Los Goya musicales de la paridad
Salir al cine
Dos mujeres compiten por primera vez por el Goya a la mejor música original que se entrega este sábado, Zeltia Montes por ‘El buen patrón’ y Fatima Al Qadiri por ‘La abuela’.
Los Goya de 2021 otorgaban por segunda vez en su historia (la primera fue a Eva Gancedo en 1997 por La buena estrella) el premio a la mejor música original a dos mujeres, Aránzazu Calleja y Maite Arroitajauregi, por su estupendo trabajo conjunto de corte folclórico-vanguardista para Akelarre, de Pablo Agüero, dando así visibilidad y reconocimiento a la creciente incorporación de compositoras a un gremio tradicionalmente ocupado por hombres.
La edición de 2022 confirma la tendencia (o la inercia, o la moda, quién sabe) con la presencia de numerosas féminas (Garde, Olaz, Alberdi, Peñarrubia, Bardagí, Peón, San Miguel) en los créditos musicales del cine español, dos de las cuales han conseguido llegar al cuarteto finalista: Zeltia Montes por su extraordinario score para El buen patrón, de Fernando León de Aranoa, la gran favorita en todos los pronósticos, y la kuwaití afincada en Los Ángeles Fatima Al Qadiri, por su no menos estupendo trabajo de atmósferas y texturas del terror psicológico en La abuela, de Paco Plaza.
A ambas se suman el valenciano Arnau Bataller, autor de la banda sonora de Mediterráneo, de Marcel Barrera, y el veterano y once veces ganador del premio Alberto Iglesias, pero no por Madres paralelas, como podría esperarse, de largo su mejor trabajo para el cine español de 2021 y del que ya dábamos cuenta en estas páginas, reconocido el martes con una flamante nominación al Oscar tras obtener el Premio Feroz y otra nominación a los Globos de Oro, sino por Maixabel, de Icíar Bollaín, donde su música no luce ni dice tanto como nos gustaría más allá de ciertas funcionalidades dramáticas aunque no por ello deje de tener su distintivo sello de calidad y belleza lírica.
Se confirma así la inercia que acompaña a las películas con más nominaciones, el peso de la elección del filme para los Oscar de la propia Academia, el recelo con el que, de cuando en cuando, se mira a Almodóvar, y esa doble adscripción del voto de la categoría musical en el que participan y deciden al 50% los propios músicos y compositores con el resto de académicos sean estos de la categoría que sean.
Con todo, la música de Maixabel (editada por Quartet Records como las de La abuela y El buen patrón), incide en esa zona sombría, fúnebre y elegíaca del repertorio de Iglesias, especialmente en el fragmento (con reminiscencias de Arvo Pärt) que acompaña la secuencia de la visita del terrorista etarra que interpreta Tosar a los lugares donde cometió sus crímenes. Importante es también la presencia del violonchelo que traduce y homenajea la memoria de las víctimas, del arpa solitaria tan característica del compositor vasco o ese tema principal para piano y cuerda que determina el tono doliente de la partitura.
Lo que hace Zeltia Montes en El buen patrón es un extraordinario ejercicio tonal y melódico que marca el derrotero sarcástico e irónico de la mirada de León de Aranoa sobre ese patrón atribulado por la crisis de su empresa que encarna Javier Bardem. Una formación de cámara (con dos clarinetes alternándose sobre el cuarteto de cuerda), unos ritmos precisos y al trote, una leve síncopa desestabilizadora y desafinada, aires de música popular intelectualizada y unos efectos cómico-dramáticos incuestionables hacen de la partitura de esta compositora madrileña de formación norteamericana, responsable de otros interesantes trabajos como Sad Hill, El silencio del pantano, Uno para todos o Adiós, un verdadero festín de variaciones y desarrollo sobre un tema de partida que puede remitir al propio Iglesias o al Morricone de cierto cine político-satírico de los 70.
A la kuwaití Fatima Al Qadiri la descubrimos con su trabajo de atmósferas electrónicas para Atlantics (2019), el filme con el que Mati Diop se convertía en la primera cineasta africana en ganar un premio en Cannes. Suponemos que Paco Plaza o sus productores también la descubrieron entonces, y se agradece la apuesta de traerla al terreno de ambigüedad y misterio contenido que preside su fábula negra sobre la belleza y la vejez de un estilizado filme como La abuela. La compositora rehúye los clichés del género y apuesta por la sugerencia y la atmósfera a través de un uso de la electrónica ambiental presidida por lo onírico y ciertas reminiscencias arabizantes que, junto al uso de las voces y samplers, hacen de su partitura un perfecto correlato del viaje especular a lo desconocido de su protagonista.
Cerrando las candidaturas, Mediterráneo, de Arnau Bataller (editada por Moviescoremedia), otro de nuestros compositores de vocación internacional (Way Down, Vivir dos veces, El elegido, A perfect day) formado en escuelas norteamericanas, nos trae un score dramático muy pegado al filme donde las texturas instrumentales (aquí incluso extraídas de elementos tan inusuales como una valla metálica) y el diseño sonoro de aspiración orgánica se imponen sobre las cualidades melódicas o temáticas, un trabajo de producción impecable que se aparta voluntariamente del subrayado o la sobrecarga emocional en un filme sobre la tragedia de la inmigración en el Mediterráneo y la labor humanitaria de Open Arms.
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