Cultura

Francisco Casavella aclara que sus vampiros son una "metáfora"

  • El ganador del Nadal 2008 aseguró ayer que todo el mundo "se alimenta de las vidas de la gente que le rodea"

El escritor barcelonés Francisco Casavella, ganador del Premio Nadal 2008 con Lo que sé de los vampiros, aseguró ayer que todo el mundo "se alimenta de las vidas de la gente que le rodea".

En la novela, Casavella narra el viaje del joven novicio Martín de Viloalle acompañando a los jesuitas expulsados de España a finales del siglo XVIII por Roma, los estados alemanes, Dinamarca y el París revolucionario. Tras abandonar a los religiosos, se hace un personaje adulador de las cortes europeas que tanto proliferaron en este periodo.

El joven Martín de Viloalle, tras abandonar a los jesuitas, se convierte en un personaje que se gana la vida con sus dibujos, lo que le lleva a ser preceptor de un príncipe y una especie de fotoperiodista durante la Revolución Industrial, y que se mira con "cierta distancia" al poder aprovechándose de él.

Francisco Casavella afirmó que todos aquellos personajes que pululaban por las cortes de aquellos años, "que iban de ilustrados a estafadores", adulando el poder "lo ponían en evidencia". El autor explicó que la figura del vampiro es "una metáfora", que le sirve para ilustrar que el hombre "no es tan humano como cree".

Situando la acción de la novela en el Siglo de las Luces, Casavella ha pretendido "enseñar las cartas" sobre una forma de actuar en una época en que se hacía "propaganda de la razón, asegurando que su triunfo daría paso a un mundo maravilloso". "La razón tiene una agenda oculta que puede justificar atrocidades", añadió.

Francisco Casavella, autor de novelas con personajes marginales, dijo sentirse "cómodo" en los márgenes de la literatura y aseguró que está ultimando un ensayo sobre las relaciones entre paranoia y literatura, desde la Inquisición hasta la actualidad.

Por su parte, Eva Díaz, finalista con El Club de la Memoria, aseguró que su obra es una novela sobre "el exilio y la amistad", en la que se narra como una investigadora halla en la Filmoteca Nacional el diario de uno de los componentes de este club, compuesto por jóvenes escritores y artistas que participaban en las llamadas Misiones Pedagógicas y que luego padecieron el exilio con la caída de la II República.

Díaz (Sevilla, 1971) remarcó que siempre le ha "inquietado" la historia española y la existencia de "pasajes silenciados" y el "cierto rechazo a investigar la España heterodoxa". Es por ello que consideró que un asunto como el exilio todavía "no se ha incorporado de forma definitiva" a la historia española y que esta novela reivindica "la memoria de estos maestros".

Por otro lado, el escritor mallorquín Melcior Comes pretende hacer al lector "partícipe" de los horrores del régimen nazi para que éstos "sean asumidos como inviables" en la novela La batalla de Walter Stamm, ganadora del Premi Josep Pla de prosa en catalán.

En la novela, el joven Walter Stamm es acusado de un delito de alta traición contra el Tercer Reich e ingresado en un campo de concentración. El régimen nazi le conmuta la pena a cambio de formar parte de uno de los batallones disciplinarios que lucharon contra el Ejército ruso en la batalla de Stalingrado.

Melcior Comes afirmó que eligió a un joven que podría ser "un compendio de las mejores virtudes humanas" para retratar el horror nazi, a través de una historia que reflejara el "fenómeno de la guerra y la violencia humana" con una víctima que se obligada a coger un arma para sobrevivir y traicionarse a sí mismo y a los suyos con acciones "vomitivas".

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