Cultura

Andalucía evoca su Gran Guerra

  • El Centro de Estudios Andaluces aborda el impacto en la comunidad del conflicto iniciado en 1914

El calor estival del 28 de julio de 1914 en el Viejo Continente atendía a rasgos más propios del infierno que se avecinaba que de lo telúrico. Aquel día Austria intentó invadir Serbia -un mes antes Gavrilo Princip, nacionalista serbobosnio, había asesinado al heredero al trono imperial austrohúngaro- y el conflicto liberó todas las tensiones imperialistas acumuladas durante décadas en el mundo.

A pesar de la pregonada neutralidad de España en el conflicto de cuyo inicio se conmemora estos días el primer centenario -una neutralidad cuestionada y matizada por los historiadores-, el conflicto alcanzó también a España y, de manera especial, a Andalucía, que adquirió la condición de enclave estratégico durante aquellos días que cambiaron la configuración del mundo moderno. Esto es lo que aborda en su número de julio a septiembre la revista Andalucía en la historia, que edita el Centro de Estudios Andaluces. "Es una visión de la guerra muy distinta a la que está apareciendo en todas partes", dice Alicia Almárcegui, coordinadora de la publicación.

La prolongación del conflicto en el tiempo sorprendió a los estados mayores de los ejércitos; la falta de previsiones motivó problemas de abastecimiento y la lucha submarina se intensificó. En este contexto se desarrolló la guerra de los servicios secretos, en la que esta tierra, por la que deambularon cientos de agentes y espías, ocupó una posición destacada.

Fernando García Sanz, perteneciente a la Escuela Española de Historia y Arqueología del CSIC en Roma, relata en la revista cómo Andalucía sirvió a la marina mercante de puerta de entrada y salida del Mediterráneo. Mientras, los transatlánticos que finalizaban su ruta en América hacían escala en nuestros puertos, lo que los convertía en el elemento de transporte propicio para que los agentes alemanes se comunicaran con sus espías al otro lado del Atlántico. El estallido de la guerra en 1914 sorprendió a muchos barcos mercantes alemanes y austriacos refugiados en los puertos andaluces; en Sevilla (San Juan de Aznalfarache), por ejemplo, estaban los barcos alemanes Nestor y Riga.

"Sobre los beligerantes hay mucho publicado, pero no de los presuntamente neutrales, y ésta es una guerra que afectó a Andalucía en su día a día", explica Almárcegui sobre uno de los temas más interesantes que refleja este último número de Andalucía en la Historia. La vecindad con Gibraltar -que junto con Alejandría fue clave en el Mediterráneo, calificado como "el lago británico", para bloquear a Alemania- fue otro de los factores que incrementaron la importancia estretágica de los enclaves del sur de España durante la Grand Guerre.

Las exigencias en el frente de batalla hicieron escasos todos los recursos existentes y las naciones en discordia tuvieron que exponer todo su potencial económico y todo el que fueran capaces de lograr de los no beligerantes. Andalucía surtió de abundantes materias primas a los protagonistas del conflicto, especialmente a los aliados, por lo que muchas empresas en Andalucía aumentaron su producción beneficiadas por la guerra.

En la cuenca minera de Huelva, donde se encontraba el grueso de la faja pirítica, la británica The Rio-Tinto Company Limited se convirtió en aquellos años en el mayor activo minero del mundo. La compañía acaparaba, junto a la escocesa Tharsis Sulphur & Copper Company, la práctica totalidad de la producción de pirita de cobre. Otra prueba del peso de los aliados en Andalucía era la francesa Sociéte Miniéré et Metallurgique de Peñarroya, que controlaba el plomo argentífero en Jaén.

Especial interés en el dossier tiene el apartado Mujeres rebeldes, firmado por María Dolores Ramos, catedrática de Historia Contemporánea de la Universidad de Málaga que explica en su texto cómo la guerra conllevó la incorporación masiva de mano de obra femenina al mercado de trabajo en Andalucía. Un hito ensombrecido por las injustas condiciones que padecieron las mujeres, equiparadas jurídica y económicamente a los menores de edad.

La prensa, que no conoció la neutralidad en Andalucía y tomó partido por unos y otros -subvencionados en ocasiones por las potencias beligerantes-, aplicó "nuevas técnicas narrativas e introdujo muchas imágenes", señala Almárcegui. Los periódicos encontraron obstáculos para la obtención de tinta, de piezas para la maquinaria y, sobre todo, de papel. "Sin la Primera Guerra Mundial no hubiera habido ni Segunda Guerra Mundial, ni Guerra Civil, ni Guerra Fría", afirma la coordinadora de la publicación del Centro de Estudios Andaluces sobre ese estallido bélico que zarandeó, en efecto, los cimientos de la Historia.

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