Cultura

Antonio Llaguno explora la raíz andalusí de Tombuctú

  • El político y escritor almeriense presentó ayer su último libro, 'El reino de los renegados andaluces', publicado por Almuzara, en el Ateneo de Málaga

En el juego de identidades y tonos patrióticos que pervive en este siglo XXI, casi siempre es la Historia la que termina llevándose el gato al agua, por mucho que su contenido dependa de interpretaciones cambiantes, maleables y polémicas. Mientras se alumbran nuevos sistemas de bloques, los ejes del mal y la Alianza de Civilizaciones, se mantiene una fina curva en el devenir de los siglos que apunta a la constitución y perdurabilidad de una identidad andaluza, con todas las letras, en otra curva: la del río Níger. La conquista de Tombuctú y el imperio Songhay a manos de Yuder Pachá en 1591 es el eje de este episodio apasionante al que el escritor y político almeriense Antonio Llaguno, consejero delegado de la empresa pública Desarrollo Agrario y Pesquero de la Junta de Andalucía, ha dedicado años de labor investigadora y literaria. Ayer, Llaguno presentó en el Ateneo de Málaga su último libro al respecto, Tombuctú: el reino de los renegados andaluces, en un acto que contó con la presentación del consejero de Turismo, Luciano Alonso, y la introducción del presidente del Ateneo, Antonio Morales.

En su anterior obra, La conquista de Tombuctú: la gran aventura de Yuder Pachá y otros hispanos en el país de los negros, el autor contó la odisea de Yuder Pachá, morisco nacido en Cuevas de Almanzora (localidad natal también de Llaguno, de la que fue alcalde durante doce años) en torno a 1565 y que, después de haber sido secuestrado por los turcos, conquistó la ciudad de Tombuctú en Mali al frente de los ejércitos del sultán marroquí Ahmed al-Mansur, en los que militaron numerosos herederos del esplendor andalusí. Llaguno, vicepresidente de la Fundación Kati (destinada a la preservación de la Biblioteca de Tombuctú y el Fondo Kati, donde se conservan numerosos documentos y manuscritos andalusíes), dedica este segundo libro "a la estructura estatal que se organizó en Tombuctú y el imperio Songhay a raíz de la conquista, el pacharato de Tombuctú, que perduró hasta 1833". En este periodo se sucedieron 167 gobernantes o pachás, "de los cuales los primeros fueron todos andaluces, entre ellos dos de Cuevas de Almanzora". Esta presencia andaluza cimentó una huella en los distintos órdenes, desde la arquitectura hasta la lengua pasando por las relaciones familiares, que perdura hasta hoy.

Llaguno considera que el éxito en el tiempo de este nuevo estado, que trasladó la capital del imperio Songhay desde Gao hasta Tombuctú, se debió en gran parte "a la aparición de una nueva etnia, los arma, que proviene del mestizaje entre el ejército de Yuder Pachá (de ahí su nombre: los habitantes de Mali relacionaron a los conquistadores andalusíes con sus poderosas armas de fuego) con las nativas de la etnia Songhay. Esta casta fue la clase dominante en la región hasta la invasión de los franceses en la segunda mitad del siglo XIX". Hoy, incluso, "los descendientes de los arma suelen ocupar importantes cargos al frente de la administración en las distintas ciudades de la cuenca del Níger".

Este nuevo estado se mantuvo dependiente del sultanato de Marruecos durante unos 40 años, tras los cuales eran los propios destacados de las familias de los arma quienes elegían a los pachás (antes eran designados por el sultán marroquí). Sin embargo, la conquista de Tombuctú obedecía a las ansias expansionistas de Marruecos, "que sólo podía crecer hacia el sur, ya que al este estaban los turcos y al norte Felipe II". Además, los magrebíes tenían un interés de peso para controlar la zona: el oro. Las noticias hablaban de minas repletas en el imperio Songhay listas para ser explotadas. Llaguno hizo referencia ayer en este sentido al viaje "mítico" del askia (general) Mohamed I (1493-1528), bajo cuyo reinado se produjo la islamización y apogeo del imperio, fundado por berereres que huían de los musulmanes del norte de África a mediados del siglo XV. "Al parecer, este gobernante decidió cumplimentar la peregrinación a La Meca y durante el viaje regaló tanto oro por todas partes que produjo una devaluación sin precedentes". Tanto se mantuvo el interés que, una vez que los arma pasaron a designar a los pachás, Marruecos se reservó el derecho a nombrar al ammín, figura jurídica responsable de la gestión del oro "que contrarrestaba el poder del pachá". Por otra parte, y en gran medida, la definición del nuevo estado creado en torno a Tombuctú tuvo un componente arquitectónico. Para ello resultó fundamental la llegada del arquitecto granadino Es Saheli, "quien aplicó para sus edificios una combinación del gótico español, el arte marroquí y la arquitectura egipcia, que siglos después ejercería una influencia decisiva en Gaudí".

Tras esta historia de los renegados (desertores de la fe cristiana en favor de la musulmana), Llaguno prepara una trilogía sobre los arma y trabaja en la digitalización del Fondo Kati. En sus manos, la Historia es una huella viva.

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