Ginger y Fred, una pareja de cine
La bellísima Ginger Rogers era una magnifica actriz y como bailarina el complemento ideal para lucir aún más -si cabe- las extraordinarias facultades para el baile de Fred Astaire
El cine musical nace con la incorporación del sonido a las películas, de hecho, el primer film sonoro, El cantor de jazz alardea de la nueva conquista tecnológica incluyendo ya números musicales en su metraje. Pronto la M.G.M. con películas como Melodía de Broadway o la Warners Bros con su celebrada Calle 42 añaden al convencional género musical de los teatros, la espectacularidad de vertiginosos tiros de cámara, llamativos travellings o majestuosas coreografías con multitud de bailarines con la intención de asombrar a los espectadores.
Una productora más modesta, la RKO Pictures, apostó, sin embargo, por otra manera de abordar el género: los números musicales formaban parte del argumento de las películas y las evoluciones de una sola pareja de baile rodadas en una fluida continuidad, sustituían a los colosales y complicados montajes de sus competidoras. Volando hacia Río, una película romántica que tenía como protagonistas a la famosa actriz mexicana Dolores del Río y al cantante Gene Raymond, fue su primera incursión en el cine musical. La película fue todo un éxito pero, curiosamente, el mérito no se lo llevaron sus teóricas estrellas sino dos de sus actores secundarios, una joven pareja de bailarines que fascinó al público con su coreografía de The Carioca, eran: Fred Astaire y Ginger Rogers.
El primero venía del teatro donde ya había destacado por su donaire y elegancia formando pareja de baile con su hermana Adele. Ginger Rogers, sin embargo, solo había participado en papeles secundarios de unas cuantas películas. La química (rítmica) entre ambos surgió desde el primer instante y la RKO aprovechó la extraordinaria compenetración de la pareja para realizar nueve comedias musicales que, aún hoy y gracias a sus números de baile siguen teniendo plena vigencia. La bellísima y atlética Ginger Rogers era una magnifica actriz y como bailarina el complemento ideal para lucir aún más -si cabe- las extraordinarias facultades para el baile de Fred Astaire.
A pesar de ser bajito, orejón y con una cara como de pera invertida (algunos críticos le encontraban un gran parecido con Stan Laurell -el delgado de la pareja cómica El Gordo y el Flaco-, Astaire, representó como nadie la sofisticación y la elegancia y su manera de moverse, la gracilidad de sus gestos, su impecable vestimenta y, por supuesto, su habilidad para desafiar a la gravedad al ejecutar los pasos de baile, le convirtieron en un auténtico gentleman de la danza. En palabras de Katherine Hepburn sobre los méritos de la famosa pareja: "Él aportó clase, ella le dio sexo".
De entre todos los títulos en que participaron juntos Fred y Ginger quizá los más sobresalientes sean las que rodaron justo después de Volando hacia Río: La alegre divorciada y Sombrero de copa. Fred Astaire estaba alicaído porque acaba de romper su fructífera unión con Adele (esta pensó que era mejor negocio casarse con un rico aristócrata inglés que seguir deambulando con su hermano de teatro en teatro) y para animarle, Cole Porter le escribió una de las canciones más hermosas jamás compuestas: Night and Day que sería después incluida en La alegre divorciada que, por si fuese poco, contaba con otro extraordinario estándar de Con Conrad que se llevó el Oscar a la mejor canción y que la pareja coreografía maravillosamente durante 16 minutos: El Continental.
Sombrero de copa (Top Hat) se rueda en 1935 y supone la consagración cinematográfica definitiva de Astaire y Rogers como pareja, además del lucimiento de ambos en actuaciones individuales. Con música de Irving Berlin, la película contiene otra canción inolvidable: el célebre "Cheek to cheek". En unos decorados imposibles de una irreal Venecia blanca, limpia y estilosa que rinde pleitesía al "Art Déco", se desarrolla una comedia de equívocos entre Astaire, Rogers y dos impagables secundarios: Edward Everett Horton y Helen Broderick.
Es la época de la Depresión americana y películas como esta hacen evadirse a los espectadores de la dura realidad cotidiana actuando como una especie de "medicamento" que en esos tiempos difíciles, les hace salir del cine con un poco más de esperanza. Fred Astaire con traje de etiqueta, sombrero de copa y bastón y Ginger Rogers con un exótico vestido de plumas que realza sus movimientos, bailan sin artificio alguno delante de la cámara que siempre los toma en plano general para que nos perdamos ni un detalle de sus evoluciones. Nunca se dieron un beso en la pantalla y según cuentan las malas lenguas, su relación personal no era demasiado buena. Sin embargo, juntos bailaban como los propios ángeles.
Fred Astaire tuvo después otras magnificas parejas de baile (Paulette Godart, Rita Hayworth, Cyd Charisse...) pero, a pesar de no saber claqué y de no haber bailado nunca en pareja, Ginger Rogers tenía estilo, talento y la capacidad de hacer brillar, aún más, a Fred Astaire. Ellos logran el prodigio de que, tras ver sus películas, hasta los espectadores más patosos salimos convencidos de que...¡bailar es fácil!.
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