Emily Watson ante el Premio Donostia: "Es maravilloso pero no soy lo bastante mayor"

La actriz británica, que debutó en 1996 en 'Rompiendo las olas', de Von Trier, recibe un homenaje a toda su carrera en San Sebastián

A. G. Arribas (Efe) San Sebastián

26 de septiembre 2015 - 05:00

Emily Watson recibió ayer el Premio Donostia del Festival de San Sebastián, un galardón que no conocía y que ha sorprendido a esta actriz británica que piensa que hay "mucho" de ella que "aún no se ha descubierto" y a la que le encantaría hacer una comedia. "Creo que sería muy buena, dicho sea de paso", dijo en la rueda de prensa que ofreció horas antes de recibir, por la noche, el galardón en el Kursaal. "Es maravilloso recibirlo, y al mismo tiempo extraño porque no me veo lo bastante mayor", dijo Watson sobre este premio que reconoce el conjunto de una carrera. "Me creo que tengo todavía 23 años", bromeó esta intérprete que ha rodado una treintena de películas, la primera en 1996: Rompiendo las olas, de Lars von Trier.

Con los años, el danés "ha adquirido la reputación de tío difícil con las actrices", dijo, pero no fue así en su caso pese a que el rodaje fue "duro". "Fue una experiencia en la que me sumergí por completo. No era consciente de que estaba haciendo una película; repetía escena tras escena y cada vez estaba más metida en el papel. Me abrió las puertas, con él empezó mi carrera y se lo agradezco muchísimo", insistió Watson, que admitió que, "más allá de Almodóvar", poco o nada sabe del cine español.

De poder, volvería a trabajar con Robert Altman, fallecido en 2006. Con él rodó Gosford Park en 2000. "Es el ser más extraordinario que he conocido; hacía las cosas de otra manera, no utilizaba las reglas de nadie. Era una especie de filósofo del espíritu humano", afirmó la actriz, a la que le resultó "genial y divertidísimo" hacer de "villana" en aquella historia. Con Paul Thomas Anderson también repetiría, y de hecho su papel en Embriagado de amor es uno de sus favoritos, confesó antes de añadir que le "encantaría" que la dirigiera Todd Haynes: "Aunque tengas mucho éxito, sigues esperando que suene tu teléfono".

Antes, la penúltima jornada acogió los estrenos de Un día perfecto para volar, una declaración de amor del catalán Marc Recha a su hijo, y la canadiense Les démons (Los demonios), de Philippe Lesage, una cinta que dejó pegados a sus sillas a los espectadores, inquietos, sintiendo removerse en su interior los mismos miedos que acosan al niño de 10 años que protagoniza el filme. Aparte de la cinta de Recha, literalmente un trabajo familiar (está rodada en el idílico y privilegiado lugar donde viven los Recha, la música la firman el propio director y su hermano, y su hijo y su amigo Sergi López son los protagonistas), otro título español se presentó en el festival, La novia, de Paula Ortiz.

Esta coproducción internacional, rodada en paisajes desérticos de Aragón y Turquía y que adapta las Bodas de sangre de Federico García Lorca, se proyectó fuera de concurso. En la cinta aparece, en su último papel en el cine, el actor Carlos Álvarez-Novoa, asturiano afincado pero ligado siempre a Sevilla, donde falleció el pasado miércoles a los 75 años. Un elenco más joven y mucho más mediático protagoniza esta versión libre de la tragedia lorquiana con fatal triángulo amoroso: Inma Cuesta, Asier Etxeandía y Álex García.

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