César Jiménez se reivindica con otra Puerta Grande en Valencia

El diestro madrileño corta una oreja a cada uno de sus toros · Tejela y Bolívar se marchan de vacío · Corrida de Fuente Ymbro bien presentada y encastada

El diestro César Jiménez da un pase descalzo a su primer toro, ayer, en Valencia.
J. M. Núñez (Efe) / Valencia

16 de marzo 2010 - 05:00

GANADERÍA: Toros de Fuente Ymbro, bien presentados, salvo el tercero. Corrida encastada, pero con más genio que bravura. TOREROS: César Jiménez, oreja tras aviso y oreja con petición de la segunda. Matías Tejela, ovación y silencio. Luis Bolívar, ovación tras viaso y palmas tras aviso. INCIDENCIAS: Plaza de Valencia. Más de media entrada en tarde soleada, de frío soportable.

César Jiménez volvió a reivindicarse en Valencia, su plaza talismán, con una importante actuación de dos orejas, una a cada toro de su lote, y la correspondiente Puerta Grande, en el quinto festejo de la Feria de Fallas. Valencia ha sido "su" plaza de siempre, donde ha salido a hombros prácticamente tantas veces como se ha visto anunciado desde que tomó la alternativa. Hace un año que se rompió la racha, coincidiendo con lo que puede interpretarse el momento más bajo de su carrera. Pero hoy César Jiménez ha vuelto por sus fueros. Y eso que tardó en cogerle el aire a sus dos toros, que dicho sea de paso tampoco fueron nada fáciles. Tanto que no es aventurado asegurar que el primer trofeo que paseó en la tarde fue algo inesperado.

El primer fuenteymbro iba y venía, mas le faltaba clase. Hubo muletazos sueltos, algunos de buen corte, pero faltó compás y sinceridad en la faena. No hubo unidad. También demasiado larga, hasta el punto de sonar un aviso antes de montar la espada. Y la estocada no estaba en su sitio. Demasiadas cosas en contra. Pero le dieron la oreja, y punto. ¿Triunfo de rebufo por lo que significa su pasado aquí? Puede ser. Aunque lo verdaderamente notable que cuenta en el haber de César Jiménez fue su actuación frente al cuarto. La faena de muleta tuvo primor y firmeza, resultó honda y sentida. Faena meritoria, también teniendo en cuenta la condición del toro, berreón, sin dejar de protestar. Muy sincronizado el toreo a derechas sobre la base del temple. Y mejor todavía al natural. Hubo muletazos de mucho sabor y hondura. Adornos finales también de verdadero primor. Un cambio de mano, lentísimo, tuvo mucho ángel. De la estocada, en todo lo alto, salió el toro sin puntilla. Le pidieron con fuerza las dos orejas, sin embargo, el presidente, generoso de más en el anterior, ahora en plan cicatero, le dio sólo un trofeo.

Matías Tejela tuvo un lote a contraestilo. Le faltó humillar a su primero, que aún siendo mejor por el lado derecho tampoco llegó a romper. Nervioso y poco asentado, el trasteo de Tejela no tuvo apenas ritmo como dicen ahora. Y peor aún frente al quinto, un toro bruto que le sorprendió varias veces por su propia desconfianza y falta de ilusión.

Luis Bolivar fue otro al que no le llegó la inspiración. Con la disculpa de que su astifino primero no se empleaba lo suficiente, él estuvo despegado y al aire del toro, que remataba los viajes con la cara por las nubes. No terminó de encontrarse a sí mismo el colombiano, ni en el tercero ni en el sexto. El sexto fue la excepción del deslucido encierro. Por fijeza y prontitud, por su forma de desplazarse, largo y humillado. El mejor toro con diferencia, el único que empujó los engaños con estilo y por abajo. No fue capaz Bolívar, que abusó de los toques y las contorsiones. Le faltó sosiego, naturalidad. Ni compromiso ni capacidad para plantear faena. Fracaso sin paliativos.

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