Los diez 'Guardianes' de Mascaró custodian el Paseo del Parque

Es la primera vez que Xavier Mascaró (París, 1965) realiza un conjunto monumental y la primera vez que se exhibe en España. Málaga tiene el privilegio de acoger las 11 esculturas de hierro que conforman el recorrido expositivo que comienza en la Plaza de la Marina con una gran barca de (17 metros de largo y dos de altura) y continúa por el Paseo del Parque.

Los Guardianes dan nombre así a la hilera de figuras de casi tres metros de altura y dos metros de ancho que interrumpen el paso del viandante. "Son formas híbridas en las que he intentado combinas las raíces culturales orientales y medievales", explicó ayer el propio Mascaró, para referirse a esa suerte de buda y guerrero que custodiará hasta el próximo 30 de noviembre el gran oasis de la capital malagueña. La Fundación Unicaja ha sido la encargado de organizar esta muestra itinerante que recorrerá luego Sevilla y Madrid.

Fundidas a partir de una misma matriz, de un mismo molde interior, pero con texturas y oxidaciones diferentes, las figuras (de una tonelada cada una) son el resultado de un proceso de algo más de un año en el estudio, tras el cual viajaron directamente a pasado los Jardines del Palais Royal de París (junto al Louvre), por mediación del ministro de Cultura francés. Desde finales de 2008 hasta principios de 2009 estuvieron expuestas en Francia, para resguardarse luego de nuevo en el estudio y salir directamente rumbo a Málaga.

Ninguna de las 11 esculturas de gran formato (ni los guardianes ni la barca) cuentan con vigilancia externa, ni por parte del Ayuntamiento ni de la entidad financiera. Mascaró confía en la conciencia cívica y en la curiosidad del público. "Es lo que más me gusta, que se paren a observarlas y se hagan fotos, además las piezas tienen una entidad estable y segura", comentó el escultor.

Xavier Mascaró es uno de los jóvenes artistas del panorama español con más proyección internacional. Se licenció en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona. En 1989 crea sus primeras obras en bronce y en 1995 introduce el hierro en su escultura. Entre 1996 y 1998 reside en Nueva York, abriéndose a nuevos caminos de investigación. Ha expuesto de manera individual en Francia, Argentina, México, Estados Unidos, Colombia, y Austria, entre otros países. También ha realizado escenografías para obras como Cementerio de automóviles de Fernando Arrabal, presentada en el Centro Dramático Nacional (2001), y Carta de amor también de Arrabal, presentada en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en 2002.