Reconozco que no salté de alegría cuando supe de la reedición por parte de ECC de este puñado de episodios de Detective Comics escritos por Mike W. Barr y dibujados por Alan Davis a mediados de los 80. Los coleccioné en su día, en la lejana edición de Zinco, que los publicó justo a continuación del insuperable Año Uno, de Miller y Mazzucchelli, y del irregular Año Dos, del propio Barr, Davis y un verde McFarlane, dos tebeos cronológicamente posteriores al comienzo de la etapa Barr-Davis. Y guardaba un recuerdo tibio de estas aventuras, seguramente porque los leí cegado por el fulgor del Año Uno -por no mencionar la deformación ocular permanente que me causó el Dark Knight, una de las catedrales del género-; recuerdo que me parecieron simpáticos, aseados y poco más.
De entonces a esta parte mis ojos han visto más Batman del que debería soportar una mente sana: un Batman rudo, feísta, salvaje, delirante, realista, surrealista, digital, victoriano, afeminado, posmoderno, prehistórico, metalingüístico, patológico, infantil, axiomático o sencillamente equivocado. Y resulta que, por pudor profesional, me acabo de volver a leer los episodios de Barr y Davis -Detective Comics 569 a 574 (diciembre de 1986-mayo de 1987), para más señas- en el volumen de la colección Grandes autores de Batman de ECC, y sí, insisto en que no salté de alegría cuando supe de la reedición: he saltado de alegría después, al releerlos. Solo les encuentro un defecto, que son seis y no sesenta.
Dice el traductor Fran San Rafael en la presentación del tomo, tras repasar los temas y personajes de los distintos episodios: "Si es la primera vez que lees todo eso, disfrútalo, porque pocas veces se condensa tanto talento en apenas media docena de episodios". Y yo añado: si ya lo leyeron, lo disfrutarán el doble. También es doble el talento antes citado. Lo integra el dibujo ágil y poderosamente atractivo de Alan Davis, embellecido por las tintas de Paul Neary, pero también la escritura inteligente y luminosa de Mike W. Barr, uno de los que mejor han entendido la esencia del personaje y que con más elegancia han descrito la delicada naturaleza de la relación entre Batman y Robin. En estos seis episodios hay tiempo para que asomen el Joker, Catwoman, el Dr. Moon, el Espantapájaros, el Sombrerero Loco y los fantasmas del pasado de Bruce Wayne, y en ellos figura además una auténtica joya, el número 572, homenaje a los 50 años de Batman y a los 100 de Sherlock Holmes. Ayudado por dos detectives veteranos de Detective Comics, Slam Bradley y el Hombre Elástico, el dúo dinámico se enfrenta a las maquinaciones del mismísimo Moriarty, en su intento de matar a la reina de Inglaterra. Es un episodio histórico e irrepetible, al que se suma el talento visual de Terry Beatty y Dick Giordano, Carmine Infantino y E. C. Cruz.
El episodio hace buena la cita de Chesterton que lo cierra -y que, ay, contiene un desafortunado error en la traducción que aquí subsano-: "La novela policial es la novela del hombre. Se basa en el hecho de que la moralidad es la conspiración más siniestra y osada". De qué si no va el propio género de superhéroes.
Mike W. Barr, Alan Davis. ECC. 176 páginas. 17,95 euros.
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