Adiós al embajador de los ritmos cubanos

Bebo Valdés fallece en Suecia a los 94 años Padre de Chucho Valdés y afincado en Málaga durante años, el pianista vivió la edad dorada de la música de la isla y un tardío esplendor gracias al disco 'Lágrimas negras'

Adiós al embajador de los ritmos cubanos
Agencias · R. C. Madrid · Málaga

23 de marzo 2013 - 05:00

Dionisio Ramón Emilio Valdés Amaro, conocido como Bebo Valdés, falleció ayer en su domicilio de Suecia a los 94 años, según confirmaron fuentes del entorno del artista, que sufría alzheimer. Nacido en el seno de una familia humilde que lo animó a recibir clases gratuitas de Moraima González, el pianista cubano -padre de otro importante músico de la isla caribeña, Chucho Valdés- no tardó en convertirse en una de las figuras más prominentes del llamado jazz latino.

Intérprete, compositor y arreglista, afincado junto a su esposa, Rose-Marie Pehrson, desde finales de 2005 en Benalmádena, y presencia habitual en los escenarios españoles especialmente en su última etapa, Bebo Valdés fue uno de los músicos más innovadores de su país en un momento en el que la fusión de jazz y ritmos y códigos de la tradición popular afrocubana no eran tan populares como hoy en día. En los años 30 era ya profesional; fue su época de vibrantes jam sessions junto al padre de Paquito D'Rivera en clubes como el Rívoli. Su primera orquesta fue Happy Happy de Ulasia, y su primera gran colaboración la realizó con la orquesta de Curbelo.

La popularidad le llegó en los años 40, gracias a sus singulares interpretaciones de ritmos bailables, desde mambos a cha-cha-chás, a su trabajo con leyendas cubanas como Cachao, Benny Moré, Mario Bauza o Ernesto Lecuona. A mediados de esa década se unió a la conocida orquesta de Julio Cueva, para quien compuso La rareza del siglo. En 1948 llegó a la Tropicana de Armando Romeu, donde permaneció diez años y de la que llegó a ser director musical. En 1952 el productor Norman Granz le encargó la grabación de la primera descarga de jazz cubano para satisfacer el interés que esta música despertaba en Nueva York y al calor de esta propuesta formó el grupo Sabor de Cuba.

Valdés, considerado inventor del ritmo batanga (la reacción cubana al mambo basada en los tambores de batá), tomó la decisión de abandonar Cuba en 1960, tras un duro enfrentamiento con el todavía joven régimen de Fidel Castro, que le exigió que denunciase públicamente a su amigo Humberto Suárez. El músico se negó y marchó al extranjero, dejando en su tierra otro gran éxito, Mucho sabor. Dos años después llegó por primera vez a España, donde realizó una gira con el cantante chileno Lucho Gatica, y en 1963 se estableció en Suecia, tierra natal de su esposa, Rose-Marie Pehrson, en la que vivió 42 años.

Tras un paréntesis de tres décadas años, Valdés volvió a la música en 1994, cuando Paquito D'Rivera, al que conocía desde niño, lo llamó para que participase en una grabación. Fue el germen de Bebo rides again. Años después, en 2001, Fernando Trueba lo invitó a participar en su documental Calle 54, dedicado al jazz latino y en el que aparece tocando Lágrimas negras con el contrabajista Israel López Cachao, lo que le granjeó de nuevo la fama mundial y un tardío esplendor. Tras publicar El arte del sabor un año después de su aparición en esa película, de nuevo con Cachao -ambos tenían entonces 83 años-, el pianista quiso ahondar en la mezcla del son con el bolero, del guaguancó y otros ritmos cubanos con el flamenco, y así acabó surgiendo Lágrimas negras, el exitoso y popular álbum que grabó con Diego El Cigala, un proyecto que le valió un Grammy Latino, amén de aplausos sonados como el del diario The New York Times, que lo consideró el mejor disco publicado ese año.

Bebo Valdés volvió a participar en un rodaje con Trueba, El milagro de Candeal (2004), y también con El Cigala, por ejemplo en el CD+DVD Blanco y negro. Bebo & Cigala en vivo. El cantaor, muy afectado por la noticia, lo definió ayer como "el gran capo de la música cubana". "Haberlo conocido es lo más bonito que me ha pasado en la música", dijo el español, que reconoció que tras su encuentro con el pianista "hubo un antes y un después" en su vida, "musicalmente y personalmente". "Estoy muy triste en este momento. Aunque como me decía él: no quiero lloreras. Quería que se le recordara por su música".

Otros músicos expresaron ayer su pesar. El contrabajista Javier Colina, que tocó con él, lo recordó como un "señor impresionante", a la vez "humilde y normal". "Bebo -añadió- pertenecía a una época en la que no había tonterías en el mundo de la música, era una estrella en una generación de músicos solidarios que se apoyaban los unos a los otros". El productor Javier Limón, uno de los responsables de su gran éxito comercial en España, lo calificó como "un referente mundial"; "el músico más importante", dijo, con el que él ha trabajado, "y el ser humano más honesto y auténtico" que ha conocido. "En este momento de música tan veloz y atroz, me quedo con su ejemplo humano", señaló Limón, que recordó la grabación en su estudio de Lágrimas negras: "El sí sabía lo que estábamos haciendo. Nosotros pensábamos que venderíamos 30.000 copias y él, desde el primer día, predijo que serían un millón de discos".

Bebo Valdés, durante un concierto celebrado en Málaga en 2007.

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