El mismo Dani Rovira admitía ayer que le costó asimilar "que iba a hacer mi primera película como protagonista y con Emilio Martínez-Lázaro como director". Pero lo cierto es que la nueva comedia del realizador de El otro lado de la cama (título que entraña una de las páginas de oro de la historia del Festival de Cine Español de Málaga) descansa, y de qué manera, sobre los hombros del actor y humorista, que aparece en prácticamente cada secuencia del filme. Ocho apellidos vascos nace, como casi siempre en esto del cine, de un guión: el que firman Borja Cobeaga y Diego San José y que narra la extraña, entrañable, imposible y algo bizarra historia de amor entre un joven sevillano y una joven del País Vasco. Y sí, se trata de una comedia romántica que también saca punta, y de qué manera, a los tópicos territoriales ibéricos, a partir de la escuela forjada por Vaya semanita y otros productos audiovisuales. Clara Lago, Carmen Machi, Karra Elejalde y los sevillanos Alfonso Sánchez y Alberto López (responsables de El mundo es nuestro, otro episodio memorable del Festival de Málaga) completan el reparto de la película, que llegará a las salas el día 14 y que ayer tuvo un preestreno dentro del ciclo Málaga de Festival (MaF, antesala del Festival de Cine Español) en un Albéniz a rebosar. Antes, Rovira presentó el filme a la prensa junto a Sánchez, López, José Luis Hervías (consejero delegado de Telecinco Cinema) y David Naranjo (productor ejecutivo de La Zona).

Rovira, Sánchez y López comparecieron ante los medios ataviados con txapelas y las respectivas camisetas del Málaga, el Betis y el Sevilla. "Aprovechamos para anunciar una tregua", afirmó López. Y por ahí iban los tiros (con perdón). Rovira insistió en que la película es, más que otra cosa, "una comedia romántica sobre dos personas que descubren que lo que les une es más importante que lo que les separa". Y sí, lo que les separa son los tópicos, servidos sin contemplaciones: Rovira encarna a un sevillano muy sevillano y Clara Lago hace lo propio con una euskalduna de tomo y lomo. Alberto López señaló al respecto que "está bien que abordemos los tópicos en esta España que no suele reírse de sí misma. Al final, y después de propuestas como Vaya semanita y lo que Alfonso [Sánchez] y yo veníamos haciendo, estaba claro que una película así tenía que llegar". Entre los tópicos representados figuran la Feria de Abril, la imaginería pasionista, las batas de cola, los atracones a comer en los mesones vascos, las herriko tabernas y la kale borroka. Preguntados por la posibilidad de que esta película se hubiese realizado hace diez años, aun abordando temas sensibles de manera tan hilarante, Rovira fue tajante al señalar que "hace diez años tampoco habría habido ningún problema". Y Alberto López recordó que "de estas cosas se ha hecho humor siempre, aunque es cierto que pocas veces se ha hecho a boca llena. Pero ya iba siendo hora de desterrar prejuicios".

Precisamente, una de las escenas mejor facturadas técnicamente y más divertidas es la que narra una manifestación por la independencia del País Vasco que acaba, por una sucesión de desmadrados errores, con algunos contenedores quemados y la Ertzaintza entrando en acción. Rovira recuerda el rodaje con cariño y humor: "Rodamos la escena en Zumaia, con 190 figurantes que eran todos del pueblo. Los agentes de la Ertzaintza que aparecen son reales. Yo me lo pasé bomba porque tenía que decir tonterías delante de toda esa gente y hacer eso es lo que más me gusta del mundo. Además, me dieron un megáfono que llevaba encima todo el rato". Rovira subrayó ayer que la experiencia ha sido para él altamente gratificante ("El único momento malo fue un ataque de risa que nos entró a Carmen Machi y a mí. No podíamos parar") además de instructiva: "Pasé una semana con un actor vasco para hacerme con el acento. De pegarme el acento sevillano se encargaron estos dos (en referencia a Sánchez y López)". Y sí, el trío reclamó ayer igual entendimiento para las aficiones futbolísticas. Vamos a llevarnos bien, hombre.