Una conciencia escindida
'Las pasiones'. Giacomo Leopardi. Ed. Fabiana Cacciapuoti. Trad. Antonio Colinas. Siruela. Madrid, 2013. 194 páginas. 19,95 euros.
De formación neoclásica y temperamento romántico, aunque el centro de su imaginario remitió siempre a la Antigüedad, Giacomo Leopardi es el gran lírico italiano del siglo XIX y uno de los más altos poetas europeos de todas las edades. Sabemos de su condición enfermiza, que le hizo conocer el dolor desde que era niño, y de su vida desdichada, que alimentó una visión proverbialmente pesimista sobre la condición humana, pero nada de ello explica el milagro de su poesía ni la lucidez -tal vez sí la amargura- de su pensamiento. Las ideas de Leopardi tienen interés por sí mismas y más aún por lo que aportan a su obra en verso, de ahí que cualquier novedad sea celebrada como un verdadero regalo. Extraídos del océano que forman las notas recogidas en el Zibaldone, suerte de diario filosófico en el que Leopardi trabajó durante años antes de su temprana muerte en 1837, los fragmentos reunidos en Las pasiones han sido ordenados por Fabiana Cacciapuoti a partir de las indicaciones que dejó el poeta, en un apunte donde proponía el índice para un Tratado que quedó inconcluso.
Traducido por Antonio Colinas, gran conocedor de la obra de Leopardi al que debemos, entre otros trabajos dedicados al solitario de Recanati, una versión de los Cantos y Pensamientos (Galaxia Gutenberg) y la biografía Hacia el infinito naufragio (Tusquets), el volumen muestra una constante oscilación -lo señala la editora- "entre fragmento y sistema", en el sentido de que aspira a ofrecer una visión de conjunto pero no lo logra del todo. Pese a la oscuridad de algunos pasajes, sin embargo, y al carácter sólo bosquejado de otros, el discurso de Leopardi queda claro en lo fundamental: el hombre moderno ha reprimido las pasiones y dado la espalda a la naturaleza. Tiende por ello al tedio o la indiferencia, a la "contención solipsista", a una tibieza renuente que ha sustituido los verdaderos sentimientos por máscaras o simulacros. El cuerpo, el instinto, una cierta armonía, se han debilitado por un exceso de reflexión, con la consiguiente merma de la vitalidad primordial. Fruto de la especulación pero vinculadas a la experiencia, estas páginas ofrecen el raro testimonio de una conciencia escindida entre la devoción por los antiguos y la melancólica certeza de habitar un tiempo muy otro.
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