Méjica ocupa el Paseo del Parque para evocar la simbología española

Con el protagonismo del mar y la preponderancia del simbolismo, Juan Méjica irrumpe en Málaga hasta el 31 de marzo. Y lo hace en el Paseo del Parque con siete esculturas monumentales donde el artista explora el acero con cobre y donde, sobre todo, rinde culto a iconos patrios como el toro, el caballo, el tejo -el árbol sagrado de los celtas- ó "la mujer solar", enumeró ayer el artista asturiano. Su arte está vinculado sin remisión a los maestros de Altamira. "Detrás de mí hay 30.000 años de historia", recordó el creador.

"Soy esencialmente español y radicalmente moderno", sentenció Méjica para explicar la exposición Españeciendo en el Archivo Municipal (Alameda Principal) formada por pinturas, esculturas y cerámicas y que completa su presencia en Málaga. El término remite a la idea de "repensar España", pero también a la tradición cubista y de naturalezas muertas a las que el artista incorpora "el movimiento. A excepción de cuatro cuadros el resto de la muestra llega a la ciudad de forma inédita.

La obra de Méjica aúna tradición y vanguardia, figuración y abstracción, a través de su personal filtro. Así, en las dársenas de Asturias con los barcos que representa en alguna de las piezas "los movimientos de las ondas hacen que los planos se superpongan", según Méjica, que añadió que "el neocubismo actualiza conceptos que fijaron las vanguardias".

Por otro lado, el "ojocentrismo" que él evoca en su producción representa "la sabiduría y la constelación en torno a la cual gira la Humanidad", y con el término Expaña que él mismo acuña quiere referirse tanto "a la España primitiva anterior a los romanos", con la que se siente "vinculado", como "al futuro, nunca se sabe".

La trayectoria artística de Juan Méjica (Navia, 1956) es tratada en más de una docena de monografías. Es autor de un buen número de murales y grandes esculturas que ocupan lugares públicos. Su obra ha sido expuesta en Francia, Alemania, Suiza, Bélgica, Holanda, Estados Unidos, también en varios museos suramericanos, así como en instituciones y galerías de toda España. A través de imponentes formas proyecta en el espacio público un cortejo de significados simbólicos. Su actual singladura, entre el Ojocentrismo y el Neocubismo refleja sus obras de trazo más brioso cuyo dinamismo y pulsión son la manifestación de una relación inmediata, casi espontánea y emocional, con la pintura. Sus pinturas neocubistas como sus materializaciones volumétrica, están protagonizadas por la representación de barcos fondeados que multiplica y geometriza a través de la arquitectura del color y la superposición de planos.