Cultura

Bollaín y la conquista de América

  • Se estrena 'También la lluvia', título con el que la cineasta española ha conseguido ser seleccionada por la Academia nacional como candidata a los Oscar que se entregarán en el próximo mes de marzo

Empieza fuerte 2011 para el cine español. A pesar de los pobres resultados obtenidos en el recién pasado año, a pesar de los problemas estructurales que tiene, a los que se añaden las polémicas y momentáneamente derrotadas leyes Sinde, hoy, víspera de Reyes Magos, se estrena una de las películas más esperadas de la temporada. Se trata del quinto filme dirigido por Iciar Bollaín, aquella niña que Víctor Erice descubrió en la maravillosa El Sur y que con el tiempo se ha convertido en una más que solvente directora. En También la lluvia deja las historias intimistas que le han hecho célebre. Tras la fresca Hola ¿Estás sola?, se acercó al tema de la inmigración en Flores de otro mundo y a los malos tratos en su impresionante Te doy mis ojos. Luego rodó Mataharis, su film menos interesante, aunque era un acercamiento a la problemática femenina.

Ahora, en También la lluvia, que es la candidata española a los próximos Oscars, aunque todavía tiene que pasar la criba final para estar nominada, se acerca a cuestiones más generales impulsadas por la globalización. Tal vez esto venga derivado del guionista Paul Laverty, que además de ser el compañero sentimental de la realizadora -y padre de sus tres hijos- es habitual escritor de los filmes sociales del galés Ken Loach. Pero ahora abandona la Inglaterra postindustrial y sus secuelas por un ambicioso film que mezcla el descubrimiento de América y la situación actual de los países que vinieron después de la colonización. Es un film ambicioso, con cinco millones de euros de presupuesto, 4.000 extras, de ellos 300 indígenas y un dificultoso rodaje en las selvas bolivianas, con un clima que no se prestaba mucho con lluvias torrenciales. Bollaín tuvo que planear todo el rodaje, donde con frecuencia usaba dos cámaras, como una operación militar, lo que fue para ella una prueba a la que nunca se había enfrentado.

También la lluvia juega con dos períodos históricos para llegar a una conclusión que no gustará a los defensores de la obra colonizadora de España. Siempre se ha usado a Latinoamérica para expoliarla. Esto se centra en un equipo de rodaje que llega en el año 2000 a Bolivia, antes de Evo Morales, para hacer un film sobre Cristóbal Colón. Sus máximos responsables tienen dos visiones distintas. El director (Gael García Bernal) es un idealista que quiere contar una versión de los viajes de Cristóbal Colón distinta a la oficial, presentando al genovés como un depredador que sólo quería oro y esclavos. Pero el productor (el hiperactivo Luis Tosar) es un heredero del personaje principal de su película, pues sólo quiere acabar la película en plazo y si tiene que explotar a los indígenas que hacen de extras para hacerlo pues adelante.

Otros problemas los tienen con los actores, pues el que da vida a Colón (Karra Elejalde) es un alcohólico que se encuentra en las últimas profesionalmente. Pero las cosas se terminan de complicar cuando en ese año 2000 estalla la revuelta del agua, que se dio en Bolivia cuando se privatizo el agua a unos precios que pocos podían pagar. Se da la circunstancia que el indígena que hace de jefe en la ficción del film que está rodando el equipo (Juan Carlos Aduviri) se convierte en el líder de la revuelta, algo que incomoda al productor, que ve como no termina el rodaje. Pero algunos de sus chicos se ponen de parte de la revuelta.

Hay papeles para Raúl Arévalo y Nawja Nimri. Ahora habrá que ver si los académicos de Hollywood se conmueven con esta historia y nos dan otra alegría, que falta nos hace para la moral nacional, y no sólo en términos cinematográficos.

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