Panes que se convierten en pistolas, botas que se precipitan al interior de una paella, váteres en los que defeca la luna, platos que parten el tejado de una casa como si de un tierno cochinillo se tratara. Son algunas de las Resoluciones de Francisco Peinado, "un artista indefinible que trata de subvertir la realidad, transgrediéndola, impregnándola de algún tipo de novedad o de suceso a través de la introspección, la jocosidad y los sueños, pero sobre todo de un apasionado análisis de lo cotidiano", según explica Antonio Abad, vocal de Artes Plásticas del Ateneo. Abad ha sido el comisario de la muestra que reúne 36 piezas de mediano formato -80x60 ó 60x80 en la mayoría de los óleos- creadas en la última década. Es la primera vez que la entidad muestra la obra de uno de los nombres fundamentales de la pintura de mediados del siglo XX.

Con la técnica del óleo sobre el cartón, "él cree que la materia también tiene alma por sí misma", como relata Abad, Peinado (Málaga, 1941) pinta cuadros cargados de historias. "Se pone a pintar y no parte de ningún boceto, se sitúa frente al lienzo sin un pensamiento previo, a ese procedimiento lo podemos llamar automatismo surrealista, pero su obra más es más bien expresionista", explica el comisario de la muestra, que se podrá ver hasta el 31 de mayo. "Su universo creativo es de lo cotidiano, la botella, la plancha, el baño, la cama, la maceta, lo cotidiano lo hace trascender a otra realidad distinta, con mucho elemento simbólico mágico", agrega Abad.

Con un sentido de la composición admirado también por quien estudia su obra, Peinado tiene en esta última producción cuadros en los que destaca su paleta cromática y otros en los que los colores tierra, suaves y cálidos aportan elegancia y sutileza a sus obras, como es el caso de La cesta. La rabiosidad del color en otras piezas son la tónica dominante. "Parece escabroso, mal hecho, pero si te acercas y centras la mirada en los detalles, ves unas calidades increíbles, tiene mucho trabajo porque hace elaboraciones muy complejas", comenta el comisario de la muestra y sostiene que "es el mejor pintor que hay en Málaga dentro de la generación de los 50, el más reconocido. Pintores jóvenes e, incluso de su tiempo, han seguido su huella, ha influido mucho en ellos".

Un sentido irónico muy acusado, su humor negro, su crítica son elementos fundamentales en su obra. Si bien miró a la muerte de frente con su serie de los ataúdes, en esta muestra se reúnen varias obras que plantea a través de la fiebre del oro y del Oeste, el ansia de poder y dinero del ser humano. "Me cuenta Peinado que se pone delante del cuadro y con muchos de ellos se pelea hasta que sale algo, luego va tratando de modificarlo", comenta Abad. En El váter y la luna, por ejemplo, Abad subraya "cómo da ese sentido de solemnidad, como dignifica, hace trascender el sentido de lo cotidiano".

Peinado se detiene en plasmar algún elemento cercano, que puede ser un objeto poco o nada relevante, de lo más simple, "y lo saca de su contexto para darle otro tipo de importancia", dice el comisario. Algunos cuentan con una textura que casi traspasa el cristal protector, en otros el dibujo es más evidente. "Es un dibujante extraordinario y lo utiliza a su libre albedrío", añade delante de La colgada, una de las piezas favoritas de Peinado.

Las 36 piezas son de la colección particular del pintor, que vivió una década en Brasil, para después trasladarse a Alemania y en 1972 a Madrid. A Málaga volvió en 1979, donde reside actualmente. Sus obras forman parte de algunas de las colecciones de arte contemporáneo más importantes del país. "Peinado le habla a sus cuadros y sus cuadros le hablan. Entre el lienzo y sus ojos, entre el pigmento y sus manos confluyen fuerzas convergentes. Una misteriosa complicidad, acaso bien calculada, se produce entre ellos", expone Abad en el díptico de esta muestra que se podrá ver durante todo el mes de lunes a viernes, excepto festivos, de 18:00 a 21:00.