Cultura

Duende en estado puro

Ciclo El Duende del Albéniz. Cine Albéniz. Fecha: 27 de noviembre. Baile: José Losada Carrete y Luisa Chicano. Cante: Delia Membrive y Raúl Franco. Guitarras: Luis Salado y Joaquín Losada 'Carretillo'. Percusión: El Yaya. Aforo: Unos tres cuartos de entrada.

El duende del Albéniz estuvo el sábado de enhorabuena, pues encontró el complemento perfecto en la figura de José Losada Carrete. Ver a Carrete bailar es darse cuenta que estamos ante una filosofía flamenca que ya es muy difícil de encontrar. Hoy la mayoría de los artistas quieren triunfar a toda costa y sólo les preocupa escribir con letras de oro su nombre en la flamencología. En cambio, Carrete representa a aquéllos que no estudiaron en ninguna academia, a los que el arte les brota sin esfuerzo aparente, aquéllos que han vivido de la única manera que sabían: ofreciendo un don natural, quizá ausente de técnica, pero auténtico y genial.

El cuadro que le acompaña está formado por jóvenes de gran calidad artística, curtidos en todo tipo de escenarios, desde los más humildes a los más grandes. La voz doliente y estremecedora de Delia Membrive rompió el hielo por tangos, dándole la réplica su compañero Raúl Franco por bulerías. Todo ello bien marcado por la vertiginosa percusión de El Yaya. Este preámbulo sirvió para aumentar la expectación por ver a Carrete, quien muy señor, con sombrero y bastón, entró en el escenario al son de cantiñas. Los aspavientos con sus manos grandes y expresivas fueron marcando con gracia el baile, mientras que su zapateado, gran baza de este artista, levantó al público en cada desplante. Intercalando arbitrariamente pasos de claqué -de niño quería ser como Fred Astaire-, fue derramando arte, mientras que su fuerza en las piernas nos dejó absolutamente boquiabiertos. La coreografía es distinta en cada desplante, en cada escobilla, porque, sencillamente, está al margen; la improvisación es la mejor arma de Carrete.

Con el público rendido a sus pies, abandonó el escenario para dejar paso al baile racial de Luisa Chicano. Pero luego puso la guinda al declamar y cantiñear un poema dedicado al reciente nombramiento del flamenco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, donde nos invadió la ternura cuando invocaba al niño que fue. El fin de fiesta apenas se pudo oír ante el estruendo de los aplausos de todo el público en pie.

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