Cultura

Un Bach sentimental

Entre finales del siglo XVI y principios del XIX, los Bach formaron la más formidable saga musical de la historia. Llegados de Hungría, de donde habrían salido huyendo de las persecuciones religiosas contra los luteranos, se establecieron en la Alemania central, principalmente en la región de Turingia, donde muy pronto empezaron a destacar como organistas, violinistas, maestros de capilla, músicos de corte o municipales. Hasta setenta miembros de la familia Bach llegaron a ganarse la vida simultáneamente con la música y hubo alguna ciudad, como Erfurt, en la que fueron tan populares que a los músicos se los llamaba de forma genérica bachs.

El más grande de todos fue, no cabe ninguna duda, Johann Sebastian, quien nacido en 1685 y muerto en 1750, es hoy uno de los tótems de la cultura occidental. Prolífico como compositor y como padre, Bach tuvo veinte hijos de dos esposas diferentes, de entre los cuales siguieron su oficio cinco, todos los varones que llegaron a la edad adulta, salvo Gottfried Heinrich, que era débil mental. Aunque separados en cuatro ramas, los Bach mantuvieron siempre estrechos lazos que cultivaban en reuniones anuales en las que corrían generosamente la comida, el vino y los chascarrillos. Consciente de la excepcionalidad del caso, Sebastian inició en 1735 la redacción de una genealogía musical de su familia que completó quien fuera también el principal albacea de su legado, su hijo Carl Philipp Emanuel.

Emanuel había nacido en Weimar un 8 de marzo de 1714, quinto hijo de Sebastian y Maria Barbara Bach. A los tres años estaba en Cöthen, donde su padre acababa de ser nombrado músico del príncipe Leopold, y a los seis allí perdió a su madre. Sebastian volvería a casarse dieciocho meses después y en 1723 aceptó el puesto de Cantor de la Escuela de Santo Tomás de Leipzig, ciudad en la que Emanuel pasaría la adolescencia, formándose con su progenitor y estudiando derecho en la universidad. A principios de los años 30 ya componía, y en 1738, después de pasar unos años en Fráncfort, su fama era tan notable que fue requerido para convertirse en clavecinista de Federico, el heredero del trono prusiano, a quien acompañó a Berlín después de su entronización en 1740. Músico aficionado, al parecer de muy apreciable nivel, el rey no solo tomaba clases de su Bach, sino que se hacía acompañar por él en sus solos flautísticos. Emanuel trató de abandonar la corte en varias ocasiones, pues no se sentía valorado ni artística ni económicamente, pero a la muerte de su padre en 1750 fracasó en su intento de sucederlo en Leipzig y no fue hasta que Telemann, su padrino, falleció en 1767 que logró ocupar su puesto de Cantor y director musical de Hamburgo, donde residiría hasta su muerte en 1788.

La obra de Carl Philipp Emanuel Bach parte de la de su padre, con quien colaboró a comienzos de la década de 1730. De hecho, algunas piezas que en la magna edición Bach realizada en el siglo XIX se adjudicaron a Sebastian hoy se saben suyas. Hay algún caso interesante, como el de la Sonata en trío que fue catalogada como BWV 1036 y seguramente Emanuel escribió originalmente en 1731. Luego pudo ser corregida por su padre, pero el joven la revisaría en Berlín en 1747 y esta revisión nos ha llegado también (como Wq.145 del catálogo publicado por el musicólogo Alfred Wotquenne en 1906). Comparando ambas versiones se aprecia la evolución del estilo del músico, que iba en perfecta consonancia con su época: los cuatro tiempos originales, característicos de la sonata corelliana, se han convertido en tres, pero además el énfasis contrapuntístico se ve claramente reducido, se ha refinado la estructura melódica-rítmica mediante la variedad en la articulación, se han relajado los tempi y se ha potenciado el poder expresivo del tiempo lento; en cambio, el tercer movimiento, que Emanuel reescribió por completo, conserva el aire de danza en la forma binaria típica del Barroco.

Es en este camino hacia el Clasicismo en el que hay que situar las mayores aportaciones de Emanuel a la música de su época. Si el estilo de su padre fue condenado por algunos jóvenes como anticuado, a causa de "un arte demasiado grande" que volvía oscura su música (como escribió Johann Adolph Scheibe en 1737), Emanuel, como su hermano mayor Wilhelm Friedemann y en mayor medida aún el mucho más joven Johann Christian (nacido en 1735 de Anna Magdalena, la segunda esposa de Sebastian), empieza componiendo con la ligereza de texturas característica del estilo galante, que también cultivaba su padrino Telemann, y avanzando en el desarrollo de la forma sonata, que Haydn consagraría de manera definitiva poco después. Vinculado al estilo galante está también eso que se ha dado en llamar Empfindsamkeit o empfindsamer Stil, que puede traducirse como estilo sentimental o sensible, y consiste en un énfasis sobre la expresión directa, natural, sensible y subjetiva, que se conseguía mediante el uso de figuras de suspiros, gradaciones dinámicas más amplias y líneas a menudo cromáticas, que son corrientes en muchas de sus extraordinarias sonatas y fantasías para teclado.

Esta sensibilidad se ha tomado a menudo como antecedente de la de los románticos, igual que el movimiento Sturm und Drang, que, dentro del ámbito musical, Haydn popularizaría con un conjunto de sinfonías escritas en la década de 1760 en las que los ritmos sincopados, la tensión armónica, los modos menores y las modulaciones inesperadas causaban en el oyente ese sentimiento de inestabilidad del que también participaría Emanuel con obras como sus sinfonías de cuerda escritas a mediados de los años 70.

Los más grandes compositores del Clasicismo tuvieron a Carl Philipp Emanuel Bach como un referente ("Él fue el padre, todos los demás éramos los niños", escribió Mozart), pero con la llegada del Romanticismo y la creación del canon clásico su música fue eclipsada completamente por la de su padre. En cambio, en el último medio siglo la reivindicación de su nombre no se ha detenido y en el tercer centenario de su nacimiento la presencia de su música en conciertos y catálogos discográficos es corriente. Aunque en su período de Hamburgo compuso también obras religiosas y algunos oratorios que alcanzaron gran fama y siguen tocándose y grabándose con frecuencia, hoy Emanuel es sobre todo famoso por su música instrumental, que cultivó en todos los géneros conocidos (sonatas, conciertos, sinfonías y todo tipo de piezas de cámara). En el Olimpo de los Bach el inmortal autor de El arte de la fuga ya no está solo.

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