarse históricamente entre los más elevados.
Cerca del 50% de los franceses estaría pensando que no merece la pena votar en esta ocasión, lo que haría aumentar drásticamente el desinterés ciudadano en los comicios con relación a los índices de participación de 2004 (39,16% en primera vuelta y 34,3 en la segunda).
La cita llega además con los niveles de popularidad del presidente en mínimos desde que llegó al Elíseo hace algo más de dos años y medio: según Le Parisien, ya son el 58% los franceses que no confían en él para enfrentarse a los problemas del país. El dato se conoce después de la constatación oficial de que el desempleo alcanzó en Francia en el último trimestre de 2009 el listón del 10% de la población activa, un nivel que no se veía desde hacía 11 años.
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