Cine

Muere el inmortal Valdemar

  • Fallece a los 75 años el actor, guionista y director Paul Naschy, icono del cine de terror español y creador de uno de los hombres lobo más célebres del cine · Realizó más de cien películas del género

Quiso que apareciese su nombre en sus películas, pero le dijeron que con Jacinto Molina no iba a ningún sitio. Le dieron un par de minutos para que decidiera el nombre que le haría famoso: Paul Naschy. Quiso que su creación se llamara José Huidobro y que fuera asturiano, pero su creación era un hombre lobo y los censores le dieron un par de días para que cambiara el nombre y la ubicación del personaje. Hizo de Huidobro un licántropo polaco y lo rebautizó como Valdemar Daninsky. Ayer murió Paul Naschy, el creador de Valdemar Daninsky. Ayer, en Madrid, esperando ver estrenada su última película, La herencia de Valdemar, murió Jacinto Molina (Madrid, 1934), el creador de José Huidobro, a los 75 años. Centenares de personas escribían condolencias en los blogs freaks de cine de terror.

Sus películas durante toda la década de los 70 se estrenaron en cines de barrio de doble sesión. En 1982 TVE puso en marcha un programa conducido por Chicho Ibáñez Serrador, Mis terrores favoritos. Descubrió para toda una generación títulos prestigiosos del género, desde Suspense, la versión de Jack Clayton de la obra maestra de Henry James, Otra vuelta de tuerca, hasta El otro, de Robert Mulligan. Una noche, Ibáñez Serrador dijo que tenía preparado algo especial. Y lo era. Emitió La noche de Walpurgis, de León Klimovsky, escrita por Naschy, protagonizada por Naschy... y con un personaje llamado Waldemar. Naschy, al fin, era reconocido como un grande.

La convención dice que es la mejor película de la serie, que se ha prolongado hasta nuestros días en doce filmes. Tiene deudas con la estética giallo, las mujeres son reventonas, el color es rancio, los diálogos son esquemáticos. Pero tiene atmósfera.

Para llegar ahí, Naschy dejaba atrás una vida de vaivenes. Inquieto desde que terminó sus estudios de arquitectura, se dedicó a la halterofilia, donde consiguió campeonatos nacionales, dibujó cómics, fue extra en las películas de Samuel Bronston y escribió novelas del Oeste. En las entrevistas recordó que su pasión por el cine le nació de niño con una obra menor: Frankenstein y el hombre lobo. Y quiso ser hombre lobo. Lo logró en 1968, cuando colocó un guión, aquél en el que José Huidobro se convirtió en un príncipe polaco y se quiso contratar para el filme a un anciano Lon Chaney jr. Sus achaques se lo impedían y Jacinto Molina levantó el dedo: yo seré Valdemar. La película se llamó La marca del hombre lobo.

Más de cien películas después, llegaron los reconocimientos, entre ellos la Medalla de Oro de Bellas Artes y los premios especiales de los festivales de Sitges y Oporto. No estará el nombre de Naschy entre los grandes cineastas de su tiempo, pero su empeño, su amor por sus personajes, a los que él trataba de dotar de la humanidad que su siniestro sino les negaba, hablaban de Molina como un autor que trataba de explicarse cosas.

No aguantaba los efectos especiales, "que no dan miedo, porque lo que da miedo es el ser humano", como en su admirada Frankenstein, en la que es el linchamiento del monstruo lo que nos aterroriza. Jaume Balagueró y Paco Plaza, abanderados del triunfante cine de terror español actual, adoran a Valdemar. No hay un solo amante del cine de terror que no adore la concepción naif del terror de Jacinto Molina. Las tinieblas del tiempo reciben a un insigne hijo, al humilde artesano que fabricaba miedos.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios