Miguel Ángel Perera y el hierro de Cebada Gago destacan en San Mateo

Dos cosas han quedado claras tras la Feria de San Mateo, por un lado que el espectáculo del toro por si sólo sigue siendo patrimonio casi exclusivo de las ganaderías toristas, en esta oportunidad la de Cebada Gago, mientras que el toreo en su más amplia y mejor expresión tiene su principal referencia en Miguel Ángel Perera.

Cebada y Perera son, junto al rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza, que en lo suyo también sentó cátedra, los únicos nombres indelebles del ciclo taurino logroñés. Y si acaso pueden rescatarse también al Juli, que estuvo muy capaz en el único toro propicio de sus desafortunados lotes, y en parte la ganadería de Fuente Ymbro, que echó toros notables aunque sin completar un buen encierro.

El caso es que la generalidad de toros y toreros dejó bastante que desear. Y también por eso estos triunfadores lo son más. Fue una pena que en la corrida de Cebada Gago, imponente por presencia y esencia, no estuvieron capaces los toreros, salvando la rigurosa maestría del Fundi. Faltaron recursos y agallas en los otros dos alternantes, Paulita y Bolívar, para plantarle cara a unos toros que por espectaculares y exigentes hubieran agrandado los méritos de las faenas.

De Perera se ha dicho todo, y todavía queda un mundo por escribir. Por su valor sereno, por su técnica infalible y por su apabullante torería, los tres pilares sobre los que basa su estilo, el más puro con diferencia de los que están en vigor. Eso le ha valido el Trofeo Ciudad de Logroño por su labor con Apresado el pasado 24 de septiembre y el premio a la faena de más calidad en la Feria de San Mateo.

Cinco toreros perjudicados por el ganado fueron El Cid, Morante, el debutante Daniel Luque, Enrique Ponce y Antonio Ferrera. Los cinco "quisieron" mucho, como se dice en la jerga, y dejaron detalles importantes, pero enfrente no respondieron los toros de Fuente Ymbro -esta divisa, no obstante, echó otros ejemplares notables en una desigual e incompleta corrida-, de El Ventorrillo, de Zalduendo -el peor envío con diferencia- y de Victorino Martín.

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