Cultura

Ambición de altura intermedia

  • Sobre las posibilidades reales del Auditorio de la Música de Málaga

Concierto de la Orquesta Filarmónica de Málaga y la Coral Cármina Nova en el Teatro Cervantes.

Concierto de la Orquesta Filarmónica de Málaga y la Coral Cármina Nova en el Teatro Cervantes. / marilú báez

Estos días de entrada en el otoño se me han acumulado de manera contundente las emociones y sentimientos. Por un lado estoy rodeado de artistas y profesionales de la música, de todas las músicas, tratando de habilitarles unos espacios para que puedan expresar sus opiniones sobre la reclamación del Auditorio de la Música; por otro lado, se presenta un concierto de celebración de la 30 Temporada Lírica del Teatro Cervantes lleno de gratos y emocionantes momentos de aquellas temporadas de finales de los años ochenta, primeras del recién rehabilitado Teatro Cervantes; y para rematar, el pasado 26 de septiembre fue el aniversario del adiós definitivo de mi querido alcalde Pedro Aparicio.

Es imposible sustraerme de los consejos que afloran en mi memoria de aquel maestro de hacer ciudad que fue Pedro Aparicio. Decía que la moderación era uno de los componentes principales que debía estar presente en las acciones de gobierno y en la fijación de los objetivos políticos; claro, que luego entusiasmaba a todos cuando trataba de apuntar escenarios de futuro. En su acometida de transformar Málaga, apuntaba el deseo de ponerle alas a la ciudad para que volara permanentemente por el cosmos de la cultura, en una ambición por conseguir una Málaga culta y de la cultura; y en este deseo acometió la creación de la Casa Natal de Picasso, la rehabilitación del Teatro Cervantes, la creación de la Orquesta Ciudad de Málaga (hoy Filarmónica de Málaga) y el nuevo Recinto de la Feria de Agosto, promocionó y divulgó la música llamada clásica y los verdiales, la ópera y las malagueñas de fiesta. Todo ello para conseguir que a Málaga le crecieran alas, pero por una senda marcada de hitos de ambición moderada y medida, en la que los ciudadanos pudieran sentirse felices de lo que se iba consiguiendo. Pero claro, esto de transitar acompañados por la ambición y la felicidad quizás sea muy difícil de conseguir. Ya nos lo contaron los griegos con el mito de Ícaro: ni muy bajo, ni muy alto. Buscar el vuelo de altura intermedia, quizás éste sea el acierto.

Ya Pedro Aparicio quiso poner alas a Málaga respecto a la cultura pero con moderación

La ambición desmedida suele traer la frustración por el fracaso ante los resultados obtenidos, y la ambición calculada y moderada, casi con certeza, suele traer la felicidad. El alcalde Aparicio pretendió ponerle alas a la ciudad, pero por la senda de lo posible, de lo viable, de lo alcanzable, para no vivir en el fracaso, la frustración y el descontento. Desear tener alas no significa cuestionarse cada día si ya las tienes; significa comprobar que estamos en la senda de tenerlas y de felicitarnos porque estamos en el trabajo de alcanzarlas.

Por ello pienso en la reclamación ciudadana de que Málaga disponga de su Auditorio, materializada en el escrito que enviamos el pasado 17 de julio, solicitando a los señores ministro de Cultura y Deporte, alcalde de Málaga, consejero de Cultura de la Junta de Andalucía y presidente de la Diputación Provincial de Málaga, donde se solicita "la creación de un ente jurídico que lleve a cabo la construcción y posterior gestión y mantenimiento del futuro Auditorio de la Música, de Málaga; ente jurídico formado por el Ministerio de Cultura y Deporte, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, la Diputación Provincial de Málaga y el Ayuntamiento de Málaga", sin entrar en cuestiones de carácter técnico ni financiero. Considero que éste era el planteamiento más adecuado. Después de cinco años de paralización, de no cruzar palabra entre las administraciones públicas sobre la necesidad de retomar la construcción del Auditorio de la Música de Málaga, lo deseable sería ver a estas administraciones públicas comenzando a trabajar juntas para ello. Las cuestiones técnicas y financieras, así como las discrepancias de planteamientos sobre el camino a seguir, que las hay, se deben resolver en una mesa de trabajo.

No se trata de que los ciudadanos mantengamos maximalismos a la hora de reclamar el Auditorio de la Música que Málaga desea y necesita; se trata de avanzar consiguiendo objetivos intermedios para finalmente llegar a disponer del gran Auditorio soñado. Recuerdo que el año 1991 el alcalde Aparicio, tras conseguir la rehabilitación del Teatro Cervantes, planteó la construcción de un auditorio que sólo dispondría de una sala sinfónica, una sala de cámara y una sala de ensayos. No era un auditorio en el que pudieran representarse espectáculos escénicos (óperas, zarzuelas, musicales, etc.). Se planteaba, en aquel momento, lo que se entendía como necesario. Lo recuerdo muy bien porque yo redacté el pliego de necesidades y el arquitecto Salvador Moreno Peralta redactó el anteproyecto correspondiente.

En el año 2007 se planteó la construcción de un auditorio para la música sinfónica y para los espectáculos líricos, eran otros años, habían transcurrido dieciséis años desde 1991, eran otras circunstancias muy diferentes. Cada momento tiene su valoración de necesidades y sus oportunidades y capacidades para resolverlas.

El deseo ciudadano que palpo día a día, en el contacto con los artistas y profesionales de la música y con los aficionados en general, es el de que los políticos con competencias en el asunto del Auditorio se pongan a trabajar y lleguen a un acuerdo para hacer viable la dotación de este equipamiento cultural de vital importancia para Málaga.

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