Descubrir a González Romero

El Museo del Patrimonio Municipal dedica una antológica al pintor malagueño en la que se reúnen 86 obras de sus ocho décadas de trayectoria

Francisco González Romero junto a 'Paisaje de Castilla' y 'Bodegón rojo', de 2006 y 2004 respectivamente. / Reportaje Gráfico: Jesús Mérida
Cristina Fernández

Málaga, 09 de agosto 2017 - 02:02

Hay muchos pintores en Francisco González Romero. Sus paisajes, sus bodegones, su pintura religiosa han ido mutando año tras año desde el realismo a la abstracción, pasando por el cubismo y el surrealismo. Así, asimilando, renovándose y sirviéndose de otras influencias las hizo suyas, no sin antes pasar por su tamiz, por su mirada analítica y su dibujo experto. Ocho décadas de trayectoria y aún en activo a sus 94 años dan para varias vidas artísticas. Aunque ninguna de ellas hayan sido conocidas por el gran público, si no vividas en la soledad del estudio, en el trabajo constante pero callado. Ahora, el Museo del Patrimonio Municipal (Mupam) rinde homenaje al artista malagueño, nacido en el barrio de Capuchinos en 1923, con una exposición antológica. Bajo el título Épocas e Itinerarios se muestran 86 piezas que han sido organizadas por temáticas. Desde el retrato de su abuela que pintó con 15 años hasta el Paisaje de Castilla de 2006 el espectador encontrará hasta el 17 de septiembre la mirada poliédrica de un creador que estaba por descubrir.

Lourdes Jiménez ha sido la encargada de comisariar esta muestra de la que destaca un catálogo extenso y cuidado que ayudará a situar a González Romero en el panorama pictórico de sus diversos momentos creativos. "Es un pintor que se ha mantenido alejado de los circuitos oficiales, de los marchantes y las exposiciones, la suya es una trayectoria muy individual", explicó ayer a la prensa Jiménez y agregó que tenía mucha obra "en casa y que había sido muy poco mostrada". El desarrollo del paisaje es el primer bloque temático que recibe al visitante, quizás uno de los más importantes de su recorrido artístico. "Bebe de muchas fuentes desde el realismo social de las películas de Bardem o la literatura de Laforet, a la escuela de Vallecas, la etapa cubista y la influencia de Vázquez Díaz, la de los pintores Indalianos de Almería hasta llegar a la abstracción total", argumentó la comisaria.

Además de los paisajes, hay una representación de bodegones, de figuración, de pintura religiosa y tauromaquia. "Es un pintor muy metódico, con una mente muy analista", consideró Lourdes Jiménez, para la que también era importante exponer los bocetos de su pintura mural y también los diseños de interiores, muy presentes en su obra. "Es un hombre profundamente religioso y también este apartado ha sido especialmente significativo en su obra", añadió. "Hay muchos pintores en él, porque descubre, interioriza y traduce a su estilo lo que ve, lo que aprende", estimó en la presentación de la muestra la comisaria y esperó que con esta muestra "se le de el lugar que le corresponde" a este artista casi desconocido.

Pero es que la vida no le permitió a González Romero dedicarse en exclusividad a ser el pintor que había soñado. "A los 11 años ya supe que a los 13 tenía que trabajar", confesó el propio artista ante los periodistas. Su madre enviudó con tres hijos a su cargo y no había ni tiempo ni dinero para contemplaciones. Por eso comenzó a trabajar en un taller de reparación de buques en el puerto malagueño. "Y eso cambió todo mi mundo", dijo. "Tuve que aprender dibujo técnico, esos años de trabajo en el taller fueron claves porque me dieron la posibilidad de un futuro", agregó el artista. Luego trabajó en el servicio forestal y aprobó oposiciones para el Ministerio de Obras Públicas y el de Agricultura en Madrid. Siendo funcionario ingresó en Bellas Artes y tuvo un estudio de diseño arquitectónico y de interiores.

"A los 15 años hice un retrato de mi abuela María y en ese momento supe que mi vida era la pintura, aunque tuviera que sortear el camino", recordó el artista, para quien "el arte ha sido un aprendizaje constante, todo el entusiasmo que he tenido ha sido producto de la evolución que me ha permitido el conocimiento". Con una entrega férrea, disciplinado consigo mismo y los demás, siempre creyó en sus propias posibilidades. "Y aquí estoy a mis 94 años recién cumplidos como si no pasara nada", apuntó. Eso sí, destacó que "en Málaga he sido un desconocido, si no se hace esta exposición me muero y nadie sabe que he nacido en el barrio de Capuchinos".

Como señaló la comisaria, "la fuerza vital de González Romero y su constante amor por evolucionar, por seguir aprendiendo y aplicándolo a su pasión que es el arte, le han llevado a tener una amplísima trayectoria y una obra artística del todo coherente y ejemplar siendo poco conocida en Málaga tras pasar tantos años de su vida entre Madrid y Almería, primero como funcionario de diferentes ministerios y más tarde como profesor de Bellas Artes". Por ello, esta exposición de carácter antológico muestra "una selección muy importante de sus trabajos para, con ello, reencontrarse con Málaga en esta síntesis tan particular y característica que lo define como artista y demuestra su amor por el arte y por su ciudad, a la que volvió en 1990 y en la que toma parte activa desde entonces", apuntó Lourdes Jiménez.

Francisco González Romero fue reconocido en Madrid como le pasaría a sus compañeros de generación, Manuel Mingorance Acién, José Puyet Padilla o Félix Revello de Toro. Además entró en contacto con una peña de artistas en Málaga a la que pertenecían, entre otros, Luis Bono o José Roquero, Rokero. En estos años, gracias a su experiencia profesional, perfeccionó además el campo del diseño y el dibujo técnico. La muestra podrá visitarse hasta el 17 de septiembre de martes a domingo de 10:00 a 14:00 y de 18:00 a 21:00.

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