La cabeza de Lavoisier

Con la muerte en los muones

La investigación en laboratorios: un trabajo de riesgo.

La investigación en laboratorios: un trabajo de riesgo. / M. H.

La muerte os sienta tan bien, se titulaba una película protagonizada por Bruce Willis. Aunque era una comedia, también parecería cómico afirmar que los científicos se exponen diariamente a la luz del final del túnel (o a la pelona, como decía mi abuela).

¿Cuáles son los riesgos reales de un laboratorio? En un sorprendente artículo publicado en Popular Science, se recogen algunas formar originales (pero reales) de perder la vida. Uno de los peligros mortales es, por ejemplo, trabajar con Helio o Nitrógeno líquido, ya que estos se encuentran a temperaturas de -260 y -196 grados centígrados, respectivamente. Hemos de señalar que el espacio se encuentra sólo un poco más frío, lo que puede resultar inquietante para el científico de turno. A esas temperaturas, no sólo provocaría daños irreversibles en la piel, sino que, al convertirse en vapor, el oxígeno queda desplazado y se podría fallecer por asfixia. La tecnología láser utilizada en cirugía, por ejemplo, o algunos láseres extremadamente intensos con pulsos que superan la intensidad lumínica en la superficie del Sol pueden aterrorizar, ya que sólo hay que imaginar lo que podrían producir en un ser humano. No menos peligrosas son las fuentes radiactivas con las que se trabaja rutinariamente en algunos laboratorios, aceleradores de partículas y hospitales. Plutonio, Uranio, o la radiación cósmica que puede incidir sobre los astronautas, cargada de exóticas partículas como muones, protones, o fotones, pueden atravesar el cuerpo humano y destruir el ADN. Así, se trata de uno de los grandes riesgos de la exploración espacial.

El virus de la viruela no ha desaparecido, hay muestras a buen recaudo en institutos nacionales de salud e instalaciones de alta seguridad. Recordemos que, a finales del siglo XVIII, este virus provocaba cientos de miles de muertes al año en Europa. Los científicos que trabajen cerca de estas muestras tienen motivos para temblar.

Ácidos, radiactividad, bajas temperaturas, virus, láseres, todo un conjunto de espadas de Damocles penden de investigadores y divulgadores científicos que trabajan en laboratorios de todo el mundo; menos mal que sus elevados sueldos, así como la ingente inversión en I+D+I, lo compensan… ¿o no?

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