Cultura

Ángel Calvente: "Me temo que este premio no va a acelerar el pago de nada"

  • Al frente de El Espejo Negro, el malagueño acaba de recibir por 'El fantástico viaje de Jonás el espermatozoide' el segundo Max al mejor espectáculo infantil de su carrera · Ahora busca financiación para su nuevo montaje.

En el AVE de regreso a Málaga, Ángel Calvente continuaba asimilando la noticia, afónico por una alergia primaveral pero "super contento", confesaba. La resaca emocional del segundo Premio Max de su carrera le traía ayer de vuelta a casa agotado y orgulloso al mismo tiempo. El fantástico viaje de Jonás el espermatozoide es su último "hijo" escénico y, como buen progenitor, no podía ocultar la satisfacción de todo un equipo, El Espejo Negro, compañía pionera en el teatro de marionetas en Andalucía y reconocida dentro y fuera del país. Ya en 2009 obtuvo idéntico galardón por La vida de un piojo llamado Matías.

A pesar de la euforia, Calvente baja de la nube para recordar que "el premio no va a acelerar el pago de nada", comenta víctima, como muchos compañeros de profesión, del "yugo de los impagos". Se refiere así a bolos no cobrados por parte de ayuntamientos y que en algunos, como el de Alcorcón, alcanzan los dos años de retraso. "Por si fuera poco consulto en internet y mi factura no aparece en su lista", lamenta. Si le da por hacer cuentas, la suma de actuaciones impagadas ronda los 90.000 euros, calcula Calvente. "Con eso ni yo ni nadie puede tener liquidez, es mucho para una empresa", sostiene. Aún así, el malagueño confía en que el nuevo Premio Max funcione como "incentivo" para los programadores "más rezagados" y la agenda de El Espejo Negro pueda sumar fechas. Por lo pronto Jonás el espermatozoide viajará este fin de semana a Lleida y luego a la Feria Internacional del Títere de Sevilla.

El protagonista del máximo galardón de las artes escénicas en España es un espermatozoide holgazán en su azaroso viaje hacia el óvulo. Los actores Rafa Castillo, Paki Díaz y David García dan vida a los personajes de esta travesía por el milagro de la vida, que cuenta con la música de Antonio Meliveo, la dirección de Calvente y que se estrenó en 2010 en el Cánovas. El pasado año, el montaje se llevó la máxima distinción en el festival Titirijai de Tolosa con un singular jurado formado por niños de 10 y 11 años.

De vuelta a la realidad menos festiva, Calvente recuerda que los recortes del Gobierno en Cultura y la retirada de subvenciones suponen un varapalo mayor si cabe a la precaria situación de las compañías teatrales. "En este país se subvenciona todo menos la cultura, sin tener en cuenta que damos de comer a muchas familias, también somos tejido empresarial como la agricultura o la pesca", recuerda el dramaturgo. En este sentido, Calvente no apuesta tanto por las ayudas directas a las empresas escénicas como a los teatros, para fomentar la programación de espectáculos. "¿Qué nos queda?, ¿vivir de la taquilla", se pregunta. Y vuelve a hacer números. "Si la entrada vale cuatro o cinco euros, el aforo es de 300 personas y el 10% del total se lo lleva la SGAE y otro porcentaje la sala... haz la cuenta. Estaríamos simplemente haciéndole la programación a los teatros", comenta. Para poder mover de gira un montaje de El Espejo Negro, la compañía necesita como mínimo 1.500 euros. "Tengo que pagar a los actores, que cobran su nómina y están dados de alta en la seguridad social, pagar gasolina y alojamiento", dice Calvente.

El Espejo Negro fue el lunes uno de las cuatro nombres andaluces premiados con un Max. El sevillano Israel Galván triunfó en las dos categorías a las que competía: Mejor Intérprete Masculino de Danza y Mejor Coreografía, por La curva. La granadina Eva Yerbabuena se alzó con el de Mejor Intérprete Femenina de Danza (por Federico según Lorca) y Mejor Espectáculo de Danza (por Cuando yo era). Y los también granadinos Laví e Bel, con La barraca del zurdo se llevaron la Mejor Dirección Musical.

El malagueño fue el último en subirse al escenario del Teatro Circo Price a recoger el galardón. Pasada la madrugada, su nombre sonó en estéreo. Y Ángel Calvente corrió a agarrar por segunda vez la estatuilla que dedicó, entre otros, a su hijo de 20 años, presente en la ceremonia. "Se lo pasó genial. A él le gustaría dedicarse a esto, sobre todo a la parte técnica", añadió. Un nuevo espejo que aplaudir en la familia.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios