El periplo norteamericano de Guillermo Fesser
El popular locutor, escritor y guionista traza la silueta del estadounidense de a pie intentando desmontar tópicos
"Hace ilusión porque tiene tapa dura", bromea Guillermo Fesser, mitad indisociable del dúo radiofónico Gomaespuma junto a Juan Luis Cano, sobre A cien millas de Manhattan (Aguilar), libro con el que, a través de los perfiles de diversos personajes de la Norteamérica rural, persigue desmontar los tópicos y lugares comunes en torno a los estadounidenses.
"Cuando Gomaespuma cumplió veinte años decidí que sería interesante, después de tanto hablar, ponerme a escuchar para ver de qué iba la humanidad", bromea al evocar el origen de la obra. "Como yo soy de Madrid y no puedo hacer eso de retirarme a mi pueblo, decidí retirarme al pueblo de mi mujer, en el estado de Nueva York", prosigue.
"En principio fui para escribir el guión de Cándida y no pensaba tener mayor relación con la gente de allí -dice del proyecto cinematográfico que acabaría dirigiendo-. Pero poco a poco me fue sorprendiendo el que mis ideas preconcebidas sobre los norteamericanos no tuvieran nada que ver con la realidad".
Para Fesser, "la diferencia entre los pueblos europeos y norteamericanos es enorme. Allí la gente emigra de la ciudad a los pueblos y en cualquiera te puedes encontrar con una empresa de investigación o con un laboratorio. De hecho, a las pocas semanas de estar allí conocí a un tipo con camisa de cuadros y pantalón corto que tenía toda la pinta de venir de cortar un par de arces, pero cuando traté con él resultó que era el tipo que hace treinta años inventó el código de barras", apunta.
Sería en una serie de encuentros fortuitos como ése donde el libro iría tomado forma. "Conocí a mucha gente atípica e interesante y fui tomando notas de todo", dice. De la lista destaca a un tipo que se dedica a la caza de escapes de vapor en las calles de Nueva York, o a otro que estudiaba en la universidad un master de chamanismo, o incluso a un granjero de de Texas que cambió la cría de vacas por la de búfalos con excelentes resultados ecológicos.
Fesser se fue "a la orilla del río Hudson" con la idea de pasar allí un año, pero al final se quedó dos gracias al éxito comercial de otra película en la que participó como guionista, Mortadelo y Filemón. "Estando allí me metí en tantas historias que cuando volví y revisé las notas me di cuenta de que con todo lo que creemos saber sobre Estados Unidos, en realidad sabemos muy poco de su auténtica esencia -reflexiona-. Lo que he intentado es contar cómo viven a partir de estos personajes. Creo que me ha salido un libro sin necesidad de mensaje específico, ni a favor ni en contra, pero que dibuja la ficha del puzzle que les puede faltar a muchos".
El autor defiende la autenticidad de su obra, que "no es un relato de mis batallitas, es un trabajo periodístico escrito con humor".
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