Buen concierto, mal aprovechamiento

Uno de los intérpretes de The English Concert, el pasado lunes, en la Catedral.
Uno de los intérpretes de The English Concert, el pasado lunes, en la Catedral.
Fernando Anaya Gámez

26 de noviembre 2008 - 05:00

A pesar de cierta climatología adversa, la cola de público casi rodeó los dos tercios del perímetro de la Catedral de Málaga. La verdad que resulta fantástico que haya esta acogida ante un concierto de música, máxime cuando en esta ocasión la degustación aseguraba un resultado de buena calidad, de manos de uno de los grupos de música antigua más reputados y consagrados de la vertiente inglesa: The English Concert junto a su coro.

La formación británica fue una de las pioneras en ir asimilando poco a poco las ideas que provenían de la corriente historicista iniciada en los años 60 del pasado siglo. Su primer director, Trevor Pinnock junto a Simon Preston y Anthony Pleeth apostaron por hacer música empleando instrumentos históricos y aplicando criterios musicales acordes al contexto de la partitura. Un núcleo naciente de The English Concert al que progresivamente se fue sumando más músicos y que llega a contar en la actualidad con un dilatado curriculum en sus treinta y cinco años de bagaje musical. Su actual gira por España recaló en Málaga y con ella nos ofreció un monográfico basado en dos piezas de Haendel, curiosamente el compositor con el que despegaron e impactaron en la década de 1980 (escúchese su pionera versión de El Mesías).

El Concerto grosso op.6 nº 6 en sol menor (Hwv 324) fue la primera de las dos piezas ofrecidas y desde ese momento se mostró uno de los numerosos aspectos positivos de la velada: una elección sabia de repertorio. La pieza, a todas luces, no sólo se convirtió en la carta de presentación del grupo de mano de su actual director, sino que manifestó los placeres de comprobar in situ los contrastes propios de la música barroca. Tanto el Largo afectuoso como los dos Allegros rindieron notables cuentas del buen estado de salud de la formación y del buen hacer que el clavecinista Harry Bickett proporciona desde 2007.

No hubo más que asomarse al escenario donde discurrió el concierto para comprobar otro de los aspectos positivos: la utilización inteligente del espacio, circunstancia que se corroboró en la Oda para el día de Santa Cecilia (Hwv 76). En este caso, la mezcolanza de formación instrumental, grupo vocal y solistas ofrecieron la otra vertiente por explorar de la noche y se tradujo en notables resultados. Destacó Carolyn Sampson con The soft complaining flute, una deliciosa pieza para flauta travesera barroca (llamada históricamente flauta alemana) y bajo continuo, donde la soprano desplegó su excelente técnica basada en una completa naturalidad, haciendo mención a su óptimo control aéreo, su agilidad vocal en las coloraturas y un empleo efectista y claro de messa di voce muy a la barroca en la parte final. Las intervenciones del tenor Allan Clayton fueron óptimas aunque no tan sobresalientes como las del coro en As from the power of sacred lays junto a la excelente concertación de los músicos.

Los aspectos negativos van para la organización. Personalmente no comprendo como no se potenció el empleo de las pantallas audiovisuales. Si en otros conciertos ofrecidos en la Catedral de Málaga existió un equipo de cámaras y un editor de imágenes ¿por qué una cámara fija? En este caso llego inclusive a comprender que cierta parte del público abandonase su sitio ante la imposibilidad de ver claramente algo, y no digamos escuchar. Una verdadera lástima.

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