Gina Lollobrigida: 90 años de amor, desamor, pleitos y mucho cine

Gina Lollobrigida, en su casa de Roma, en una imagen de 2013. / Efe
G. Sánchez (Efe)

Roma, 05 de julio 2017 - 02:10

La actriz Gina Lollobrigida, indiscutible musa en el panteón de la cinematografía italiana, cumplió ayer 90 años de una vida en la que se erigió como icono de la belleza mediterránea y marcada por el amor, el desamor y los pleitos. Toda una enseña nacional que por sus "tres veces treinta años", como aseguran que dice haber cumplido, ha merecido la felicitación de las más altas instituciones del Estado, como el presidente de la República, Sergio Mattarella, o el ministro de Cultura, Dario Franceschini.

Luigia Lollobrigida nació en Subiaco el 4 de julio de 1927 en el seno de una familia acomodada que perdió su patrimonio en la II Guerra Mundial y en 1947, con 20 años, se mudó a la cercana Roma, donde comenzó a estudiar Bellas Artes. Según explica en la biografía de su web oficial, ella era la "privilegiada" ya que mientras se instruía en arte y lírica gracias a una beca, su familia de "refugiados" vivía en una única y pequeña habitación y "comía lo poco que lograba recoger". El trampolín al mundo del espectáculo se produjo a su llegada a la ciudad, cuando acabó en el escenario del certamen Miss Roma, en el que quedó segunda, y posteriormente fue invitada a la final de Miss Italia, en la que finalmente triunfó Lucía Bosé.

Sus primeros éxitos llegaron a las órdenes de Luigi Zampa, con cintas como Campane a martello (1949). En 1952 protagonizó junto al divo francés Gérard Philipe Fanfán el invencible, del realizador francés Christian-Jaque, una película premiada en Cannes y en Berlín, lo que le dio gran visibilidad en el continente. Todos los directores de los años 1950 la querían pero fue Luigi Comencini quién la impulsó a su máximo esplendor en Pan, amor y fantasía (1953), con la que ganó su primer premio, el Nastro d'Argento, gracias a un recordado papel junto a Vittorio de Sica. En aquella época trabajó en grandes producciones internacionales, como La burla del diablo (1953), con Humphrey Bogart; Trapecio (1956), con Tony Curtis, o Nuestra señora de París (1956), junto a un Anthony Quinn jorobado. Pero quizá una de sus trabajos más emblemáticos sea La mujer más guapa del mundo (1956), junto a Vittorio Gassman.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último