Cultura

Mafalda celebra en La Térmica sus 50 años de humor, amistad y utopía

  • El Festival Internacional de la Historieta de Angulema participa en la producción de la exposición inaugurada ayer en el centro

Se preguntaba Mafalda a qué sector de la población representan los gatos, sentada en el escalón de su portal. La mirada al mundo de esta niña comprometida, un tanto repipi, amante de los Beatles y enemiga jurada de la sopa, ha mantenido intactos sus alcances desde que Quino publicara la primera tira en 1964; y sí, el mundo ha cambiado mucho desde entonces, pero aquella mirada sigue siendo válida, útil y humanamente reveladora. Prueba de ello es que Mafalda ha conquistado a lectores de cada nueva generación con sus mismas armas y el mismo impulso, puesta en pie sobre una silla para emular a la Estatua de la Libertad o poniendo de los nervios a sus padres a cuenta del peligro amarillo. Mafalda ha cumplido en este 2014, por tanto, 50 años, y La Térmica lo celebra con una exposición inaugurada ayer, coproducida por el Festival Internacional de la Historieta de Angulema y con la colaboración de la Alianza Francesa de Málaga, que podrá verse en el centro hasta el 15 de febrero.

La muestra supone una verdadera inmersión en el mundo de Mafalda, con reproducciones de algunas de las viñetas más populares de Quino y una asombrosa reproducción en tres dimensiones de los espacios domésticos en los que el personaje comparte la vida cotidiana con su familia: la cocina, el living y el cuarto de la heroína se convierten en escenarios en los que la propia Mafalda recibe a los visitantes y da buena cuenta de sus inquietudes, desde la política internacional a la igualdad de la mujer pasando por la ONU, el Papa, Fidel Castro, la radio y el ajedrez. La fidelidad de esta recreación es asombrosa y pródiga en detalles, como el mapamundi al que Mafalda cuida como a un enfermo y las plantas que con tanto esmero protege el padre de la criatura contra los ataques organizados de las hormigas. También hay paneles dedicados a todos los amigos y familiares de Mafalda, y atractivos suficientes para gustar tanto a los amantes de la obra de Quino como a quienes hasta ahora (irresponsables) no le han prestado demasiada atención; precisamente, el valor pedagógico de la muestra es notorio como oportunidad de oro para introducirse en un episodio único en la historia del tebeo.

Joaquín Salvador Lavado Tejón Quino nació en Mendoza en 1932, en el seno de una familia que había emigrado desde Fuengirola hasta Argentina en busca de un futuro mejor. La primera tira de Mafalda apareció publicada el 29 de septiembre de 1964 en el semanario Primera Plana de Buenos Aires, pero fue su comparecencia diaria en otra cabecera argentina, El Mundo, a partir de 1965, la que abrió las puertas de su proyección internacional. El primer libro no tardó en aparecer en la misma Argentina, mientras que la primera publicación europea salió a la luz en Italia en 1969, dentro de una colección dirigida por Umberto Eco. En junio de 1973, en pleno apogeo internacional de su personaje, Quino decidió no volver a dibujar a Mafalda, cansado del formato de tiras secuenciadas. Sin embargo, la producción creada durante aquellos nueve años ha seguido editándose hasta el presente, y Quino, reciente Premio Príncipe de Asturias, se mantiene activo en el humor gráfico.

El comisario de la exposición, Hédi Saim, señaló ayer en declaraciones recogidas por Efe, que la figura de Mafalda "se usa todavía hoy en las redes sociales para reivindicar o para indignarse". "En este espacio se puede ver la visión crítica de Mafalda sobre un mundo que funciona al revés y en el que ella no quiere crecer", apuntó el comisario respecto al salón de la casa familiar, mientras que en lo que se refiere a la aversión de Mafalda a la sopa, Quino recurre a ella "como una alegoría con la que expresa la opresión de una política dictatorial y sin libertad".

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