Comparte su interés por la innovación e investigación educativa con su afición como dramaturgo y dinamizador de actos. Hace ocho años que Diego Rodríguez Vargas está detrás de la vocalía de Teatro Alternativo en el Ateneo. Estos días prepara el salto a la presidencia de la institución, una candidatura que pugna con la de Tecla Lumbreras. Su programa pasa por asumir el "compromiso activo" de acercar la entidad "a todos los malagueños". Pretende crear el premio Ateneo de literatura y dar un nuevo impulso a la revista Nuevo Siglo, "el principal medio de comunicación del Ateneo, el más emblemático".

-¿Cuáles son a grandes rasgos las novedades de su programa?

-Vamos a crear 18 nuevas vocalías. Queremos ampliar los ámbitos culturales, de forma que aporten una dimensión nueva, con cultura sanitaria, agroalimentaria, nuevas tecnologías, educación, patrimonio... Todas tienen un programa concreto dentro del proyecto a desarrollar. No son términos abstractos que se quedan en el olvido. Ese es mi compromiso. Por otro lado, apostamos por el Ateneo virtual.

-¿A qué se refiere?

-No podemos olvidar que estamos en el mundo de las nuevas tecnologías de la comunicación a través de las web, blogs y redes sociales. Nosotros ya tenemos una web en el Ateneo pero es poco dinámica, quizás haya que darle un formato más activo. Queremos que los ateneístas participen, entren en debate en muchos temas culturales y de actualidad que se van a plantear.

-¿Qué le animó a presentarse como candidato a la presidencia?

-El apoyo de la mayoría de la junta directiva. Nueve miembros de los 12 reales -son 30 pero los que hemos venido trabajando en realidad somos 12- me han pedido que lidere la candidatura. También me ha animado el contagio personal de Antonio Morales, la ilusión que me ha transmitido, durante los ocho años de vocal con él, de acercarnos a la ciudadanía y que no sólo sea una cultura de élite.

-¿Cómo ha ido evolucionando el Ateneo a lo largo de su historia?

-Ha tenido varias etapas, una durísima en el franquismo cuando se creó la institución, con unas dificultades enormes. Estaba vista como un nido de rojos peligrosos, cuando había gente de democracia cristiana, conservadora y muchos de izquierdas también. La cultura se veía como un instrumento que se podía convertir en un arma contra el poder constituido. Luego vino una etapa más tranquila, de consolidación de los espacios. La sede pasó de la Plaza del Obispo a la del Teatro Cervantes y de allí la Junta de Andalucía, a finales de los 90, nos concedió el inmueble actual de la calle Compañía. Yo entré cuando me dieron el Premio Santillana 1999 de Innovación Educativa. Fui el primero en crear el cinefórum pero, ante mi falta de preparación en ese ámbito, busqué a un coordinador de ciclos, Carlos Guillermo Navarro, que luego asumió esa vocalía de cine.

-¿Es partidario entonces de continuar la línea de trabajo seguida por el hasta ahora presidente?

-Hay que continuar la línea de trabajo de Morales, pero cambiando los modelos de participación y atrayendo a nuevos públicos, que van a encontrar una oferta más diversificada. Además tenemos en proyecto la recuperación de la sala Picasso, de la biblioteca, de la sala Pérez Estrada para tertulias y debates, y vamos a continuar con la cooperación con Tetuán, Nador, Alhucemas y Tánger.

-¿Cómo se traduce esa colaboración?

-Ya organizamos encuentros culturales con Marruecos, como el Festival Internacional de Teatro de Tetuán, del que yo he sido uno de los promotores, que estaba dormido y ahora es un espacio vivo. Llevamos obras de teatro español todos los años para la clausura y el Ateneo es el que otorga los premios a las diferentes compañías del Mediterráneo que participan. También hemos creado encuentros de artistas, espacios musicales, conciertos de Músicas del Mundo. Ahora se incorporan Alhucemas y Tánger.

-¿Qué percepción cree que tienen el público ajeno al Ateneo?

-Creo que la gente en general y los jóvenes en particular piensan que la cultura está ubicada sólo en la universidad, en los centros escolares, el cine y el teatro. No existe ya un espacio como el ágora en las ciudades griegas, un punto de encuentro sin segregacionismo, ni sectarismos. Donde los jóvenes aprendían de los mayores. El Ateneo debe ser el ágora de Málaga, para unos y otros. Creo firmemente en la integración. Aunque jóvenes somos todos mientras tengamos ilusión y ganas de crear y recrear la cultura.