Muntean y Rosemblum llevan al CAC su lectura voraz de la incertidumbre
Los artistas austriacos inauguraron ayer la exposición 'The management of insignificance', que podrá verse hasta el 20 de enero y que incluye quince pinturas. elementos propios de un gimnasio y un vídeo


Una cita del escritor David Foster Wallace, The management of insignificance (La gestión de la insignificancia), sirve de título a la exposición que los artistas Markus Muntean (Austria, 1962) y Adi Rosenblum (Israel, 1962) inauguraron ayer en el CAC Málaga, donde podrá verse hasta el próximo 20 de enero. A través de una instalación en la Sala Central que reúne quince pinturas y diversos elementos propios de un gimnasio, si bien estratégicamente modificados (entre ellos una cita corredora de veinte metros de longitud), y un vídeo que se proyectará a partir de hoy en el Espacio 5 y que recoge la performance celebrada ayer durante la inauguración, la propuesta de este tándem afincado en Austria brinda, según Rosenblum, una lectura "de la incertidumbre que sacude al mundo actual".
Las pinturas, realizadas según el canon clásico en cuanto a profundidad y composición, representan a adolescentes, bien en solitario, bien en grupos, en paisajes muy diversos, urbanos unos, bucólicos otros, aunque marcados por un sesgo postindustrial común. Cada pintura aparece sustentada por un breve texto, extraído de revistas o de obras literarias, con el que la imagen "no mantiene un vínculo directo: se trata de una narratividad distinta, no hay intención de dar una explicación de lo que se ve", según apuntó ayer Muntean. Mediante esta propuesta, los artistas se aproximan "a la obsesión de la gente por no hacerse viejos, por permanecer siempre como adolescentes. Ellos protagonizan todas las imágenes que pueden verse actualmente, porque así se pretende paliar el miedo a envejecer. De hecho, las pinturas están inspiradas especialmente en fotografías que hemos buscado en revistas y en internet", señaló Rosenblum.
La intención, no obstante, va mucho más allá: The management of insignificance se adentra en las contradicciones de una sociedad "donde todo el mundo es anticonsumista y todo el mundo consume". Y añade Muntean: "La cita de Foster Wallace nos parece la expresión más fidedigna de la vida contemporánea. Todo el mundo asume que para triunfar en esta sociedad hay que actuar de manera muy seria, mientras que a la vez por todas partes se nos recomienda que vivamos como adolescentes. Pero, al mismo tiempo, la evidencia de que algún día todos vamos a morir nos convierte en seres insignificantes. Convendría, por tanto, aprender a afrontar y gestionar esa insignificancia, porque es algo con lo que vivimos día a día".
La exposición funciona en realidad como el videojuego de los SIMS, en el que los participantes se meten en la piel de una persona de la clase media norteamericana a través de una reconstrucción pormenorizada. El jugador, a la manera del actor, debe urdir una estrategia satisfactoria para dotar de contenido a esa vida. El objetivo es que las personas cuyas identidades se asumen lleguen a ser felices, y las pinturas de Muntean y Rosenblum presentan un reto similar. No obstante, el primero señala que su intención no es convertir a los adolescentes retratados en protagonistas, "sino relegarlos al fondo del paisaje", de manera que la atención del visitante se dirija a toda la escena de manera global. La segunda insiste en que su opción por pintar adolescentes no se debía a un interés especial este cometido en sí: "lo que pretendíamos representar es la incertidumbre ante la contradicción". Rosenblum admite que "a lo largo de la historia del arte, las representaciones de los cuerpos jóvenes han llenado las paredes de los museos, simplemente porque son más hermosas", pero a la hora de abordar el asunto del consumismo la adolescencia les pareció un aliado solvente: "No sólo consumimos productos, también consumimos experiencias. Pero lo verdaderamente importante hoy es enseñar a todo el mundo la fotografía de esas experiencias, más incluso que vivirlas. El interés respecto a la experiencia se da más en segunda persona que en primera. Hoy se da por hecho que si alguien no muestra las fotos de sus experiencias es porque tiene una vida muy aburrida, lo que constituye un crimen". ¿Y no es la insignificancia, también a cuatro manos, el primer motivo del arte?
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