Morante de la Puebla prologa una obra de José Bergamín
Renacimiento publica con la introducción del diestro su nueva edición de 'El arte de Birlibirloque'
El matador de toros Morante de la Puebla ha escrito el prólogo de la nueva edición de El arte de Birlibirloque, del poeta de la Generación del 27 José Bergamín, uno de los escritores que más trascendentes obras dejó sobre el toreo. El arte de Birlibirloque no es intranscendente ni en lo literario ni en lo taurino porque algunos de sus aforismos son auténticas cargas de profundidad y porque es un alegato contra el toreo quietista de Belmonte y un canto al arte en movimiento de Joselito el Gallo.
Morante confiesa en el arranque de su prólogo que al ir leyendo a Bergamín ha ido "poniéndoles palabras" a sus "sentimientos como torero" que, hasta el momento de esta lectura, no había sabido explicarse. "Para mí, este libro ha supuesto una revelación, un despertar espiritual en mi concepción artística", dice el matador.
Renacimiento pondrá esta semana en las librerías El arte de Birlibirloque, del que también se ha impreso una edición de lujo de cien ejemplares numerados y firmados por Morante, tamaño folio, con reproducciones en mayor tamaño de los cuatro dibujos originales de Bergamín y las 12 estampas de otras tantas suertes taurinas a cargo de Luis Ferrant.
La nueva edición ha servido igualmente para que retomen su vieja amistad Morante y el hijo del poeta, Fernando Bergamín Arniches, quien en la primera de sus páginas dedica la "última y bellísima edición sevillana" del Birlibirloque a "un torero birlibirloquesco de ayer... de hoy... y de siempre: José Antonio Morante de la Puebla". "Si nos preguntamos por la razón que impulsó a Bergamín a escribir este libro, lo más probable es que ésta fuera la de dejar claro y evidente que Joselito era el eje del toreo", un eje que "Bergamín veía peligrar al comprobar la reacción de los públicos que se rendían a la revolución belmontista, con un toreo nuevo donde su quietud, como principal argumento, provocaba el delirio de la afición".
Morante, en su prólogo, termina de interpretar a Bergamín: "El poeta tenía que dejar claro por qué Joselito era el arte real, el verdadero, el que no necesitaba del esfuerzo visible, el que brillaba con luz propia, y que en el toreo de Belmonte existía una tendencia clara a parar el toreo, pero no por valor, que por su puesto lo tenía, sino por sus limitadas condiciones físicas", por lo que el poeta "temía que el toreo derivara en un quietismo estático que supusiera la pérdida de todo un arte en movimiento, el 'arte de Birlibirloque".
Publicando este libro en plena apoteosis belmontista, recuerda Morante, Bergamín debió ganarse un número importante de detractores, "pero fue valiente y lo hizo". "Eso lo entendemos bien quienes sufrimos el compromiso por demostrar la verdad, sabedores de que no todo el mundo lo comprende", añade el diestro.
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