La crisis de la Fundación Unicaja aboca a la sala María Cristina al cierre

La institución atraviesa serias dificultades para diseñar la temporada 2012/2013, de la que aún no hay noticias · La OFM se ha ofrecido para gestionar el espacio, reinaugurado en 2009 tras su restauración

Acceso a la sala María Cristina tras la reforma culminada en mayo de 2009.
Pablo Bujalance / Málaga

24 de agosto 2012 - 05:00

El 24 de mayo de 2009, la sala María Cristina reabrió sus puertas tras una profunda restauración que se prolongó durante diez meses y para la que se invirtieron 3,6 millones de euros. Mediante aquella actuación se reformaron las pinturas, los estucos y los suelos y se instaló una nueva sillería. Aquella noche, el emblemático rincón del antiguo conservatorio, con capacidad para 364 espectadores y con una calidad acústica admirada y envidiada en toda España y buena parte de Europa, fue devuelta a la ciudadanía, que respondió llenando el aforo en un concierto de la Camerata de Madrid. Pues bien, algo más de tres años después, el presente de la sala María Cristina, y lo que apunta respecto a su futuro inmediato, se parece demasiado a una puerta cerrada con un candado. Y es que la Fundación Unicaja, responsable del equipamiento, atraviesa serias dificultades para diseñar la programación de la temporada 2012/2013, de la que aún no hay noticia alguna (las temporadas de la sala se presentan tradicionalmente cada mes de junio del curso anterior, por lo que a estas alturas las entradas deberían llevar varias semanas a la venta). La situación es tan grave que, según informaron fuentes cercanas a la institución, amenaza con mantener a cal y canto este templo para la música.

Las dificultades de la Fundación Unicaja son estrictamente económicas. La entidad ya anunció a comienzos de año que sus aportaciones a los diversos certámenes culturales en los que participa habitualmente serían en los meses siguientes inferiores cuando no directamente nulas. Además, recientemente clausuró la sala Italcable, uno de sus baluartes en materia expositiva en la capital malagueña. Con respecto a la sala María Cristina, ya resultaba significativo que la Fundación no convocara para este verano la cuarta edición de los Cursos Superiores de Música, un proyecto que reunió en los años anteriores a grupos de jóvenes instrumentistas con algunos de los primeros maestros del panorama nacional y que además contaba con un programa de conciertos propio dentro del Festival de Verano. La temporada 2011/2012 dedicó su programación completa al lema Picasso y la música dentro del proyecto Málaga,20 años bajo la mirada de Picasso impulsado por la Junta de Andalucía. Cantantes como María Bayo, Isabel Rey, Mariola Cantarero, José Manuel Zapata y un Carlos Álvarez felizmente recuperado para la lírica en su tierra, así como el Coro de Cámara del Palau de la Música de Barcelona, el Quinteto Sideris, el dúo Hermanos Capuçon y la Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM), entre otras agrupaciones, distribuidas en tres ciclos distintos (Grandes Intérpretes, Familiar y Voces), actuaron durante el pasado curso en la Sala María Cristina con notable afluencia de público. Cabe recordar además que la Sociedad Filarmónica, el Ateneo de Málaga y otras instituciones suelen organizar conciertos de cámara y recitales líricos en el mismo espacio de la Plaza de San Francisco; todo apunta a que estos préstamos constituirán la excepción al blanco el próximo curso.

Precisamente, fuentes de la Orquesta Filarmónica confirmaron que esta agrupación se ha ofrecido para hacerse cargo de la sala mientras la Fundación Unicaja no pueda asumir el gasto de una programación al uso. La OFM también desarrolla en la María Cristina algunas actividades propias, como el Festival de Música Antigua (la última edición se celebró íntegramente en la sala, salvo el último concierto, que protagonizó la orquesta y que tuvo lugar en el Teato Cervantes) y los conciertos de la Joven Orquesta Barroca de Andalucía, que impulsa la misma OFM y cuyas nuevas audiciones se llevarán a cabo ya a partir del mes que viene. Lo cierto es que la Fundación Unicaja representa un papel esencial en la articulación de la música clásica en la provincia, y sus dificultades se traducen a menudo en pérdidas irreparables. Baste recordar el jarro de agua fría que supuso la extinción del ciclo Ciudad del Paraíso en 2007 después de haber traído a la capital a figuras internacionales como Lorin Maazel. Málaga corre así el riesgo de perder uno de sus activos culturales de mayor prestigio; no evitarlo saldrá demasiado caro.

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