India

La violación de mujeres intocables, un acto de supremacía de casta en India

  • En lo más bajo de ese sistema están los descastados intocables, considerados impuros que realizan los trabajos más penosos

Una mujer india en su casa

Una mujer india en su casa / EFE

En una India rural dominada por el sistema de castas hindú, donde los más altos en el escalafón mantienen a la fuerza su posición de poder, la violación de mujeres intocables o dalits persiste como uno de los modos de control y supremacía.

Solo en 2020 se registraron en la India 3.396 violaciones de intocables, miembros del grupo más bajo del sistema de castas, lo que supone casi una decena de abusos sexuales diarios, según los últimos datos del Buró Nacional de Registro de Crímenes (NCRB).

Sin embargo, organizaciones como la Red de Defensores de los Derechos Humanos de los Dalit (DHRDN) advirtieron recientemente en el informe "Violencia sexual por motivo de casta y la impunidad del Estado" que esos números muestran solo la punta del iceberg, ya que muchas veces las presiones de las castas superiores o de la propia Policía impiden que la víctima denuncie la violación.

"La violencia sexual basada en la casta se perpetúa contra las mujeres dalit en una forma típica y particularmente violenta por parte de los hombres de los grupos dominantes para afirmar su poder", advierte en el informe la DHRDN.

El académico Sukhadeo Thorat, director del Instituto Indio de Estudios Dalits (IIDS), remarca también a Efe que estas violaciones son una "forma extrema de esa actitud" hacia las mujeres dalits, a las que tratan "como inferiores", teniendo "su origen en el sistema de castas y la institución de la intocabilidad".

El milenario sistema de castas hindú divide por nacimiento a la sociedad en cuatro grandes grupos, por orden de pureza: brahmanes (sacerdotes), shatriyas (guerreros), vaisyas (comerciantes) y sudras (sirvientes), que a su vez se subdividen en cientos de subcastas.

En lo más bajo de ese sistema están los descastados intocables, considerados impuros que realizan los trabajos más penosos, como la recogida manual de heces. Según el censo de 2011, en la India hay 166 millones de dalits, el 16,2 % de la población.

Impulsada por el líder intocable Bhimrao Ramji Ambedkar, del que hoy se celebra el aniversario de su nacimiento, la India prohibió en su Constitución de 1950 las castas y promueve una discriminación positiva en favor de las más bajas, aunque la marginación continúa.

Violación en grupo y asesinato

El caso de violación que más atención pública recibió en los últimos años fue el sucedido en septiembre de 2020 en una pequeña aldea de Hathras, en el estado norteño de Uttar Pradesh, donde una joven dalit fue supuestamente violada en grupo por unos vecinos de casta alta, sucumbiendo días después a las graves heridas.

El hermano mayor de la víctima -que por ley no puede ser identificado- rememora a Efe lo sucedido en el patio frente a su casa de unos pocos metros cuadrados, y que ahora se ha convertido en un fortín, donde 15 soldados los protegen día y noche para evitar represalias de las familias de los cuatro agresores encarcelados.

Los soldados "están aquí desde noviembre de 2020 porque la situación era muy peligrosa. Sentíamos que podían entrar en cualquier momento a nuestra casa y matarnos. El Tribunal Supremo ordenó nuestra seguridad", explica el joven, que recuerda cómo les amenazaban "abiertamente", con llamadas telefónicas y mensajes.

El joven de 30 años, fuerte y de cuello ancho, se emociona al recordar una historia que habrá repetido decenas de veces, sobre cómo aquella mañana fue con su madre y su hermana al campo a recoger forraje para los animales, y tras adelantarse con la carga, le alertaron minutos después de que algo había sucedido.

Los agresores habían arrastrado a la hermana entre las plantas de mijo, que estaban muy altas durante esa época del año.

"Mi madre la encontró desnuda. Cuando llegué, la había vestido y estaba tumbada en el campo. Se encontraba semiinconsciente, cubierta de sangre. Cuando traté de levantarla estaba completamente paralizada. Tenía marcas en el cuello, debió de ser arrastrada y empujada con la dupatta -un chal tradicional- que llevaba", relató.

Entonces la llevaron a una estación de policía y registraron una denuncia, pero según afirma el joven, las fuerzas de seguridad no hicieron nada. Luego la trasladaron al hospital, donde "vomitó sangre dos o tres veces", y más tarde a otro centro sanitario.

Le negaron un examen médico hasta el día 22, más de una semana después de la violación, y al empeorar su situación la llevaron a un hospital en Nueva Delhi, donde falleció el día 29.

Ese día, a primera hora de la noche, les dijeron que el cuerpo había llegado a Hathras, a unos 180 kilómetros de la capital, y la Policía informó al padre que debían cremar el cuerpo durante la noche, a lo que éste se negó, pidiendo esperar hasta la mañana.

"Cerramos la puerta (de casa) y quemaron el cuerpo sin nuestro permiso, sin mostrarnos su rostro. Lo hicieron alrededor de las 2 - 2.30 de la madrugada y nos enteramos hacia las 4", rememora.

Proceso judicial

La abogada de la familia, Seema Kushwaha, explicó a Efe que el caso está ahora en un tribunal especial en Hathras y que el Tribunal Superior de la región ha decido investigar, por iniciativa propia, la cremación forzosa por parte de las fuerzas de seguridad.

El proceso judicial, asegura, está repleto de obstáculos, ya que "los dalits son discriminados a todos los niveles, sea en la administración o por la policía, algo que se refleja incluso en el tribunal", donde se expone "la mentalidad clasista".

Kushwaha denuncia que la veintena de abogados que defienden a los acusados "amenazaron" a la familia durante las sesiones, pero incluso en estas situaciones el juez "no es capaz de tomar una medida contra ellos".

De regreso a su aldea en Hathras la situación no mejora. Debido a las amenazas, la familia vive encarcelada, con escolta permanente en su propia casa a las afueras del núcleo urbano, como marcan las reglas de casta, que consideran a los dalits seres contaminantes.

La casa está pegada al basurero, como es habitual, y no pueden sacar agua de los pozos de las castas superiores, o entrar en los templos, o si les ofrecen algo de beber, usan unos vasos rotos destinados a los dalits, que deberán lavar luego ellos mismos.

"Incluso en el colegio nuestros niños son obligados a sentarse separados de los niños de casta alta", lamenta el hermano de la joven violada al explicar un sistema que les deshumaniza, por lo que no hay remordimiento tras las agresiones

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