La Lámpara Minera ya está en Málaga

Antonia Contreras se hace con el máximo galardón del Festival de las Minas, en cuya final triunfaron también la bailaora catalana Belén López y el pianista jiennense Alfonso Aroca

Antonia Contreras, durante su actuación en la final de Las Minas.
Antonia Contreras, durante su actuación en la final de Las Minas.
Juan Vergillos La Unión

15 de agosto 2016 - 05:00

Antonia Contreras (Málaga, 1963) es la flamante Lámpara Minera, máximo galardón que otorga el Festival de las Minas, cuya final se disputó en la madrugada del sábado al domingo, en la 56 edición del concurso de la localidad murciana de La Unión. Se trata de una cantaora muy particular. Imprime su enorme personalidad en los cantes que realiza. En ellos el concepto del compás es bastante laxo. Por eso no cantó estilo rítmico alguno en la final, pese a que en las bases del concurso se especifica que el premio mayor del mismo se otorga, al 50% en la valoración, a la mejor interpretación por mineras y al cantaor más completo.

Contreras cantó la malagueña de la Trini y las granaínas de Chacón y Vallejo. Eso sí, alargando los tercios hasta límites insospechados. El cante pierde frescura y gana solemnidad. La minera que cantó en la madrugada en el Antiguo Mercado de La Unión no es una excepción en su repertorio en lo que se refiere a alejarse de los cánones. Su minera pierde matices en los medios tonos en aras de la espectacularidad que Contreras imprime a todas sus interpretaciones. Una espectacularidad sui generis, como digo, que caló en gran medida en el público unionense. La cantaora recibió la ovación más larga de la noche. Su cante es tan singular que a veces parece una parodia y otras una brillante estilización.

La malagueña, además, derrocha carisma escénico en una forma ampulosa y almibarada que provoca adhesión o rechazo en la misma medida. Es una intérprete cálida que sedujo al jurado que le concedió, además de los 15.000 euros de la Lámpara, los premios por granaína y malagueña. Estuvo arropada por una guitarra de lujo, la de Juan Ramón Caro, que se ajusta con naturalidad a este concepto solemne del flamenco. Por cierto que Caro fue también el escudero de otra Lámpara Minera, hace 24 años, la de un tal Miguel Poveda, ¿les suena?

Antonia Contreras es una cantaora de largo recorrido que ha obtenido primeros premios en los concursos de Ardales o de Ubrique. Se inició en el ámbito de las peñas malagueñas y allí sigue teniendo su público incondicional. Hizo una minera muy particular, igual que su paisana La Repompilla, otra vetenerana profesional del cante, que cantó una minera caliente, visceral, alejada de los cánones cantaores de estas tierras. Fue la pacense Esther Merino la que hizo una minera más canónica. Pero, lógicamente, el jurado es soberano, no tiene por qué premiar la fidelidad mayor o menor a un canon concreto. De hecho, la minera era un cante muy diferente, más aéreo y sutil, en los tiempos de Chacón. La minera actual, al menos la que se canta por estos lares, es una creación personal del unionense Pencho Cros sobre un cante de Antonio Grau, que fue asesor del festival murciano en sus orígenes. Escuchen si les apetece las grabaciones de los ganadores del festival en su primera etapa, las de Canalejas o las del propio Antonio Piñana, y podrán comprobar que sus mineras son muy diferentes de la actual.

Belén López, por su parte, se alzó con el Desplante Minero 2016. La joven bailaora (Tarragona, 1986) repitió vestuario en las dos interpretaciones que llevó a cabo en el Antiguo Mercado de La Unión. A la seguiriya del viernes sumó en la madrugada del sábado un nuevo baile, como exigen las bases del concurso, y que en este caso fue la soleá. No obstante, López ejecuta todos los estilos con el mismo nervio, con la misma entrega, con el mismo lozano frenesí. Su baile es un no parar, un derroche de energía, de pies y también de expresión corporal. Su entrega a la danza flamenca es tal que apenas concede espacio, ni a sí misma ni al público, para la respiración. El segundo premio del concurso de baile, dotado con 4.500 euros, fue para la almeriense Anabel Veloso.

En el apartado musical, el pianista jiennense Alfonso Aroca (Mengíbar, 1981) se embolsó los 6.000 euros del premio El Filón al mejor instrumentista, compitiendo con Sergio de Lope que obtuvo 3.000 euros por el segundo galardón. Aroca repitió la taranta del primer día, una composición propia, y sumó un nuevo estilo a su propuesta, una canción sentimental basada en la melodía de la farruca. José Anillo conquistó brillantemente el premio por cantiñas, Evaristo Rodríguez el de seguiriyas, La Repompilla el de soleá, Isabel Guerrero el de cartageneras y Esther Merino los premios por tarantas y levanticas. Cada uno de ellos recibirá 3.000 euros por categoría, de manera que todos los intérpretes de la final resultaron premiados.

El jurado declaró desierto el premio Bordón al mejor guitarrista, al igual que la categoría de cantaores jóvenes. De hecho, ningún tocaor pasó a la final. Una decisión sorprendente, dado el alto nivel exhibido por el madrileño Agustín Carbonell Montoya El Bola en la tercera semifinal.

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