La sonrisa de Merche

Es artista de Sony Music. Nominada a los Grammy Latino. Disco de oro y platino. Tiene más de 700.000 copias vendidas de sus álbumes y ha dado más de mil conciertos en sus 12 años de trayectoria. Además, es de las cantantes actuales más televisivas, sus canciones son banda sonora de realities y su vida personal es carne de prensa rosa. Sin embargo, por saber vender naturalidad y cercanía, hasta en su nombre, Merche llenó este martes el Lope de Vega, donde la acompañaron Fidel Cordero al piano y la dirección musical, el guitarrista Juan Carlos Recio, el bajo José Besana y David Melero a la batería.

Paradójicamente, el triunfo de la pregonera del Carnaval de Cádiz 2015 es no llegar a ser ninguna de las estrellas latinas a las que a ratos podría parecerse. Se ha erigido más bien como baluarte de un pop amable en el que ha impuesto la sonrisa. Escribe con rimas fáciles y que huyen de la metáfora como de las complicaciones y que hablan posiblemente de la única historia posible: el amor en todas sus manifestaciones. Se emociona y llora de forma sincera. Canta con una voz poderosa y una técnica perfecta que hace imposible distinguir la versión del directo con la del disco, aunque abuse de los melismas que impusieron los triunfitos buscando no se sabe qué sonidos negros. Y, además, busca la empatía con el público proyectando PowerPoint de fotos, llamando por su nombre a cada uno de los integrantes de su club de Merchitas e invitándolos a cantar con ella sin reparo.

Es decir, Merche es una artista comercial pero de apariencia sencilla y agradecida. Por eso, ofreció dos horas de entretenido espectáculo donde hubo tiempo para presentar su nuevo disco Quiero contarte -con temas como Te espero cada noche o la Nana a su hija- y para repasar éxitos como Eras tú, Cal y arena, Si te marchas o Le deseo. También para mostrar que es una artista polifacética que puede emocionar con una balada o convertir el teatro en "una discoteca" en la que todos acaben bailando. "Sevilla es tu casa", le gritaban mientras se iba. Y todos felices.

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