Cultura

María Zambrano, primera palabra

  • La Fundación consagrada a la obra de la autora en Vélez-Málaga cumple treinta años como referente en todo el mundo, saneada y con nuevos proyectos

Entre las distintas dependencias de la Fundación María Zambrano, en el Palacio de Beniel de Vélez-Málaga, destaca la sala que conserva la biblioteca de la autora. En la estancia contigua, tras una puerta estrechita de aroma conventual, se conservan los manuscritos que la institución ha logrado reunir a lo largo de tres décadas con esmerada y a veces procelosa dedicación; todo un festín, por tanto, para los interesados en investigar en torno a la vida y la obra de María Zambrano (Vélez-Málaga, 1904 - Madrid, 1991), luminaria esencial en la historia del pensamiento en el siglo XX, galardonada con el Premio Príncipe de Asturias en 1981 y el Premio Cervantes (fue la primera mujer reconocida con tal distinción) en 1988. En la enorme mesa que preside la biblioteca, una joven escribe con férrea disciplina en su portátil ante un altar improvisado de libros abiertos. Se llama María Belén Castañón Moreschi, es alumna de la Texas A&M University y consiguió una beca para venir a Vélez-Málaga y permanecer aquí dos semanas. "Estoy trabajando en una investigación sobre las funciones de la metáfora y el mito en el pensamiento de María Zambrano en relación con otros filósofos europeos contemporáneos, especialmente en el sentido sacrificial de la Historia", cuenta a Málaga Hoy Castañón, quien acepta hacer un alto en su tarea para hablar sobre el motivo que la impulsó a cruzar el Atlántico. "Mi Universidad me concedió la beca y en la Fundación me dieron todas las facilidades, así que no lo dudé un segundo y decidí venir. En EEUU todavía es complicado acceder a buena parte de la obra de Zambrano, hay una cantidad importante de material que permanece inédito. Pero el asesoramiento que he encontrado aquí es impresionante. Además, no sólo puedo disponer de toda su obra, también de mucha bibliografía secundaria y de numerosas tesis", explica. Preguntada por el interés que Zambrano suscita en EEUU, la investigadora se muestra pródiga en detalles: "Desde hace algunos años la atención va en aumento. Por una parte, dada la dimensión europea de su figura, Zambrano resulta una figura un tanto complicada; pero, por otra, EEUU es un sitio privilegiado para estudiar a fondo su pensamiento. Allí, al contrario que en Europa, los departamentos de Filosofía y Literatura de las universidades comparten muchos vínculos y abordan objetivos de manera conjunta. Y María Zambrano es una autora decisiva en lo que se refiere tanto a la filosofía como a la literatura. Es decir, que en EEUU se puede abordar esta doble dimensión con mucha más naturalidad. Es cierto que falta mucho por traducir de su obra al inglés, pero justo el año pasado asistí a un congreso en el que se acordó adoptar un mayor impulso a las traducciones pendientes con vistas a su divulgación en EEUU".

La presencia de alguien como María Belén Castañón en la Fundación María Zambrano no es algo extraordinario, ni mucho menos. Más bien al contrario: ya forma parte de la costumbre. EEUU es uno de los países en los que la obra de María Zambrano ha ganado una mayor influencia en los últimos veinte años, además de Italia y Francia. Por no hablar de Latinoamérica, que desde el tiempo del exilio mantiene con la escritora unos lazos ahora fortalecidos. La primera responsable de esta proyección es la propia Fundación María Zambrano, que nació en junio de 1987 y que acaba de cumplir, por tanto, treinta años de abnegada e inequívoca labor de protección y promoción de uno de los legados intelectuales más asombrosos que ha alumbrado Occidente desde la Ilustración. Muy a pensar de las virtudes reales y potenciales que ofrece la autora de El hombre y lo divino como emblema cultural, el camino no ha sido fácil. La parálisis y la extinción han sido espadas de Damocles que han pesado sobre la cabeza de la institución durante demasiado tiempo y con consecuencias funestas. En el presente, sin embargo, el paisaje es afortunadamente distinto: la Fundación presenta unas cuentas saneadas y se dispone a recuperar su Congreso Internacional, que celebrará su próxima edición en la primavera de 2018. Uno de sus proyectos más importantes es la edición de las Obras completas en la editorial Galaxia Gutenberg, que costea el Ministerio de Cultura y que dirige Jesús Moreno Sanz (la Diputación Provincial de Málaga invierte 35.000 euros para la investigación previa de cada volumen, una aportación que en las últimas partidas se ha reducido desde los 50.000 euros iniciales). Precisamente, la Fundación acaba de entregar a la imprenta los contenidos de la quinta entrega de los Obras completas, el cuarto volumen en el orden fijado. La publicación se presentará en la Feria del Libro de Madrid de 2018 y contendrá los últimos títulos publicados por María Zambrano: Claros del bosque, De la Aurora, Notas de un método, Algunos lugares de la pintura, Los Bienaventurados y Senderos, con una nómina de editores que incluye a Mercedes Gómez Blesa, Fernando Muñoz Vitoria, Pedro Chacón Fuertes, Karolina Enquist Kälgren, Sebastián Fenoy Gutiérrez y el mismo Moreno Sanz.

Así lo cuenta en la misma sede el que desde hace casi cinco años es el director de la Fundación, Antonio Garrido Moraga, quien confirma que las Obras completas contendrán finalmente ocho volúmenes en lugar de los seis previstos: "Añadiremos uno con los artículos publicados en prensa y otro con la correspondencia. Ambos exigen una labor editorial enorme, pero ahora estamos en condiciones de afrontarla. Hace sólo unos días nos visitó la viuda de Ramón Gaya y nos trajo toda la correspondencia zambraniana del pintor". Con respecto al Congreso Internacional, Garrido quiere aportarle un enfoque distinto, más participativo y abierto a los vecinos de Vélez-Málaga: "Queremos distribuirlo en bloques. Uno estará dedicado a la filosofía, pero otros lo estarán a la literatura, el periodismo, la música y el arte. De forma paralela, celebraremos conciertos en los que se recuperará la música de la Generación del 27 y el Círculo de Madrid, y montaremos aquí la exposición con los fondos de la Fundación que acogió la Sociedad Económica de Amigos del País en Málaga el año pasado. El grupo de teatro María Zambrano representó ya la Antígona que escribió la autora y queremos que vuelva a hacerlo para el congreso. El objetivo es convertirlo en una experiencia compartida y multidisciplinar". Antes, el próximo otoño, el Centro de Estudios del Exilio, muy vinculado a la Fundación, volverá a celebrar también su seminario.

Pero ya se sabe que todo milagro cultural lleva aparejado un milagro económico, y el caso de la Fundación María Zambrano no es distinto. Garrido Moraga hila el relato completo: "La Fundación nació con el apoyo exclusivo del Ayuntamiento de Vélez-Málaga. Podemos decir que es un invento del entonces alcalde, Juan Gámez, y de Juan Fernando Ortega, profesor de la UMA y primer director de la Fundación. En un primer momento, la institución obtuvo el apoyo del Consistorio y de diversas entidades privadas que le permitieron disponer de fondos. Pero después los aliados privados desaparecieron y la Fundación entró en su particular crisis, en consonancia con tantas otras fundaciones españolas de prestigio que en estos últimos tiempos han desaparecido o se han congelado". Con este panorama, el primer reto que asumió Garrido Moraga nada más llegar a la Fundación fue solucionar la debacle financiera: "Se pudo hacer frente a la deuda porque el Ayuntamiento, tanto con el PP como con el PSOE en el Gobierno, ha incrementado en un cien por cien su dotación: estaba en 50.000 euros y ahora está en 100.000. Sin ese paso, la fundación no hubiera podido seguir adelante". Además de las aportaciones del Ministerio de Cultura y la Diputación para las Obras completas y las investigaciones requeridas, el director apunta que la anterior consejera andaluza de Cultura, Rosa Aguilar, "mostró una enorme sensibilidad con la Fundación y se comprometió a aportar 35.000 euros a la organización del Congreso. Espero, y esto convencido de que así será, que el nuevo consejero mantenga intacto este compromiso".

El mismo Juan Fernando Ortega, verdadera alma mater de la Fundación y responsable directo de la consideración de María Zambrano como filósofa imprescindible en todo el mundo, recuerda que los inicios de la institución no fueron fáciles. Incluso hubo un precedente bien significativo en la UMA: "Cuando me hice cargo del Departamento de Filosofía, recién creada la Universidad, intenté buscar algún filósofo en el mundo que tuviera vinculación con Málaga. Dirigí dos tesinas, una sobre Ibn Gabirol y otra sobre María Zambrano, e intenté ponerme en contacto con ella para proponerle el doctorado honoris causa. Al mismo tiempo lo propuse en mi propio Departamento y me encontré con la oposición de buena parte de mis colegas, quienes sostenían que era imposible que una mujer destacara en filosofía. En parte, hasta la misma María Zambrano compartía esta idea: cuando empezamos a escribir sobre su obra nos pidió que nos refiriésemos a ella como filósofo, no como filósofa. Estaba convencida de la novedad que suponía su figura en un campo tan machista como el del pensamiento. Pero después de mucho trabajo logré que el Departamento aprobara mi propuesta y la enviamos al Rectorado. Ahí también tuve mis problemas: lo solicitamos en 1976 y el doctorado no se concedió hasta 1982. Me costó mucho convencer al mundo de que el mejor filósofo que existía en ese momento era una mujer".

Tal y como recuerda Ortega, "la misma María Zambrano tenía dificultades para formular su pensamiento. No tenía métodos ni tratados. Para empezar, si no hubiese sufrido el exilio seguramente su obra no habría sido tan original, pero gracias al exilio logró romper con el paradigma predominante en la filosofía, que era el racionalismo. Ortega y Gasset señala que el racionalismo excluye todo pensamiento intuitivo o anterior a la razón discursiva. Pero María Zambrano rompe con esto a través de un descubrimiento que retorna nada menos que a Aristóteles, quien afirmó que la filosofía es intuición y razonamiento. Y Zambrano volvió a Aristóteles gracias, principalmente, a la influencia de Xavier Zubiri". Puntualiza Ortega que, "por más que muchos después quisieran colgarse la medalla", nadie prestó atención a María Zambrano en España hasta los años 80. "Hubo una excepción. Aranguren publicó un artículo a finales de los 70 en el que afirmó que si en este país a alguien le importara lo que dicen los filósofos, hace mucho tiempo que se tendría en cuenta la obra de María Zambrano. Pero nada más", matiza.

En cuanto a la Fundación, al mismo tiempo que mantenía el pulso con la Universidad, Juan Fernando Ortega decidió que Vélez-Málaga debía reconocer a la que terminó siendo nombrada Hija Predilecta de Andalucía en 1985. "Para convencer al alcalde, Juan Gámez, el primero de la etapa democrática, le dije que María Zambrano era, además de una gran pensadora, una mujer de izquierdas que siempre se había opuesto al franquismo. Él se quedó muy impresionado y consultó a Antonio Checa, profesor que entonces era concejal de Cultura y cuyo hermano, Javier Checa, es el secretario de la Fundación. Fue Checa quien convenció al alcalde. Aquel mismo año, el Ayuntamiento, tras conocer las penurias que atravesaba María Zambrano, le ofreció una casa en el pueblo y una pensión". El resto es historia viva del pensamiento. Una casa abierta que hace metáfora del corazón.

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