El Guggenheim de Nueva York celebra al Picasso esencial en blanco y negro

Carmen Giménez es la comisaria de la exposición que se inaugura hoy con 118 obras representativas de todas las etapas del genio malagueño y que permanecerá abierta hasta el 23 de enero de 2013

El Guggenheim de Nueva York celebra al Picasso esencial en blanco y negro
El Guggenheim de Nueva York celebra al Picasso esencial en blanco y negro
Marta Quintín (Efe) / Nueva York

05 de octubre 2012 - 05:00

El blanco y el negro fueron una paleta constante en la carrera de Pablo Picasso, con la que el artista exploró todos sus estilos, y desde hoy centran una exposición en el museo Guggenheim de Nueva York que reúne 118 obras que no necesitaron del color para ser maestras. "Lo maravilloso de esta exhibición es que con ella el público va a ver a Picasso, lo va a entender mejor, porque lo esencial de toda su carrera está en blanco y negro. Usó esos colores en todos sus periodos, no en uno concreto", explicó ayer la comisaria de la exposición, Carmen Giménez, quien fue además la primera directora del Museo Picasso Málaga.

Así, Picasso en blanco y negro, que permanecerá abierta hasta el 23 de enero de 2013, permite abarcar toda la trayectoria del artista desde una mirada monocromática, que comienza con La planchadora, una obra inscrita en el denominado periodo Azul (1901-1904), hasta El beso, realizado cuatro años antes de su muerte. Picasso (1881-1973) recurre a esta paleta blanquinegra, en la que también está presente la gama de los grises, en su periodo Rosa, durante sus pioneras investigaciones en el cubismo, en las pinturas figurativas con reminiscencias neoclásicas con las que rindió tributo a Ingres, así como en sus incursiones surrealistas.

También se valió de ella profusamente para representar las atrocidades de la guerra, bodegones alegóricos, interpretaciones de obras maestras históricas, como Las meninas de Diego Velázquez, o en los cuadros que pintó en el ocaso de su vida, y que están llenos de sensualidad. "Son periodos marcados, pero fluidos, por los que Picasso va y viene", aseguró Giménez, quien añadió que lo que comparten estas 118 esculturas, pinturas y dibujos es que, en todos ellos, el español prescinde del color para realzar "la línea, el volumen o la estructura formal, que es autónoma en su arte".

Sin embargo, "contra lo que la gente piensa", según Giménez, esta paleta monocroma no está asociada "forzosamente" con un solo estado de ánimo del artista, "ni con la violencia", una creencia que arraiga en el hecho de que el Guernica, de cuya ejecución se cumplen 75 años, esté pintado en estos tonos. "El Guernica es, sin ninguna duda, la obra cumbre de Picasso, pero lo es de toda su carrera, no sólo de su producción en blanco y negro, y hay muchos otros temas que pintó en estos colores y que no son violentos", subrayó Giménez, quien aludió a los retratos de su amante Marie-Thérése Walter o de mujeres sentadas, a los que calificó de "muy tiernos". El prolífico artista se valió de múltiples técnicas para lograr estos efectos, como los pigmentos minerales con los que emuló las pinturas rupestres del Paleolítico, la tradicional grisalla, que puede verse en Estudio para escultura de una cabeza (1932).

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