Dardenne: "Lo importante hoy es hacer un filme sobre el miedo a vivir"

Los realizadores belgas reflexionan sobre su oficio a la luz de 'El niño de la bicicleta'

Efe / Madrid

31 de octubre 2011 - 05:00

El cine no debe ser siempre de denuncia, pero para los hermanos belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne es así. Buscan historias que cuenten cómo vive la gente, meterse dentro de sus problemas y por eso creen que "es más importante hacer un filme sobre el miedo a vivir, que sobre la crisis económica". "Buscamos historias que nos parezcan importantes y que nos apasionen, algo que nos aporte y que al mismo tiempo mire a la sociedad, a lo que pasa en la sociedad de hoy", explicó Luc Dardenne tras pasar por la Seminci de Valladolid para presentar su última película, El niño de la bicicleta.

Historias de personas más que del mundo, de cómo vive la gente y de por qué viven de una cierta forma. De cuáles son los impedimentos para sus vidas, como la falta de dinero. Por eso, en esta época de crisis, a los Dardenne les interesa más el miedo a vivir de la gente y no la crisis en sí misma. Lo que no quiere decir que ese vaya a ser el tema de su próxima película. "Nos gusta mantener el secreto", explica Luc, con 57 años el menor de esta pareja de cineastas que aseguran tener el secreto para su trabajo en equipo sin fisuras. "No nos lanzamos a hacer un filme si no lo sentimos de la misma manera", precisa Luc ante la sonrisa significativa de Jean-Pierre, de 60 años, el más bromista de los dos.

Con estas premisas comparten todo el trabajo y todas las tareas en sus películas. Solo durante el rodaje en decorados grandes o en exteriores se separan. Uno mira el vídeo y otro controla la cámara. Tareas también intercambiables. "Hablamos todo el tiempo y vemos el mismo filme. Es una especie de milagro permanente, como lo es el cine en sí mismo, en el que existe una dualidad continua entre sonido y luz, entre técnica y actores. Siempre hay dos cosas en el cine y eso obliga a un trabajo en equipo", señala Luc. Explicaciones pausadas e intervenciones milimétricas en las que ninguno de los dos se pisa ni interrumpe en sus contestaciones. Y, por supuesto, nunca se corrigen. El resultado profesional es un cine social, justo el que quieren hacer, sin que ello suponga menospreciar cualquier otro estilo o cineasta.

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