Cultura

Nacho Albert: verso y fuego

  • La Universidad de Málaga publica una antología poética del escritor y director teatral Nacho Albert que permite revisar su fecunda evolución literaria

Resulta revelador, y a la vez un tanto perturbador, volver hoy a versos de Nacho de Albert (1973-2017) como los que aquí siguen: Y yo me pregunto quién soy y qué función desempeño / en arenas sembradas de náufragos / Cuando halle en el fondo mi sombra me cubriré / de azul eléctrico y arderé despacio / pacífico. Inevitablemente, fue en su quehacer poético donde Albert anticipó de manera más consciente su propia muerte, y de hecho su obra en verso parece exhalar cierto agradecimiento por la disposición de un medio, la poesía, que se nutre naturalmente de la muerte como inspiración esencial y que le permitía, por tanto, escribir sobre el particular de manera más directa. Eso sí, por más que la extinción sacudiera también algunos mimbres de su obra dramatúrgica y narrativa, asistimos siempre a la obra de un vitalista radical, a menudo a la manera dionisíaca y nietzscheana, que en ocasiones adopta la postura del estoico que pone a su propia muerte a comer de su mano, con una templanza a prueba de atajos deshonestos. Contado todo esto así casi hay que hacer un esfuerzo para recordar que Nacho Albert falleció de manera trágica hace ahora un año y que dejó tras de sí una abultada (y reconocida con multitud de premios) producción como narrador, poeta, dramaturgo, director escénico y, más aún, agitador de una escena cultural, la malagueña, que desde entonces le echa de menos mucho más de lo que habría llegado a sospechar. Y el verso, ya sea en su anticipación mortuoria o en su envés más luminoso, adquiere ahora rango protagonista en la medida en que la obra de Nacho Albert sigue dando de sí: la Universidad de Málaga publica estos días una Antología poética que casi puede considerarse unas obras completas por derecho y que tendrá su presentación en la Librería Luces en la primera semana de octubre, en una fecha aún por concretar. La vicerrectora de Cultura, Tecla Lumbreras (quien escoge para su aportación los versos antes señalados), y el periodista Antonio Ortín firman los textos introductorios de un volumen oportuno por cuanto la obra poética de Nacho Albert, muy a pesar de sus galardones y méritos, había quedado un tanto ensombrecida en los últimos años dada la profusión de su actividad teatral; y, más aún, por la posibilidad que brinda al lector de cotejar la evolución y el compromiso estético a lo largo de los años de un creador único, que supo darse en todas sus facetas sin guardarse un solo as en la manga.

El volumen, adornado en su portada con una bellísima foto de Kunj Parekh y en su interior con las hermosas ilustraciones geométricas de Graciella Crooke, es fruto del trabajo editor que han emprendido a mayor gloria de la vigencia intelectual de Nacho Albert su madre, Cristina Bordallo; y su compañera, Rebeca Reyes, quienes han recopilado con paciencia y mimo entre las publicaciones y archivos del autor el material aquí reunido. Esta Antología poética, titulada así, de forma sencilla, abarca en su marco cronológico desde 2001 hasta los últimos poemas que escribió Nacho Albert y que habían permanecido inéditos hasta ahora. La ordenación de los mismos en la edición, eso sí, no es cronológica, lo que resulta un acierto al facilitar la asunción de la variedad, casi disparidad, temática y estilística que prodigó un Albert tan inclinado a lo clásico como fijado en lo contemporáneo, tan arrimado a la tradición como a la ruptura, entregado con el mismo fuego al verso largo (La luz estalla quedamente y me doblega / Adivino mi nombre y mi pesaroso rictus / en la incorruptible paz de una foto de familia) y al arte menor más próximo al silencio, casi silábico (La mano de Dios riega / como un perro / los rincones invadidos / por la miseria). A lo largo y ancho de los poemas abundan las referencias pop, pero no se resistió Nacho Albert a la hondura ni al misterio, en una intuición digna de figurar entre las luminarias de la razón poética: El hombre es un animal extraño / y su cobardía una enfermedad que degenera / en progresión aritmética: / si nace un hombre, dos se marchitan / y tres se mueren de miedo. Como poeta, Nacho Albert se acerca por tanto lo mismo a Allen Ginsberg que a San Juan de la Cruz, aunque deja entrever siempre una especial predilección por la materia borgeana (a veces de manera explícita, como en el poemario Senderos que se bifurcan). Así arde este poeta múltiple llamado Nacho Albert. Reunido y entero. Vivo.

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