Cultura

Bach visto por Ara Malikian

V Festival de Música Antigua de Málaga. Auditorio del Museo Picasso. Fecha: 2 de julio. Programa: 'Partitas nº 1 y nº 2', junto a la 'Sonata nº 3', todas de J. S. Bach. Intérprete: Ara Malikian (violín). Aforo: Casi lleno.

No es la primera vez que Ara Malikian pisa suelo malagueño, y mucho menos español. Él mismo explicó, con ese gracejo cautivador que encandila a propios y extraños, de sus andanzas por tierras castellanas. Esas tomas de contacto con el flamenco, la música popular y por supuesto, y por lo que nos toca a nosotros (nunca mejor dicho), el detenerse a interpretar (y casi rescatar) la música de compositores españoles de finales del siglo XIX y principios del XX. En este sentido, Arbós y los admiradores del mismo, se lo agradecemos.

Entrando en faena, y más directamente por su paso por el Auditorio del Museo Picasso, su actuación se podría definir en una sencilla expresión: Bach al estilo Malikian. Para nada se debe tomar como algo negativo, aunque algún pequeño tirón de orejas debería recibir.

Escogió interpretar para esta ocasión monográfica bachiana sus dos primeras partitas (y no partituras como rezaba en la portada del programa de mano), junto a la sonata tercera. Una selección muy común entre los violinistas, como él mismo indicó en su didáctica intervención, y que, en definitiva, ejecutó con gran maestría. Pero ¿de dónde puede venir el pequeño tirón de orejas? De los tempi rápidos. Sabiendo de antemano que el término partita viene a representar una estilización de las danzas de la época (estas piezas se basan en los ritmos de dichas danzas pero no están concebidas para bailarse realmente), no es muy apropiado presentar una Corrente, y especialmente el conocido Doble presto de la Partita nº 1 BWV 1002 como una sucesión de notas rápidas en discurso atropellado y casi molesto (agobiante incluso) al oído. De los numerosos violinistas de los que existe versión, véase el caso de Grumiaux, Sveryng, Kremer, Stern, Huggett, Menuhin, Fischer, Perlman, y un largo etcétera, yo me quedaría con Huggett o Fischer, e incluso Perlman. Ellos establecen un tempo aproximado al que ejecutó Malikian pero son más limpios, claros, certeros y se apoyan más en la armonía implícita de la pieza, tal como el propio violinista armenio realizó en el resto de piezas de su programa. Incluso Holloway, en su versión con violín barroco, imprime una velocidad en las mismas circunstancias pero se centra en esas cuestiones referidas.

Por lo demás, todo es perdonable cuando se escucha una increíble Sonata nº 3 BWV 1005, especialmente cuando hay énfasis en la demarcación de los temas de la Fuga y hay un pulso inherente que siempre se mantiene constante e incombustible. Las piezas finales de regalo fueron excelentes pero destaco la famosa Chacona de la Partita nº 2 BWV 1004. Un verdadero monumento a la interpretación violinística que Malikian dominó tanto en su concepción global como por su soltura en sobresaliente técnica.

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