'Despachados' lleva al Cánovas el conflicto entre trabajo y amistad
Paco Inestrosa, Miguel Zurita y Luis Centeno protagonizan la obra de Samuel Pinazo, en un montaje dirigido por Pedro Lanzas
¿Es la amistad una cuestión utópica en un entorno laboral cuando se produce un ascenso? Esta pregunta constituye la premisa esencial de Despachados, la obra del dramaturgo malagueño Samuel Pinazo, que se representa en la Sala B del Teatro Cánovas desde mañana jueves hasta el 18 de marzo en un montaje de El Afilaor Teatro (compañía heredera en gran medida de La Mordiente), dirigido por Pedro Lanzas e interpretado por Paco Inestrosa, Miguel Zurita y Luis Centeno. Los dos primeros sostienen en peso un conflicto nada complaciente que se arrima tanto al drama como a la comedia y que se sirve en frío, para un aforo máximo de 38 espectadores. Lanzas definió ayer la propuesta como "teatro de actores, puro, directo, sin artificios", y subrayó que la pulverización de distancias entre los intérpretes y el público "libera gran cantidad de energía. Queríamos hacer de Despachados una experiencia única, y para eso queríamos que los espectadores la sintieran muy de cerca".
Samuel Pinazo estrenó ya la obra en 2013 en Bogotá, dentro del Festival Internacional de Teatro de la capital colombiana. Y aunque la propuesta que se presenta ahora "ha sufrido un pertinente proceso de descolombianización", los mimbres son fundamentalmente los mismos: "Despachados es, ante todo, una obra sobre la amistad y sobre la desconfianza. La situación de crisis y todo lo que ha generado se filtran de alguna manera, pero, más allá de esto, lo que hacemos es invitar a la reflexión sobre cómo una relación laboral influye en otro tipo de relaciones, porque esto es algo que mucha gente vive día a día y a raíz de nuestro trabajo puede hacerse preguntas". El conflicto, según Pedro Lanzas, confluye "en un ambiente gris, seguramente más gris que el original del texto, pero que luego los personajes trasladan a un estadio de mayor claridad".
El actor Paco Inestrosa señaló que lo más difícil de la producción a nivel interpretativo "ha sido aprender a mantener la tensión y construir el personaje sin terminar de desvelar sus intenciones, porque esto es algo que el espectador tiene que ir haciendo por su cuenta. Los personajes no hacen más que engañarse una y otra vez y ahí es el público el que tiene que elegir. Para un actor esto es complicado, porque, paradójicamente, aunque juguemos a ser otro, en el teatro únicamente se puede ser sincero. Para Miguel Zurita y para mí ha sido un gran reto".
A lo largo de una hora en la que los acontecimientos se suceden a velocidad endiablada, Despachados ofrece un espejo que denuncia sin reservas las debilidades del hombre contemporáneo. Para esto, justo, está el teatro.
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